La decisión de Alberto Fernández de no competir por su reelección tranquilizó a los líderes legislativos del Frente de Todos, que los últimos meses soportaron internas por la ausencia de una estrategia electoral que los guiara. Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, las dos principales referencias en el Congreso, se habían reunido este martes para planear un golpe de gracia al Presidente si insistía en competir como fuera. No fue necesario y ahora en ambas Cámaras están expectantes de sus definiciones.
Fernández tampoco tenía cómo defenderse en las tertulias legislativas, porque tras la partida de Victoria Tolosa Paz el Ejecutivo se quedó sin referentes en el Congreso. Los senadores que lo representaron en el debate del acuerdo con el FMI, el entrerriano Edgardo Kueider y el correntino Carlos Espínola, le apagaron el teléfono por las promesas incumplidas, rompieron la bancada y armaron otra con dos oficialistas (Guillermo Snopek y María Eugenia Catalfamo) y Alejandra Vigo, la esposa de Juan Schiaretti, uno de los gobernadores más críticos del Gobierno.
Tal vez el único gobernador que el presidente aún considere cercano es el entrerriano Gustavo Bordet. Sus diputados afines, Marcelo Casaretto y Carolina Gaillard, fueron los primeros en reaccionar favorablemente al tuit presidencial anunciando que el 10 de diciembre le entregará al bastón a quien lo suceda.
"Refleja su grandeza, compromiso con el pueblo y con la patria y merecerá el mayor de los reconocimientos porque han sido cuatro años muy difíciles donde ha gestionado priorizando la presencia del Estado para garantizar igualdad de oportunidades", sostuvo la presidenta de la Comisión de Juicio Político, de diálogo frecuente con el mandatario por su amistad con la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, de quien fue asesora en el Senado hace una década.
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El diputado Leandro Santoro bajó el perfil desde que la interna del Frente de Todos se descontroló y Eduardo Valdés, otro albertista en los papeles, nunca tomó partida y levantó la bandera de la unidad. Quienes lo frecuentan aseguran que su relación con el Presidente se quebró después de quedar implicado en las denuncias del vacunatorio VIP. "Valoro su mensaje, que tiene que ver con la unidad. Todos y todas somos indispensables para construir la victoria", dijo el exfuncionario de la Cancillería.
Las disputas en el frente oficialista complicaron la agenda legislativa en los últimos meses. Mientras se discutía el presupuesto, Massa aprovechó los diálogos con sus excolegas para negociar la eliminación de las primarias, que consideraba un paso clave para su candidatura presidencial, por la esperanza de un descenso de la inflación en el segundo semestre. Fernández desactivó esas gestiones, que resultaron inocuas cuando el liberal Javier Milei anunció que no acompañaría, aun cuando resultaba el principal beneficiado si sólo se votaba una vez. El ministro apostaba a convencerlo.
La guerra fría de Fernández con Cristina y Massa siguió con una convocatoria a Extraordinarias en enero con temas económicos que ni siquiera habían sido enviados al Congreso por el ministro, a la espera de la habilitación de la Secretaría Legal y Técnica y de algún gesto favorable de la oposición que nunca llegó. La cerrazón del Presidente con su candidatura mantuvo en rebeldía al kirchnerismo, que no impidió aprobar ninguna ley, pero ignoró las urgencias del jefe de Estado.
Cristina siguió con su agenda, que en las últimas semanas incluyó reuniones en su despacho y cumbres con referentes políticos y sociales. Cuestionó los off the record del Presidente durante un acto con Estela de Carlotto, quien nunca cortó su vínculo con Fernández y llegó a oficiar de mediadora con la vice, sin resultados favorables.
La semana pasada la vicepresidenta recibió a 18 sindicalistas que se sumaron al clamor por su candidatura presidencial. Fueron cuidadosamente seleccionados (la mayoría legisladores oficialistas o referentes de la Corriente Federal) y antes de ingresar debieron dejar el celular en una caja protegida por los custodios del Senado. Hugo Yasky, uno de los invitados, aseguró al salir que Cristina había dejado abierta la chance de competir.
Este martes la vice se enteró de la renuncia del asesor presidencial Antonio Aracre en su despacho del Senado y por la noche recibió a Massa, Eduardo "Wado" De Pedro y Axel Kicillof. El gobernador fue el último en irse y era una pieza clave para que Fernández desistiera de competir, al contar con instrumentos jurídicos para complicarle la vida en la provincia de Buenos Aires. En el kirchnerismo hay quienes lo imaginan como el único candidato presidencial posible si Cristina no revé su decisión de no ser "candidata a nada", aunque prefieren no pensar en ese escenario. Él, mucho menos.
Los senadores y las senadoras que frecuentan a CFK aseguran que su deseo es una fórmula Massa-Wado, aunque está sujeta a los vaivenes económicos, que no están siendo favorables. "Faltan 15 mil millones de dólares por la sequía, que no están y complican todo", se sinceró ante Letra P una de las autoridades de la Cámara alta, que visita seguido el despacho principal.
Los diputados y las diputadas del Frente Renovador no pierden la esperanza en remontar a su jefe, pese a que el alza de la inflación y del dólar blue parecieran enterrar sus aspiraciones. "Para nosotros siempre fue el candidato. Y hoy más que nunca", sostuvo ante Letra P una diputada que habla a diario con el ministro.
Quienes no son massistas y albertistas, la mayoría cercanos a gobernadores, evitan dar nombres y prefieren hablar de la necesidad de "un acuerdo político" para mostrar la unidad perdida y probar suerte, con o sin internas. Les hará falta.