La camarista habló de la situación penitenciaria. El Infierno, el cambio de paradigma en la Justicia y la "perspectiva de víctima".
Valeria Haurigot, flamante jueza de la Cámara de Ejecución Penal de Santa Fe, en una entrevista exclusiva con Letra P.
La jueza de la Cámara de Ejecución Penal de Santa Fe, Valeria Haurigot, ahondó en conceptos sobre la realidad carcelaria en la provincia. Hizo un llamado a cambiar la mirada resolviendo con “perspectiva de víctima”, ponderó la inversión en la materia y anticipó un debate sobre la inteligencia en las cárceles.
Haurigot, que también se refirió a la relación con el Poder Ejecutivo y el rol de la Justicia en la provincia, brindó su primera entrevista en el cargo, recibió en su despacho a Letra P y dio su mirada sobre temas neurálgicos para la seguridad. “Me tocó ser fiscal de las balaceras a las escuelas, el peor momento en la historia en materia de seguridad en Rosario. No podemos esperar que vuelva a pasar algo así”, dijo ponderando los cambios en los controles dentro de los penales.
-¿Cómo están hoy las cárceles provinciales y federales en Santa Fe?
-Hay una situación crítica de superpoblación, sobre todo de presos y comisarías. Santa Fe, a diferencia de otras provincias y también del Sistema Penitenciario Federal, está invirtiendo fuertemente en plazas carcelarias.
-¿Alcanza?
-Aumentar la capacidad penitenciaria no es solamente tener más lugar donde meter a la gente, implica tener una mayor idea de cómo se va a hacer el tratamiento penitenciario y mejorar la posibilidad de que las personas que ingresan al servicio penitenciario obtengan mayores herramientas de resocialización.
-¿Hoy se cumple?
-Sin duda, pero obviamente mientras más comodidad y lugar haya va a ser mejor. Formando parte de la Fiscalía obtuve mucho conocimiento acerca de cómo influía la cárcel en la comisión de delitos, un 100%. Era un factor esencial para que se cometan los delitos más graves que mayor alteración han traído a la seguridad pública. El diagnóstico estaba claro, pero la solución se hace difícil.
-¿Esa solución puede darse con el aumento de plazas en las cárceles?
-Tener más plazas penitenciarias va a permitir también mejorar el régimen de alto perfil, lograr una hipersegmentación de los internos que ingresan a cumplir pena, evitar que se junten para cometer delitos o que se corrompa a otros internos que entran por otro tipo de delitos menos graves que terminan dependiendo de las organizaciones criminales o sufriendo violencia. También es necesario reglamentar el espionaje acústico, las intervenciones telefónicas, etcétera. Vamos a avanzar sobre eso.
-¿Cree que la cárcel para presos de alto perfil "El Infierno" que anunció Pullaro lleva al límite lo que permite la ley?
-El término Infierno, si se refiere con eso a mayor segmentación, a mayor seguridad adentro y afuera, si eso exclusivamente tiene que ver con esos puntos, está bien. Está previsto en la ley, es constitucional y además ha tenido convalidaciones de la Corte Suprema de Justicia. Lo demás es cómo debe ejecutarse la pena, segmentar, clasificar, diferenciar: no es llevarlo al límite, es hacer que se cumpla. El tema es que antes no se cumplía o quizás se dejaba a la libre interpretación. Por ejemplo, con el uso de celulares. Se llega donde se llega porque hubo previamente pruebas incontestables y objetivas de que no estaba funcionando la misión de la cárcel ni para la reducción de la reincidencia ni para la defensa de la sociedad ni para la resocialización.
-¿Por qué antes se dejaba hacer?
-Hoy tiene que ver con una firme decisión en materia penitenciaria tanto a nivel provincial como nacional, de no ceder un centímetro a lo que se conquistó y controlar permanentemente que esto no comprometa ningún tipo de garantía, porque lo que pasa en ejecución se responde de manera personal. En esto quiero destacar que el ministro (de Justicia y Seguridad) Pablo Cococcioni es especialista en ejecución penal. Nunca hubo un ministro tan particularmente calificado.
-¿Y qué ocurre si se comete un delito mientras tanto?
-Si en el tránsito institucional se comete un delito desde la cárcel, salvo casos excepcionales que puedan demostrar que no hubo tal incumplimiento o que no fue como parece en un primer momento, la consecuencia lógica va a ser la pérdida de los beneficios. Me tocó ser fiscal de las balaceras a las escuelas, el peor momento en la historia en materia de seguridad en Rosario, que se vivió con un enorme estrés para todas las instituciones que estábamos tratando de hacer algo para disolver esa situación. No podemos esperar que vuelva a pasar algo así. No es solo una cuestión de tiempo, sino que tiene que ver con la ejecución de la pena. Para eso también desde la Cámara de Ejecución hacemos un muy fuerte llamado de atención para que las causas se resuelvan con perspectiva de víctima.
-¿Y por qué se da esta discusión o cambio ahora?
-Hubo un movimiento que ya lleva también muchísimos años, décadas, de revalorizar a la víctima. No es algo nuevo, pero se venían de alguna manera contraponiendo los dos discursos como si fuera que uno no puede darle lugar al otro. O protejo al interno o protejo a la víctima. En realidad no es siempre así.
-¿Cómo debe ser?
-Hay que atender especialmente lo que dice la víctima, sobre todo en cierto delito o ante ciertas decisiones. Quizá su rol no va a ser central o podría no serlo en decidir si alguien es culpable o no, pero a la hora de darle una domiciliaria a un interno sí quiero saber qué piensa. Tiene derecho a saberlo.