LA CIENCIA, BAJO ATAQUE

Javier Milei y ¿un nuevo cientificidio?

La autora rechaza las políticas oficiales hacia la ciencia y la tecnología, pero a la vez apunta a un proyecto global que se propone modificar de raíz las relaciones sociales.

En 2017, escribimos un libro llamado Cientificidio, soberanía y lucha de clases, como modo de sintetizar el ataque que el gobierno de Mauricio Macri estaba llevando adelante sobre el sector de ciencia y tecnología de nuestro país. En aquel trabajo ubicábamos la relación entre ese ataque específico y sectorial con la pérdida de soberanía, en una relación de fuerzas configurada históricamente.

A ese ataque específico lo denominamos “cientificidio”. El macrismo desplegó una ofensiva particular sobre el sector de ciencia y la tecnología (CyT) como nunca, porque antes no existía un movimiento autónomo de trabajadores de la ciencia por fuera de las universidades públicas. Hasta aquel momento, las políticas de derecha (conservadoras, antidemocráticas y/o neoliberales) habían orientado sus golpes a las universidades, a estudiantes, a trabajadores de la universidad y al pensamiento crítico que ahí se producía (y se produce). Cada uno de los gobiernos de derecha en la historia argentina intentó un disciplinamiento sobre el movimiento universitario, de los cuales sólo nombraremos tres: la Noche de los Bastones Largos; la detención y desaparición de miles de estudiantes y docentes universitarios en la Dictadura y la Ley de Educación Superior del menemismo.

Esto no significa que no haya habido memorables combates, resistencias y victorias llevadas adelante por trabajadores de ciencia y tecnología a lo largo de la historia. Por el contrario, son las luchas de lxs trabajadores de los distintos organismos de CyT -particularmente de nuestro sindicato ATE- contra el desguace neoliberal postdictadura, las que van forjando un movimiento específico, con reivindicaciones propias y características particulares.

Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner recogieron esos reclamos y desarrollaron políticas expansivas del sector de CyT, aumentando significativamente el presupuesto destinado a la producción científica, ampliando notoriamente la masa de trabajadores del sector y creando el ministerio de ciencia.

El crecimiento sostenido de los organismos de ciencia (en especial de CONICET, pero no sólo) entre 2004 y 2015, implicó la plebeyización del sector de CyT. Miles de trabajadores nuevos nos incorporamos a los organismos, desempolvando el contenido hermético y elitista de los mismos. Miles de jóvenes que habíamos participado de las luchas universitarias de fin de siglo y de las épicas jornadas de 2001, nos sumamos a producir conocimiento, a colaborar con el abordaje de problemas científico-tecnológico nuevos, a aprender cómo hacer ciencia en nuestro país y a contribuir a su soberanía.

conicet7.png

También, fuimos dando peleas por mejorar nuestras condiciones de trabajo y por tener igualdad de derechos laborales. La agenda político-reivindicativa del sector se robusteció con la necesidad de federalizar las políticas, reconocer el trabajo del conjunto (independientemente de si se trataba de personal administrativo, investigadores, personal de apoyo o investigadores en formación), dar apertura a proyectos transversales sobre los problemas propios de nuestra región, construir una mirada latinoamericanista de la producción de conocimiento, etc. Definitivamente, muchos problemas subsisten, pero logramos consolidar un movimiento colectivo que pudo construir una agenda propia y un horizonte específico.

Este movimiento científico mostró su existencia y su eficacia poniéndose de pie ante el intento destructivo del macrismo desde 2015. Incluso antes de que asumiera Mauricio Macri, ya estábamos agrupadxs para evitar el desguace del sector, proteger nuestro trabajo y defender la soberanía científica. Para fin de 2016, habíamos tomado el ministerio de ciencia como punto cúlmine de un proceso de acumulación de luchas de un año. Esa toma tenía el reconocimiento de la sociedad que no cesaba de enviar su solidaridad, a través de las organizaciones e instituciones, pero también con un desfile de vecinas y vecinos que nos traían yerba, comida y ánimos para que resistiéramos y ganáramos esa pelea contra el ajuste.

Con el balance de aquellas luchas, publicamos en 2017 ese libro, que nos permitía explicar cuál era el proyecto macrista “cientificida” y cuáles los modos de enfrentarlo que estábamos desplegando. Esos cuatro años de resistencia también dejaron como saldo una reivindicación social sobre lxs trabajadores de la ciencia, que posteriormente se evidenció en el desafortunado “gobierno de científicos”.

Muchísimos trabajadores de CyT participamos de la algarabía colectiva que implicó sacar al macrismo y nos sumamos con entusiasmo a pensar cuál debía ser el nuevo gobierno, e incluso algunxs pasaron a ser funcionarixs. Sin embargo, el derrotero del gobierno del Frente de Todos demostró que no se trataba de ciencia, sino que hacía falta política, confrontación y audacia… todo lo que estuvo ausente.

ciencia.jpg

El costo social y político de que hayan llamado “gobierno de científicos” a una experiencia tan desesperanzadora como la que vivimos los últimos cuatro años fue muy alto. Algo del vínculo virtuoso del sector de CyT con la sociedad se erosionó. Dejó de tener gracia detener el día para prestarle atención al lanzamiento de un satélite e incluso, el enorme esfuerzo que hicimos produciendo ciencia y tecnología en la pandemia no pudo ser capitalizado socialmente. Los discursos terraplanistas y anticientíficos, junto con el aumento significativo de los problemas socioeconómicos, el deterioro de las condiciones de trabajo y la suba del costo de vida, hicieron que las políticas de soberanía científica dejaran de ser relevantes o significativas como modo de bienestar.

