Exactamente a los nueve meses de gestión, el intendente de Jesús María, Federico Zárate, parió el primer gran cambio en su gabinete: la salida por renuncia del secretario de Gobierno, Juan Pablo Roldán, lo obligó a mover las piezas más allá de lo que hubiera querido.
Las modificaciones estuvieron marcadas por dos improntas singulares. Sale del equipo un funcionario que había sido sumado a la función pública por el propio Zárate y en su reemplazo asume Betiana Fernández, otra funcionaria heredada de su antecesor en el municipio, el actual diputado nacional Luis Picat.
Y por otro lado, el perfil del área de Gobierno seguirá siendo, como hasta ahora, absolutamente técnico y ocupado por personas que no tienen, en principio, vocación, ni aspiraciones políticas a futuro.
Roldán es un joven empresario de Jesús María, del rubro del supermercadismo, como toda su familia. Arribó a la función pública invitado por el propio Zárate, con el perfil del “emprendedor” que llega a aportar desde el sector privado.
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Juan Pablo Roldán renunció a la Secretaría de Gobierno de Jesús María.
Sin experiencia política previa, arrancó y mantuvo en el cargo un bajísimo perfil, casi impropio de un secretario de Gobierno, en tanto espada política y rueda de auxilio principal de cualquier intendente.
El primero que tiró la toalla del equipo de Federico Zárate
Roldán estuvo hasta que se cansó. “Me voy porque no le puedo seguir el ritmo a la gestión”, dijo, admitiendo que la función pública era mucho más demandante de lo que él esperaba.
Su lugar será ocupado ahora por Fernández, que se venía desempeñando como secretaria de Promoción Humana, y a su vez ese cargo quedará en manos de Huerto Perricone, quien se encargaba hasta ahora del área de coordinación de gestión y planificación estratégica.
Ambas funcionarias comparten un mismo origen: están en el municipio desde la gestión de Picat, como asesora letrada y jefa de prensa, respectivamente.
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Betiana Fernández será la nueva secretaría de Gobierno de Federico Zárate.
Primer saldo: el intento de sumar nuevas caras y sangre fresca a la gestión, reclutando en la actividad privada, fracasó. Al intendente Zárate se le cayó su principal apuesta en el gabinete.
Si el perfil de Roldán resultaba un tanto extraño para la Secretaría de Gobierno, el de Fernández, quien asumirá este lunes, no le va en zaga.
Se trata de una persona que no es oriunda de Jesús María. Es abogada y magister en Derecho Procesal y, como quedó dicho, acredita pasos por Asesoría Letrada y por Promoción Humana. Su muñeca política para pilotear Gobierno es toda una incógnita.
Lo que sí queda claro es que con Roldán, primero, y ahora con Fernández, el intendente desiste de colocar en esa área neurálgica a un delfín propio que pueda acumular experiencia y proyección política a futuro. En ese sentido, rompe con una tradición y práctica de casi 25 años en Jesús María.
Gobierno, el trampolín de siempre en Jesús María
En 1999, de la mano de Jorge Colombo, la UCR desplazó del poder al PJ local, y desde entonces ese mismo sector político se las arregló, con distintas variantes y matices electorales, para gobernar la ciudad hasta el presente.
En todos los casos, fue generando la sucesión de cada intendente desde un embrión de la gestión, anidado siempre en el mismo lugar: la Secretaría de Gobierno.
El secretario de Gobierno de Colombo, fue Marcelino Gatica, luego intendente de 2003 a 2011; el secretario de Gobierno de éste, Gabriel Frizza, intendente de 2011 a 2019; y el secretario de gobierno de Luis Picat, Federico Zárate, hoy intendente.
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Llaryora junto a su vice radical, Myrian Prunotto y Gabriel Frizza, exintendente de Jesús María y hombre del PRO cruzó a las filas del PJ.
En Jesús María, Gobierno fue siempre como una suerte de mamushka, de cuyo interior iban surgiendo los futuros intendentes. La única excepción a esa regla no escrita pero siempre vigente de la política jesusmariense fue que Cesár Seculini, secretario de Gobierno de Frizza que no llegó a la Intendencia.
Allí hubo una situación singular: Frizza no terminó su segundo período porque asumió como diputado en 2017 y su mandato lo completó la entonces concejala Mariana Ispizua, quien en 2019 relegó a Seculini en una casi segura candidatura a la intendencia.
Ahora el intendente Zárate opta por un camino diferente y desdeña las posibilidades obvias que ofrece Gobierno. Parece que tiene dificultades para conseguir cuadros políticos y foguearlos desde esa área. O, por el contrario, sabiendo que todavía le falta afianzarse en el cargo no quiere plantar tempranamente enanos, con el riesgo de que luego crezcan y le disputen espacios de poder.