El intendente de Olavarría, Ezequiel Galli, corre el serio riesgo de perder el control del distrito luego de ocho de gobierno. Es que si bien le ganó la interna de Juntos por el Cambio (JxC) al ritondista Dalton Jáuregui, la suma de sus fuerzas quedaron 3,5% por debajo de Unión por la Patria (UP), que se ilusiona con seguir creciendo y arrebatarle a la oposición ese distrito clave de la Séptima sección electoral.
El peronista Maximiliano Wesner recibió el apoyo de 17.345 votantes mientras que Galli arañó el respaldo de 12.674 personas. En lo que respecta a fuerzas políticas, UP alcanzó el 38,19% de los sufragios, seguida de JxC (35%) y La Libertad Avanza de Javier Milei (23%).
La derrota de Galli toma notoriedad más allá del distrito. Fundamentalmente porque es la cabecera de la sección, con más de 120 mil habitantes, seguido de lejos por Azul, que cuenta con unos 75 mil ciudadanos, que en cada comicio se torna determinante para definir la nueva conformación de la Legislatura bonaerense. De hecho, estos dos territorios, junto a Bolívar, General Alvear, Roque Pérez, Saladillo, Tapalqué y 25 de Mayo, son los que aportarán tres bancas en el próximo Senado bonaerense.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FMaximilianoWes4%2Fstatus%2F1691593603972231672&partner=&hide_thread=false
En esa pelea a Galli tampoco le fue bien. Perdió la pelea seccional por los lugares legislativos en disputa y sólo tendrá posibilidad de que ingrese uno de sus representantes. Alejandra Lorden, dirigente radical de extrema confianza de Maximiliano Abad encabezará la boleta de cara a octubre; Martín Endere, concejal que responde a Galli, irá segundo, y María Cristina Quibus, parte del armado de Patricia Bullrich, irá tercera.
Además, había muchas expectativas sobre el resultado que obtendría el intendente, sobre todo después del financiamiento y respaldo explícito que le otorgó Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli, que lo pusieron, además, en una vidriera de gestión con mucha visibilidad y le otorgaron el rol de armador con el que tampoco pudo cumplir.
Finalmente, los ocho años de gestión atravesados por denuncias de corrupción -con venta ilegal de terrenos, renuncias de funcionarios del área de Desarrollo Social por el uso de tarjetas de beneficiarios sociales y un plan de viviendas que fracasó-, sumados a la fuerte interna con Jáuregui, fueron determinantes no sólo para su derrota en las primarias sino, también, para que el peronismo se ilusione nuevamente con retomar el poder.