“Estamos preparados para competir porque siempre hemos competido”. Con esa frase, que repitió en varias oportunidades, Horacio Rodríguez Larreta dio este miércoles un golpe de timón a su estrategia electoral en la provincia de Buenos Aires y anunció el grito de guerra. El jefe de gobierno porteño y precandidato presidencial plantó bandera en la pelea interna que tendrá con Patricia Bullrich en todas las categorías, quizá con excepción de los distritos bonaerenses administrados por el PRO, que busca blindar, y arengó a los más de 30 dirigentes locales que no gobiernan, los denominados “sin tierra”, que lo acompañan en la campaña.
Ese mensaje político se coló en varias oportunidades de su discurso, que incluso amplificó más tarde su precandidato a la gobernación, Diego Santilli, durante el relanzamiento de la escuela de gobierno en el salón La Loma ubicado en el distrito de Esteban Echeverría. Con esta iniciativa, que ya había sido anunciada a mediados de septiembre del año pasado, el aspirante a la Casa Rosada busca construir una plataforma de gestión mucho antes de llegar al gobierno, para –dicen en su entorno– no encontrarse con victorias inesperadas en algunos distritos que lo obliguen a improvisar una gestión, tal como sucedió en Morón con Ramiro Tagliaferro o en Pilar con Nicolás Ducoté en 2015.
“Llegamos hasta acá compitiendo”, insistió Larreta en alusión a los triunfos internos que obtuvo ante Gabriela Michetti por la sucesión de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires y a la contienda que superó Santilli en territorio bonaerense contra el radical Facundo Manes en 2021. “Es una etapa de liderazgos y esos liderazgos hay que validarlos. Y tienen que elegir la gente. Tiene que elegir quién quiere que sea intendente, gobernador o gobernadora y presidente”, se sumó en la misma línea el propio Santilli.
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Para darle volumen político a la nueva definición interna, la usina de campaña de Uspallata, en cohesión con la de Santilli e incluso con la de su jefe de los equipos ténicos, el intendente Diego Valenzuela, preparó una fotografía con más de 30 dirigentes locales que no gobiernan sus distritos y pretenden hacerlo. De ese total, cinco fueron los que también hablaron: Evert Van Tooren, el concejal anfitrión, quien unos minutos antes estuvo en un café de Monte Grande junto a Larreta, Santilli y una multitud de vecinos y vecinas; Noelia Ruiz, legisladora oriunda de Mercedes; Gastón Di Castelnuovo, de Ituzaingó; Guillermo Viñuales, de Lomas de Zamora, y Martiniano Molina, de Quilmes.
Cada uno expuso sobre sus proyectos para sus municipios, incluso con plazos en caso de ganar en octubre, y con ideas de financiamiento. Temas de seguridad, infraestructura y desarrollo productivo fueron transversales en la mayoría de los discursos.
Hubo también varias ausencias, algunas de ellas con justificativos, que de todos modos motivaron suspicacias entre los organizadores. Ezequiel Pazos se bajó a último momento por un accidente de uno de sus familiares; Agustina Ciarletta, que formaba parte del vidalismo, dicen que estaba de viaje; y Segundo Cernadas, si bien se esperaba su presencia, finalmente, tampoco estuvo.
Pese a que el palomar que conduce el jefe de Gobierno de la Ciudad impulsaba hasta hace unas semanas un acuerdo por la “Y” o la “V”, es decir, postulaciones de consenso en las intendencias y en el tramo gobernación colgadas de las dos boletas presidenciales, es sabido que no tenía intenciones de negociar la provincia de Buenos Aires y mucho menos a Santilli, se apuesta y el dirigente de la oposición que mejor mide, según todas las encuestas.
Eso mismo indicó a Letra P a principios de febrero un funcionario con despacho en la sede gubernamental de Uspallata y lo ratificó otra fuente que integra la mesa chica del larretismo unas horas antes del encuentro de este miércoles en Esteban Echeverría. “El Colorado responde a Horacio; no hay posibilidad de que también sea el candidato de Patricia… si no les gusta así, pueden presentar a los suyos”, desafió este dirigente que conoce bien los movimientos internos del esquema de Bullrich, en los que todavía no hay definiciones sobre si el candidato a la gobernación será Néstor Grindetti, el que tiene mayor volumen político, historia partidaria y posibilidades de competir, Joaquín de la Torre o Javier Iguacel.
Larreta pondera el desarrollo territorial que tiene en el conurbano y no sólo contiene a sus dirigentes locales a través de la mesa de los lunes que preside Santilli en sus oficinas de la calle Salguero, sino también a través de su agenda de campaña: a mediados de abril estuvo en la cena de recaudación de fondos para la precandidatura de Lucas Aparicio en Malvinas Argentinas y sentó a su lado a otros hombres y mujeres del conurbano, como Julián Amendolaggine, de Berazategui, el concejal que integrante los equipos económicos de Santilli. También estuvo allí Héctor Griffini, de Luján, el distrito que Larreta más visitó en los últimos dos años, y Lucas Delfino, el único de los sin tierra que por su rol de presidente del Ente de Turismo porteño lo acompaña en algunas oportunidades a sus recorridas por el interior del país.
De esta forma, tal como viene contando este medio, la pelea de las dos facciones amarillas en territorio bonaerense se centra en si debe haber o no una interna entre Santilli y Cristian Ritondo y si debe haberla o no en la veintena de distritos que gobierna el partido. El larretismo aspiraba a blindar esos distritos y a alcanzar una precandidatura de consenso para la gobernación con el Colorado en la boleta, pero el titular del bloque amarillo en la Cámara de Diputados no se resigna y amaga con convertirse en el precandidato de Bullrich, quien además necesita que alguien le cuide la boleta en los distritos que gobiernan intendentes alineados a las palomas.
Sin definiciones sobre esta realidad, que ocupa la agenda de las últimas reuniones de la mesa del PRO, todo indica que, sin acuerdos, habrá competencia en todas las categorías.