Un ida y vuelta chicanero entre Javier Milei y Carlos Melconian sobre la posible dolarización de la economía argentina fue el aperitivo de la gran controversia de la jornada: la desatada por el presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, al declarar que cualquier iniciativa en ese sentido sería inconstitucional. ¿El alto tribunal se erige ex ante como garante de la institucionalidad ante un programa de gobierno de ultraderecha –promesas de decretos y referendos, injerencia federal y eventual privatización de la educación y la salud, reversión de la jurisprudencia sobre derechos humanos, recortes a la coparticipación federal… – que choca en más de un aspecto con la Carta Magna? ¿O acaso se para en una posición de fuerza simplemente para negociar la suya con una eventual administración de La Libertad Avanza (LLA)?
En concreto, ¿podría quedarse el paleolibertario sin su promesa más ganchera o, acaso, las trabas legales, sumadas a las dificultades propias de la implementación de la reforma monetaria, llevarían a una transición larga y traumática? ¿Llevaría esta a una expectativa de devaluación permanente, alimentaría más el fuego de la inflación y provocaría, tal vez, una híper y una dolarización de hecho, a la venezolana?
Interpretaciones
"Todos los candidatos deberían leer la Constitución. Esto es la letra de la Constitución, no es mi interpretación rebuscada, retorcida", aleccionó. "Insisto: puede haber mil implementaciones de economistas sobre el tema", añadió en una entrevista con El País, pero la legal es una sola. La suya, claro.
Según el magistrado, la Constitución de 1994 "impone al Congreso defender el valor de la moneda. O sea, claramente, tenemos que tener una moneda. Esto no significa que no pueda haber otras, pero una moneda hay que tener", aseveró. Eso, aclaró, no quita que la divisa nacional pueda estar vinculada a otra o a otras, o convivir con ellas en un sistema monetario mixto. Ahora bien, "si abandono una moneda y me voy enteramente a la otra, es un camino que, para mí, es inconstitucional", zanjó. ¿Lo hizo?
–¿Al anticipar su opinión, no se expone Rosatti a tener que apartarse en caso de que la dolarización llegue a la Corte Suprema?
–Las reglas de excusación se interpretan, pero lo dudo porque la pregunta que respondió no fue "¿qué pasa si Milei dolariza?", sino una general. No creo que haya posible una excusación. Sería lo mismo si sentara posición sobre el restablecimiento de la pena muerte.
–¿La Constitución impone la existencia de una moneda nacional o simplemente faculta al Congreso a crear un banco central y a acuñarla, como dijeron los economistas de La Libertad Avanza?
–Esa es una pregunta que se repite desde la crisis de 2001. Hasta la reforma de 1994 era una cosa, pero esta incluyó el artículo 75, inciso 19, que impone defender el valor de la moneda.
–Lo cual implica que esa moneda exista…
–Exactamente. Y se diferencia el valor de la moneda propia y del de las extranjeras.
La letra
Se trata, entonces, de ver qué dice la Carta Magna en los incisos 6, 11, 12 y, sobre todo, 19 del mencionado artículo 75 sobre las atribuciones del Congreso.
La jurisprudencia sobre la cuestión apunta a que la imposición de defensa de la moneda supone que esta exista y que la responsabilidad del Poder Legislativo en esa materia no puede ser transferida, digamos, a un gobierno extranjero o a un banco central como la Reserva Federal.
En rigor, Rosatti ya había dicho lo mismo en mayo del año pasado, pero sus palabras toman hoy otra relevancia porque la dolarización ya no es una idea vaporosa, sino la principal promesa económica del candidato que ganó las PASO y que hoy encabeza las encuestas.
El equipo del paleolibertario salió a dar pelea como gato panza arriba. El principal ideólogo del esquema, Emilio Ocampo, defendió su lógica económica y pidió no caer en "juicios de valor". En tanto, el jefe de asesores Carlos Rodríguez –quien no comparte el entusiasmo del anterior respecto de una implementación veloz– argumentó que está vigente la ley 1.130 que establece la existencia de peso argentino oro, lo cual sería un gran argumento… si fuera cierto. La ley puede estar, pero esa no es una moneda realmente existente cuyo valor haya que mantener. No es por ahí, Rodríguez…
En tanto, el propio Milei se frenó a un solo paso de tratar al titular de la Corte de ignorante. Mejor la prudencia.
A Venezuela, pero por la colectora derecha
En un punto, la polémica parece un tanto sobrevalorada, dado que el propio presidenciable, carente de billetes verdes, ya no habla de dolarización en seco, sino de "competencia de monedas". A diferencia de Melconian, que plantea eso mismo, él admite que tal esquema llevaría en un plazo de alrededor de dos años a un abandono de hecho del peso y a una generalizada adopción del dólar, proceso que, de concretarse, mete miedo por suponer una huida en estampida de la divisa nacional, una devaluación permanente, un efecto inflacionario creciente, una licuación de ingresos y capitales y, finalmente, un reemplazo más fácil.
En tal escenario, desde ya, los argentinos y las argentinas nos convertiríamos en personas sumamente castigadas y pobres, y la dolarización de facto sería, como ocurrió en Venezuela, el único freno para la hiperinflación. Tantas veces se nos ha pronosticado caprichosamente ese destino que sería toda una paradoja que se concretara por el camino menos pensado: el que lleva a la derecha.
El rol de los supremos
La Corte Suprema se piensa como contrapeso en un eventual gobierno de ultra, ¿pero lo sería en defensa de la sociedad o en defensa propia?
Como sea, ello no necesariamente debe llevar a pensar en una relación de hostilidad dados los contactos que ya se han establecido y los centros que el propio minarquista le ha lanzado al tribunal. Por caso, al prometerle una autarquía financiera total, más generosa que la planteada por un proyecto, que ponderó, de Ricardo Lorenzetti. ¿La rivalidad con su comprovinciano habrá pesado en el aviso antidolarizador de Rosatti?
Si de gestos que van y vienen se trata, cabría recordar la conferencia que brindó en junio del año pasado Carlos Rosenkrantz en Chile, donde atribuyó a una "fe populista" la idea de que de cada necesidad surge un derecho porque, sencillamente, "no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades". Las nociones de distribución del ingreso y equidad tributaria son evidentemente ajenas al juez, quien acaso mediría más sus palabras si reparara en que lo que para él es un obviedad, en verdad no es más que una ideología recalcitrantemente conservadora.
Lo curioso es que aquellos dichos son repetidos, casi calcados, por Milei, por caso cuando festejó su primer puesto en las primarias o cada vez que tilda la justicia social de "robo" y "aberración".
¿Nos referimos a gestos deliberados? No. A una simple, pero significativa sintonía que debería ser tenida presente.