No hay precisiones sobre la forma, las personas, el contenido ni el lugar. Después de intentos fallidos, desinteligencias, señales contradictorias y una respuesta inicial negativa de Juntos por el Cambio, la convocatoria al diálogo que lanzó el oficialismo quedó en punto muerto hasta tanto se avance en la definición de los detalles y se cierren algunas diferencias internas sobre los posibles interlocutores.
“Se empiojó todo”, fue la definición que dieron en la Casa Rosada ante la consulta sobre el detalle de las conversaciones con figuras de la oposición que la semana pasada había iniciado el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, con el aval de Cristina Fernández de Kirchner y de Alberto Fernández. Desde la oposición señalaron que la convocatoria debe hacerse en el ámbito del Congreso.
De Pedro había hecho un primer sondeo informal entre referentes con quienes tiene buen diálogo dentro del radicalismo. Habló con el presidente de la UCR, Gerardo Morales, y con los diputados radicales Facundo Manes y Emiliano Yacobitti. También llamó al presidente del bloque de la Coalición Cívica, Juan Manuel López. Desde la Balcarce 50 salieron otros llamados. El secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, también habló con Morales. El gobernador de Jujuy había conversado directamente con Cristina después del intento de magnicidio que sufrió la vicepresidenta.
Aunque en el Gobierno vieron en el radicalismo una buena predisposición, hasta el cierre de esta nota nada había prosperado. El jefe del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, Mario Negri, salió a cruzar a De Pedro apenas se filtró el contenido de las conversaciones. En la Casa Rosada interpretaron que la reacción del cordobés obedeció a un recelo sobre el diálogo entre De Pedro y Yacobitti, que apoya en Córdoba a su rival, Rodrigo de Loredo.
Hacia adentro del Gobierno también hubo algunas críticas. Cerca de la vicepresidenta hay quienes señalan que la cadena nacional del Presidente, la misma noche del atentado fallido, no contribuyó a tender puentes. Entienden que esa era la oportunidad para abrir la convocatoria para el día siguiente y dejar, en todo caso, expuesta a la dirigencia que no concurriera. Fernández decidió decretar un feriado de reflexión y la marcha a Plaza de Mayo terminó con un espíritu más oficialista que de defensa plural de la democracia. El feriado también recibió algunos cuestionamientos.
En el entorno presidencial dicen, sin embargo, que otra decisión podría haber expuesto a Fernández a una mesa vacía si la oposición reaccionaba como lo hizo después, con el rechazo. Es, obviamente, una hipótesis contrafáctica. Los críticos internos creen que, por el contrario, hubiera puesto en un problema a Juntos por el Cambio. En el radicalismo hay quienes sostienen lo mismo. “La UCR hubiera ido, el problema lo tenía el PRO”, le explicó un vocero radical a Letra P. Ahora, en los dos espacios creen que hay que esperar a que baje un poco la espuma para avanzar.
“Lo que no puede ocurrir es que haya una teatralización del diálogo", le dijo el lunes a este portal el titular de la UCR bonaerense, Maximiliano Abad, que participó del homenaje a Antonio Cafiero. Abad precisó, además, que el diálogo “debe ser en el marco del Parlamento, con un temario concreto”. Por historia común, el radicalismo es el interlocutor predilecto para el peronismo. Las terminales comunes son mútiples.
Dentro del gabinete nacional también hay ministros que entienden que el Congreso sería el ámbito ideal para el avance de las conversaciones. “Es el lugar donde están representados todos los espacios, el lugar institucional que corresponde”, apunta un ministro de peso en el Gobierno. ¿Eso implicaría convocar solo a las cabezas de los bloques o también a las autoridades partidarias? ¿Incluiría a otros actores de la sociedad civil? ¿Quién sería “el externo legitimante”, como fue la Iglesia cuando Eduardo Duhalde convocó al Diálogo Político post-2001? Sobre esto tampoco hay definiciones. Los bloques del FdT en el Congreso no recibieron noticias al respecto. En Diputados no hay acuerdos ni para prorrogar impuestos.
El factor Patricia Bullrich no es menor en este punto. La presidenta del PRO fue la única figura relevante que no repudió el intento de magnicidio en el momento y en el Instituto Patria le apuntan tanto a ella como a los sectores libertarios por “generar el plafón” con el que se mueven grupos radicalizados antikirchneristas como los que se movieron durante la pandemia contra la cuarentena, los que protagonizaron una marcha violenta con el lanzamiento de antorchas a la Casa Rosada o los que escracharon a Sergio Massa cuando asumió como ministro. Ni De Pedro ni Cristina tienen previsto tender puentes con Bullrich. En Balcarce 50 tampoco hay voluntad ni creen que Bullrich vaya a prestarse a la escena. Con la Coalición Cívica pasa algo parecido. López tiene diálogo con De Pedro, pero Elisa Carrió prácticamente se burló del atentado.
En tanto, Horacio Rodríguez Larreta mantiene diálogo con el ministro del Interior, aunque cerca suyo admiten que la presión interna de los sectores duros del PRO lo tiene contra las cuerdas. Antes del atentado, Máximo Kirchner lo había llamado a “sacarse de encima” a Mauricio Macri. “Se espiaban entre ellos mismos. Al jefe de Gobierno le detonaron prácticamente la vida espiándolo”, dijo Kirchner.
La semana pasada, Macri recibió en su celular un llamado de Eduardo Valdés, el diputado del Frente de Todos que mantiene, desde hace décadas, una relación de amistad con el Presidente y tiene un vínculo de extrema confianza con Cristina. Valdés lo llamó para solidarizarse por las amenazas que recibió el expresidente vía redes sociales. Macri escuchó en el filtro de su celular el nombre del diputado y no lo atendió. Valdés le mandó un mensaje por Whastapp. El exmandatario no respondió. En cambio, Valdés logró hablar con Bullrich, a quien conoce desde sus tiempos de militancia conjunta de juventud en el peronismo porteño. La llama, en broma, para irritar a la platea, “mi amiga Patricia”. No tiene la misma mirada sobre Bullich que la guardia pretoriana camporista de Cristina. A diferencia de De Pedro, que responde a Cristina, Valdes se mueve como líbero.
El episodio de la misa de Luján tampoco colaboró. “Quizá fue precipitada la convocatoria”, admitió este martes el secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque. En el oficialismo aceptan que la oposición no terminó de comprender si la misa era parte de las conversaciones o si, en realidad, se buscaba armar una mesa de diálogo. Por parte de JxC, solo concurrieron dos intendentes radicales. La llegada de Massa desde Estados Unidos también genera expectativas de avance. El ministro de Economía tiene interlocutores de peso en la oposición. Es amigo de Horacio Rodríguez Larreta y otros peronistas PRO, como Cristian Ritondo. Con los radicales, como Morales, supo generar acuerdos electorales en las provincias. Massa invitó a Julio Cobos a sumarse al viaje a Washington. El exvicepresidente tenía intenciones de viajar, pero no pudo hacerlo por una cuestión médica familiar.. En el Gobierno aseguran que, después de los desencuentros, el diálogo tendrá nuevos capítulos mejor escritos.