Lejos de los primeros planos en la política doméstica, Arabela Carreras aguarda el momento para reaparecer. Dedicada a la docencia, la exgobernadora de Río Negro dialoga con diversos sectores de la oposición sin restricciones, con intención de construir las garantías para un regreso que disipe el sabor amargo de la derrota por la intendencia de San Carlos de Bariloche en septiembre pasado.
Sin retorno visible en la relación con Alberto Weretilneck y otras figuras del partido oficialista Juntos Somos Río Negro (JSRN), Carreras observa desde afuera del sistema político sus posibilidades a futuro.
Los trascendidos de un encuentro con la diputada Lorena Villaverde (La Libertad Avanza) generaron las condiciones para que su nombre resonara en los mentideros de la política, aunque quienes la acompañaron revelan que no es el único el espacio con el que tiene diálogo.
Carreras Weretilneck Bariloche
Arabela Carreras y Alberto Weretilneck.
Su quiebre con Weretilneck, que le valió llegar a la elección municipal de Bariloche en un clima enrarecido y con la tropa disuelta, la envió al ostracismo. Tras dejar la gobernación, sus primeros meses los invirtió en una chocolatería, que terminó vendiendo para avanzar en las inversiones gastronómicas, de las que finalmente desistió por la crisis de la coyuntura económica.
Hacer política en Río Negro
“Arabela habla con todo el mundo, con libertarios, peronistas, con todos los partidos”. La frase corresponde a quien fuera un colaborador estrecho del gabinete de la exmandataria y armador de su candidatura en Bariloche. A la cabeza de su círculo político, le baja el precio a un salto a la incipiente tropa libertaria, pero remarca su apertura al diálogo.
Recuerda el excelente trato que desarrolló con la intendenta peronista de General Roca, María Emilia Soria, hoy la principal figura de una oposición huérfana de candidaturas potables en Río Negro. Lo mismo se da con otras personalidades del radicalismo, que en su amplia variedad comulga en el denominado Gran Acuerdo que se gestó en 2023 con el sello de Weretilneck.
María Emilia Soria
Emilia Soria y Arabela Carreras mantuvieron una correcta relación en sus mandatos.
“Está guardada, es apetecible para cualquier proyecto provincial”, dice a Letra P su ladero, que se mantiene en comunicación permanente con Carreras.
La memoria guarda imágenes con personalidades que enfrentan al partido provincial, que maneja Río Negro desde 2012 tras el asesinato del justicialista Carlos Soria.
Volver a ser
Como gobernadora alcanzó un récord: aplastar en las urnas a quien representara entonces la esperanza del peronismo en Río Negro y la Patagonia, el hoy diputado Martín Soria. Llegó al gobierno ungida por Weretilneck, que jugó hasta el final la carta de la re-re y tomó el protagonismo central de aquella campaña cuando la Corte Suprema le bajó de un hondazo jurídico la chance de jugar por un tercer mandato consecutivo.
La contundencia de la victoria no impidió que el hoy sí gobernador por tercera vez y jefe político de JSRN le copara el gabinete de leales para controlarle cualquier movimiento. La tensión tuvo momentos altos y bajos, amagues de renuncia y un sabor amargo durante sus cuatro años al frente de la gobernación, condicionada en sus inicios por la pandemia de Covid-19.
Las últimas expresiones del oficialismo fueron críticas hacia Carreras. En diciembre último, el funcionariado criticó a la mandataria saliente. Tania Lastra, encargada de la mesa de la Función Pública, tuvo la expresión más dura por los compromisos salariales que se habían asumido en la gestión de Arabela.
"Quienes son los responsables máximos de la etapa que nos antecedió no están vinculados con esta gestión y no hay autocrítica. Más allá de que pertenezcamos al mismo signo político, es absolutamente distinta la conducción y la mirada sobre el Estado y sobre la responsabilidad de administrar los dineros del Estado". Esa lapidaria frase, se suma a otros temas, como la inminente venta de un avión comprado entre 2019 y 2023, que muestran una relación que parece irreconciliable.