El faltazo del Frente Renovadoral acto que encabezó Axel Kicillofel lunes en San Vicente por el cincuentenario de la muerte de Juan Perón dejó expuesto el malestar creciente en un sector de la tropa de Sergio Massa con la jugada del gobernador, que en un futuro cercano podría traducirse en el alejamiento del massismo de los bloques de Unión por la Patria (UP) en la Legislatura bonaerense.
“Es un escenario que parece inevitable si se profundiza la interna”, dicen por estas horas en el massismo. El futuro que plantea el sector del excandidato presidencial es un posible éxodo de su tropa legislativa que forma parte de ambos bloques oficialistas. La amenaza es agitada por un sector belicoso de la fuerza, pero relativizada en el círculo más íntimo del propio Massa, que pide a sus figuras “no dividir ni romper nada” y apostar por la continuidad del acuerdo político que sustentó el Frente de Todos.
Un desaire a Axel Kicillof
El faltazo masivo a la Quinta de San Vicente, jugada adelantada el sábado por dirigentes del massismo que argumentaron que no querían ser “rehenes de la interna”, reavivó la tensión con Kicillof, que tuvo su pico máximo en el verano pasado.
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En ese momento, en pleno rearmado del gobierno provincial tras la reelección, legisladores del massismo abandonaron una sesión y amenazaron con dejar la bancada para exponer su enojo con la gobernación por supuestos acuerdos políticos incumplidos. En el centro de las miradas estaba Malena Galmarini, quien iba a ser designada como presidenta del Grupo Bapro, nombramiento que quedó en stand by por las diferencias con el gobernador.
Aunque las aguas se calmaron por las señales de buena onda y sintonía con Kicillof que el propio Massa se ocupó de mostrar, la nueva etapa política que muestra el mandatario embarcado en su instalación como figura nacional del peronismo en la carrera hacia la presidencial 2027 volvió a instalar los viejos cortocircuitos.
Sergio Massa y la interna
“No queremos ser rehenes de ningún tironeo interno ni de unos ni de otros. Más que actos para escucharnos entre nosotros, tiene que haber un ámbito que ordene nuestra acción frente al daño que produce Javier Milei a la sociedad Argentina. No es momento de disputas internas”, fue el mensaje que viralizó el massismo el sábado para coordinar un faltazo a todo nivel el lunes. Al acto de San Vicente no fue siquiera el ministro de Transporte bonaerense, Jorge D'Onofrio, el massista con mayor cargo dentro de la estructura del gobierno provincial.
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Horas después del acto, parte de la tropa massista confirmó su malestar por lo que entienden es una jugada acelerada de Kicillof. Además, la queja es que el gobernador pretende empujar al Frente Renovador a una interna que no es la suya. “No es el momento ni la forma y no coincidimos con el fondo”, resumen en este campamento del FR sobre el camino que emprendió el gobernador. “Faltan tres años y medio para la elección. Nadie que arranque ahora puede llegar sano”, es la advertencia del sector más confrontativo.
La rebelión de la tropa corre a la velocidad que habilita el propio Massa, quien mientras tanto dilata su reaparición pública y da señales de querer preservar el acuerdo político con Cristina Fernández de Kirchner y con Kicillof, con quien mantiene diálogo frecuente. Sin esa contención, la réplica podría detonar en la Legislatura bonaerense, donde todos conviven en los bloques de UP, pero con acuerdos endebles, que amenazan con volar por los aires.
Tironeos en Diputados
Un eje de conflicto latente es el de la presidencia de la Cámara de Diputados. En diciembre, se acordó un esquema entre Kicillof, un grupo de intendentes del conurbano y el massismo para que el sillón sea repartido un año y un año entre el sector de los jefes comunales y el FR. Este año está a cargo de Alejandro Dichiara, exintendente de Monte Hermoso. El año próximo le tocaría al massista Alexis Guerrera. ¿Se cumplirá ese pacto? En el edificio de la Legislatura bonaerense son cada vez más quienes lo ponen en duda.
La convivencia en los bloques parece cada vez más difícil. En Diputados, la tropa massista tiene mucho peso: son siete bancas que, de migrar hacia un interbloque, podrían inclinar la balanza en muchas votaciones. Especialmente si, como se especula, el FR empieza a funcionar en tándem con una bancada con muchos viejos conocidos: la de Unión Renovación y Fe, un bloque de origen libertario integrado por distintas fuerzas con ADN peronista.
En el Senado la situación es distinta, porque el massismo solo tiene una banca, la de Sofía Vanelli, que responde a Malena Galmarini.
“Siempre está latente la posibilidad de que se rompan los bloques”, advierten los massistas de cara pintada. “Lo que está en discusión es la reestructuración de la estructura de la Cámara. Nos llevaron puestos a fin de año. Ahora, en el bloque de UP siguen privilegiando el acuerdo con el PRO y los radicales que le votan todo a Milei. Es difícil que siga así”, complementan la advertencia que, por ahora, pende como la espada de Damocles.