Desde la derrota electoral en las elecciones legislativas de 2021, el peronismo, con Máximo Kirchner a la cabeza, intenta convertir a Buenos Aires en el refugio de una coalición rota casi desde su nacimiento, con el objetivo de que ni los tiros en los pies, ni las esquirlas de una interna sangrienta impacten en el distrito del 38 por ciento del padrón electoral donde el kirchnerismo asienta sus pretensiones. La realidad terminó mostrando que, por más esfuerzos que hicieron, es imposible alambrar Buenos Aires. Nada está asegurado para el oficialismo, ni siquiera la provincia que comanda el dirigente mejor visto, Axel Kicillof.
La posibilidad de que el gobernador salga eyectado hacia arriba, a la competencia nacional, vuelve aún más incierto el panorama para Unión por la Patria (UP) en la provincia. Que a una semana del cierre de listas el gobernador no haya podido confirmar su electorado que va por la reelección alimenta las versiones de un corrimiento y retrasa un ordenamiento de campaña que en las intendencias piden a gritos.
Esa ventana abierta tensiona la relación entre Kirchner y Kicillof. El jefe de La Cámpora está convencido de que debiera ser el candidato a presidente; el mandatario insiste en que, aunque está “a disposición”, la mejor opción y “la natural” es que compita por la reelección.
De fondo, la discusión es desde dónde tracciona más votos, si desde la boleta de gobernador o desde la presidencial. Cuánto podría empujar el gobernador si arriba suyo tiene un candidato “ancla”, alguien que mide menos que él, se preguntan.
“¿Cuándo se vio que el que tracciona la boleta es el gobernador? Axel puede ser el mejor candidato, pero si tiene un candidato a presidente que resta no hay manera de remontarlo. El nivel de corte de boleta en la provincia es históricamente muy bajo”, asegura a Letra P alguien con muchas elecciones a cuestas.
En La Plata se defienden con la lógica inversa: “El objetivo es ganar la provincia para ganar la Nación”, dijo Kicillof después de una reunión con intendentes, aunque reconoció que necesariamente y por mucho alambrado que se ponga “lo que se haga en la provincia de Buenos Aires tiene que estar coordinado con la estrategia nacional”.
Unión por la Patria nació explotado. El mismo día de la conformación de la alianza, Kirchner hizo estallar la interna con un comunicado del PJ bonaerense. Por muchos intentos que se hicieron, al cierre de esta nota Daniel Scioli seguía decidido a competir por la interna presidencial y Victoria Tolosa Paz, por la gobernación bonaerense. Ambos pasean en ambulancia recogiendo heridos.
El derrotero llega hasta los municipios bonaerenses, donde el hijo de la vicepresidenta tiene una alianza firme con intendentes. Hay enojos porque en el reglamento interno para competir en las PASO se puso una cláusula que los obliga a tomar partido en la interna: no podrán ir colgados de más de una boleta presidencial, por lo que tendrán que someterse a la competencia interna en sus propios distritos, algo que siempre buscaron evitar.
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Aunque mayoritariamente los jefes comunales están alineados a la estrategia de Cristina Fernández de Kirchner y se muestran junto al ministro Eduardo Wado de Pedro, desfilan sistemáticamente por las oficinas de Tolosa Paz; algunos se prestan a la foto, como Gustavo Menéndez (Merlo) y Juan José Mussi (Berazategui), pero la mayoría lo hace en estricto hermetismo. El mismo día en que lanzó su precandidatura, la ministra estuvo reunida con un importante intendente de la Tercera sección y después de ese día las visitas siguieron.
Incluso hay jefes comunales que posiblemente opten -o sean forzados- a jugar con Scioli. Tal es el caso de los intendentes de Esteban Echeverría, Fernando Gray, de Hurlingham, Juan Zabaleta, o de Tigre, Julio Zamora.
“Es muy ingenuo pensar que los intendentes van a jugar encolumnados con el candidato de Cristina sin fisuras. Aunque estén en esa boleta van a repartir la boleta cortada con Scioli y los que tienen espalda van a hacer campaña con todos los candidatos”, asegura un hombre que se sienta a la mesa chica de un importante intendente del conurbano. Cuenta, además, que muchos jefes comunales ya le están armando la lista local al exmotonauta.
Tampoco tiene definido cómo jugar en territorio bonaerense el Movimiento Evita, que pretende plantar candidaturas en trece municipios. Hay posiciones encontradas dentro del espacio que lidera Emilio Pérsico respecto a si apoyar a Scioli o a quien sea ungido por CFK. Tal vez haya libertad de acción, según cada caso.
Sin embargo, quienes jueguen con el embajador y la ministra de Desarrollo Social romperán la promesa que le hicieron a Kicillof de apoyarlo como candidato a la reelección y deberán volantear para llevar en la tira a Tolosa Paz, con quien están enfrentados por las rencillas dentro del ministerio que comparten. Esa no era la opción que más le gustaba, pero tal vez sea la única posible si quieren tener candidatos distritales.
Por fuera de la interna política, el plan para alambrar Buenos Aires tampoco termina de ser exitoso ante la ciudadanía. Aunque la imagen de gestión de Kicillof es relativamente bien valorada, los estragos que está haciendo una inflación desbocada, especialmente en el conurbano bonaerense, da en la línea de flotación del peronismo. La provincia nunca estuvo asegurada, esa es la cuestión.
“Cuando caminamos los barrios, los reclamos son por la inflación y la inseguridad y, por más que queramos provincializar o localizar la campaña, es muy difícil; aunque expliquemos las diferencias que nos separaron del gobierno nacional, estamos pegados. No hay mucha vuelta para darle. Por eso es importante insistir en explicar que, pese a las dificultades, un gobierno de la derecha puede ser mucho peor”, dice a Letra P un dirigente que recolecta votos en el conurbano.