Desde hace tiempo, prácticamente todas las encuestas registran la emergencia de un tercer sector, el de Javier Milei, que ha crecido al punto de constituir alrededor de un cuarto de la intención de voto declarada, lo que sube a un tercio –"imperfecto", esto es más conceptual que estrictamente matemático– cuando se proyecta, no sin riesgo de abusos, al contingente de personas que no saben, no contestan, manifiestan indecisión o prometen ni molestarse en ir hasta las urnas.
Sin embargo, los desempeños entre malos y pésimos de las candidaturas que ha apoyado el economista en las provincias que han votado hasta ahora en elecciones desdobladas ponen en duda aquel estado de cosas. Con semejantes antecedentes, ¿es posible que Milei se convierta de un día para otro, sin ningún arraigo territorial, en una alternativa de poder nacional?
Para empezar hay que señalar algo obvio: aquellos sondeos son unánimes y nadie en su sano juicio podría decir que están comprados por La Libertad Avanza (LLV). Tampoco que responden a un designio oscuro del oficialismo –más allá de su evidente deseo de instalarlo para minar las chances de Juntos por el Cambio– o de Horacio Rodríguez Larreta –para erosionar las bases sobre las que que podría apoyarse Patricia Bullrich –. No: los sismógrafos de la política algo están leyendo.
- "15,5% en La Rioja; 9,1% en Río Negro; 8,2% en Neuquén; 7,4% en Tierra del Fuego; 3,94% en Tucumán; 3,2% en Jujuy; 2,3% en Salta capital; 1,28% en La Pampa solo para legisladores; y 0,4% en Misiones”.
¿Lo de Milei es puro humo, un enojo efímero que se expresa apenas cuando alguna encuestadora hace sonar un teléfono?
Lo que viene tampoco invita al optimismo de la militancia del minarquista y, por otro lado, algunos nombres que se le acercan hacen dudar sobre si lo que se le presenta al electorado es una boleta o una gavilla.
El artículo recién mencionado evoca la posibilidad de un corte intenso de boletas en el principal distrito del país. "En uno de los tantos relevamientos que se realizan en la provincia de Buenos Aires, simulando el uso de la larga boleta de ocho pliegos que se utilizará, advirtieron un fenómeno nuevo: de cada diez votos que obtenía Milei, su candidato a gobernador Guillermo Britos solo retenía cinco. Y el apoyo iba bajando a solo tres para los postulantes a intendente de La Libertad Avanza", señala. Si tal cosa ocurriera, el de Milei se convertiría en un caso sin precedentes, algo que llama a desconfiar, sobre todo porque la legión de personas desencantadas que lo mira con cariño no constituye un electorado necesariamente sofisticado en el uso de las tijeras.
Escenarios
Una posibilidad es que lo que ha ocurrido a nivel local no presagie nada y que Milei efectivamente saque una gran cantidad de sufragios cuando su nombre efectivamente aparezca al tope de las listas en las PASO de agosto y en la primera vuelta de octubre.
Otra, que la bronca que él pretende encarnar se disipe o encuentre un vehículo más eficaz, capaz de recogerla y sumarla a vertientes muy antiperonistas, pero menos furibundas.
Supongamos que Milei se desplomara antes de la hora de la verdad. ¿Eso eliminaría la acechanza que una derecha dura supone para la democracia y la cohesión social?
Hay dos maneras de responder esa pregunta. Una es observar el panorama electoral y señalar opciones afines a ese tipo de planes que probablemente resultan más consistentes, como la de Bullrich. Otra es analizar la coyuntura, lo que también entrega indicios de un corrimiento hacia ese tipo de posiciones de un sector relevante de la sociedad.
Condiciones objetivas
La pandemia se sumó en 2020 como un azote severo sobre la espalda de una sociedad largamente castigada por la crisis permanente, una que Alberto Fernández y el Frente de Todos prometieron resolver, pero que en realidad agravaron duplicando la inflación heredada y manteniendo inalterado el atraso de los ingresos.
La emergencia sanitaria fue campo fértil para que cundiera un discurso "libertario", opuesto a una autoridad que "confinaba a la gente", cerraba empresas y escuelas, "obligaba a vacunar"… Mientras Milei gritaba en Intratables, Bullrich se ponía al frente de la rabia en las manifestaciones de los sábados, en las que se expresaban tanto personas legítimamente angustiadas y necesitadas de salir a trabajar como negacionistas y freaks de todo tipo.
Sin embargo, ese fue un desencadenante que expuso causas más profundas, dadas por un olor fuerte a las flores muertas de cierta decadencia y, sobre todo, por el empobrecimiento sostenido de los sectores medios, un llamador en todo tiempo y lugar para salidas de ultraderecha. No era difícil intuir esas tendencias ya tres años atrás, cuando varios dirigentes –entre los que aún no se contaba el economista– tocaban esa cuerda de la sensibilidad popular, alimentada además por los efectos demostración de Donald Trump y, más cerquita, de Jair Bolsonaro.
Lo que Milei "aporta"
Los mismos sondeos que registran la emergencia del tercer sector –el de la rabia– entregan señales en contrario cuando las preguntas desmenuzan el proyecto libertario.
El último estudio a nivel nacional de Zuban, Córdoba y Asociados –26 de mayo a 1 de Junio, 1.300 casos, presencial y con un margen de error de +/– 2,72 puntos porcentuales– hace muy difícil sostener que la sociedad como un todo esté pidiendo más derecha. Así, hay mayorías expresivas que se oponen a propuestas ultras de esta campaña como la derogación del aborto legal; la eliminación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad; la cancelación de la educación sexual integral; la libre portación de armas; la creación de cárceles de gestión privada; la privatización de la educación y la salud; la dolarización de la economía; despidos masivos de estatales; la privatización de YPF y Aerolíneas Argentinas, y la eliminación de retenciones al campo.
De ello surge que no existe una revolución de derecha desde el punto de vista de los valores. Esto no obsta para que en algunos de esos ítems se detecte una corriente de opinión cercana al quinto o incluso al cuarto del electorado que sí se muestra abierta a dicha agenda, lo que hace verosímil la existencia de un nicho para Milei.
Ahora bien, ¿hay seguridad de que un nicho semejante no hubiera podido detectarse en cualquier otro momento, toda vez que a quienes elaboran esos estudios se les hubiera ocurrido preguntar por rarezas como algunas de las mencionadas?
Ese es, probablemente, el mayor "aporte" del minarquista: haber juntado esa corriente largamente dispersa y haberla convertido en una minoría relevante en un tablero electoral fragmentado.
De hecho, hablar de "la sociedad" es hacerlo sobre una ficción; el resultado de una elección es una agregación de demandas de partes.
Lo demás pasa por la adhesión que pueden generar –y sostener a lo largo de una campaña larga– sus modos, sus gritos, su ira y sus disrupciones.
La respuesta pendiente
Otro "aporte" de Javier Milei es haber corrido los límites de lo que es considerado lícito plantear en la esfera pública: la libre compra y venta de niños y de órganos, la privatización y no obligatoriedad de la educación básica, la quema del Banco Central, rebeliones fiscales, un gobierno a espaldas del Congreso, una dolarización que es un nombre de fantasía para una licuación hiperinflacionaria del gasto público…
A falta de una avalancha de adhesiones programáticas, esa ultraderecha es una sensibilidad, un estado de ánimo. La pregunta que espera respuesta es si Milei ha construido ese electorado –la mencionada minoría relevante que acepta muchos de sus planteos– para sí mismo o para alguien más. Y, en paralelo a eso, si dicho sector puede ser incorporado a una mayoría ganadora.