Se fracturó el fetiche del crecimiento a partir de la producción de CyT, pues todxs -incluyéndonos a lxs trabajadores de la ciencia- vivimos peor.

La explicación de la victoria de este gobierno de extrema derecha, ultraliberal y fascista tiene muchas dimensiones. La crisis económica internacional, la del imperialismo norteamericano, la emergencia de China, la crisis climática, la guerra, la incapacidad de proponer un proyecto popular que le dé sentido colectivo a la vida, la individualización de la existencia y varios etcéteras más. Pero no cabe dudas de que en estos poco más de cien días, este gobierno demostró una vocación férrea de destrucción del Estado Nacional, del Estado de Derecho y una manifiesta sumisión colonialista.

Desde que asumió Javier Milei, se mantuvo sistemáticamente en una política de profundización de la crisis, confrontando con la clase trabajadora en los aspectos económicos, sindicales y laborales; disputando con los gobernadores y despidiendo más de 15 mil trabajadores del Estado Nacional, que llevaban adelante políticas públicas en cada rincón de nuestro país.

Es absolutamente cierto que lxs trabajadores del CONICET venimos dando pelea desde que Milei asumió. Nos negamos a ver cómo se destruye nuestro trabajo de años, cómo despiden a nuestrxs compañerxs, cómo se desmantela un horizonte de producción de CyT soberano. Sin embargo, también desde el primer día nos dimos cuenta de que este no es un ataque contra nosotrxs. Este es un ataque contra la Patria.

No hay un cientificidio en marcha, sino que hay un proyecto político que se propone modificar de raíz las relaciones sociales cristalizadas en un determinado Estado, tal como las configuramos desde 1983, pero particularmente, desde 2001 hasta acá.

El modelo de Milei viene a trastocar los valores y sentidos que construimos como consensos acerca de cómo se edifica la justicia social. Nos desplaza diariamente los parámetros y por eso mismo sentimos un tembladeral, una incertidumbre sostenida, que no cesa y que no nos permite anticipar qué será de nosotrxs siquiera en unos meses. Este proyecto, que sin dudas tiene antecedentes (de a ratos es igual a la dictadura, o al menemismo, o al macrismo), no es igual tampoco. Se propone alinearnos con “Occidente” en el eje Estados Unidos – Israel, pero no ya en la clave de las relaciones carnales de la post caída del Muro de Berlín, sino en el momento en el cual Estados Unidos está atravesando la pérdida de la hegemonía internacional. No nos lleva al pasado, nos lleva a un futuro distópico de miseria y desigualdad, pero hacia adelante, no hacia atrás.

Cierto es que en ese futuro distópico no entra el sistema científico-tecnológico público, como tampoco la educación, la universidad y la salud públicas. No entra concebir un Estado capaz de fortalecer lo público por sobre lo privado, ni muchísimo menos lo comunitario. Se pretende el triunfo del individuo y por más abstracto que eso signifique, hay una definición de las clases dominantes vernáculas de eliminar las conquistas distributivas y de derechos que fuimos logrando con tanta lucha, en pos de un país para muy pocos. Que muera quien tenga que morir.

No hay un cientificidio en marcha. Hay un proyecto de desestructuración de lo conocido para intentar construir una sociedad donde un puñado viva bien y el resto sobreviva. Sin derechos, sólo privilegios.

Esto nos tiene que permitir dar un salto en calidad en nuestro sector de CyT: nadie se salva solx. Nuestras luchas parciales tienen que tender a confluir con el colectivo siempre más grande de quienes resistimos estas políticas siniestras. Eso hicimos cuando nos movilizamos a Tribunales contra el DNU, marchamos en el paro del 24 de enero, fuimos cientos de miles el 24 de marzo y defendemos a nuestrxs 15 mil despedidxs estatales. Eso mismo haremos el 23 de abril junto con el movimiento universitario y luego el 1° y el 9 de mayo con las centrales sindicales.

Somos orgullosamente parte de la clase trabajadora y el destino de la ciencia y la tecnología soberana está atado a ella, a su capacidad de resistir y a su entusiasmo y capacidad autocrítica y constructiva para vencer. Somos un movimiento dinámico, nutrido y ya con alguna experiencia histórica que vale la pena aprovechar de conjunto y no sólo para intentar salvar las políticas de nuestro sector. En eso estamos.

*La autora es doctora en Antropología, investigadora de CONICET y secretaria general de ATE CONICET Capital.

Sergio Massa en el último congreso del Frente Renovador. Silencio a un costado. 
Personal municipal fumigando para evitar la reproducción del mosquito que transmite el virus del dengue.

Las Más Leídas

También te puede interesar