La onda expansiva del conflicto gremial que desde hace cuatro meses sostiene el Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (SUTNA) con las empresas del sector no para de crecer. Primero, impactó en el mercado por la baja de la producción, que disparó los precios. Ahora, el fracaso de las negociaciones pone en riesgo la provisión de cubiertas y empieza a jaquear una cuestión sensible para las arcas del Estado, las divisas, debido a la necesidad de elevar el nivel de importaciones. Como si fuera poco, la crisis de desabastecimiento también empieza a encender alertas en el ámbito sindical ligado a la industria automotriz, que teme por las consecuencias sobre la actividad.
El reclamo por cuestiones salariales y el régimen de trabajo en el sector se inició en mayo y pasó de pantalla en las últimas semanas con las denuncias de bloqueos en las plantas de Fate, Pirelli y Bridgestone, que se encuentran en el mínimo de su producción. La compañía de capitales chinos con sede en Milán anunció días atrás el cierre de su establecimiento de Merlo y rechazó los bloqueos en un comunicado.
Las empresas apuntan a la intransigencia sindical, luego de que la decimonovena audiencia de mediación terminara la semana pasada nuevamente sin resultados. El gremio que conduce Alejandro Crespo reclama el pago al 200% de las horas trabajadas los fines de semana. Sin embargo, la discusión de fondo que irrita a la patronal es la demanda de una administración conjunta de las plantas que surge del SUTNA, la única organización comandada por el sindicalismo clasista en el ámbito gremial de la industria vernácula.
Crespo fue revalidado al frente del SUTNA en octubre pasado con el 73% de los votos y ganó en todas las seccionales. Proviene de Fate, la compañía que concentra casi el 40% del personal de la actividad que provee a la industria automotriz del país y que se especializa en la producción de neumáticos de mediano y gran porte que utiliza el transporte pesado.
Las cámaras del transporte siguen minuto a minuto la evolución del conflicto y, en especial, de las cifras de producción. Se estima que anualmente se producen en el país unas 750.000 cubiertas y la demanda ya supera largamente el millón. Este gap, agudizado por el parate de las plantas, vuelve inevitable un aumento de las importaciones en medio de las restricciones que impone el Banco Central. Otro acicate a los precios de los productos y, en consecuencia, a la inflación.
La otra presión
Con el diálogo entre las partes congelado y las medidas de fuerza en progreso, el impacto del conflicto no solo se traduce en el faltante de cubiertas que estresa al mercado, que pasa a depender prácticamente de la provisión de neumáticos importados. También empieza a subir la tensión interna. La retención de tareas eliminó desde hace varios meses las horas extras y los premios por productividad de las liquidaciones salariales, reduciendo los ingresos de unas 11 mil personas que trabajan en las tres empresas.
El achicamiento de las remuneraciones es significativo. En marzo, el pago por una quincena reportaba unos 130 mil pesos por todo concepto. Esa cifra orilla hoy los $85 mil.
La extensión de un conflicto al que no se le ve el final eleva la incertidumbre que atraviesa a la masa laboral del sector y empieza a extenderse al transporte de cargas, de pasajeros y de logística, donde aumenta la preocupación empresaria por los costos de reposición de los neumáticos. Son unas 400 mil personas las que están enroladas en esas actividades, donde pisan fuerte gremios como Camioneros y la Unión Tranviarios Automotor (UTA), liderados por un sindicalismo peronista con poco feeling por la izquierda combativa.
En este escenario, el SUTNA busca lograr el pago de extras apalancado por el pico de demanda de los últimos meses, por los pedidos de las terminales automotrices y también por las restricciones para importar neumáticos. Un combo explosivo que hace peligrar la provisión de un insumo básico para la industria.