La ministra de Economía, Silvina Batakis, inicia este lunes en Washington una serie de reuniones clave a pesar de la cancelación de la visita del presidente Alberto Fernández debido al cuadro de covid que atraviesa su par estadounidense, Joe Biden.
Con la compañía de la secretaria de Política Económica, Karina Angeletti, y el apoyo local del embajador Jorge Argüello, Batakis se entrevistará con segundas líneas del Departamento del Tesoro, en especial el influyente David Lipton, uno de los arquitectos, en tiempos de Donald Trump, del paquete récord de financiamiento que recibió Mauricio Macri del Fondo Monetario Internacional (FMI). Con aquel y con Michael Kaplan y Andy Baukol, intentará obtener el apoyo político que aceite el trámite de los waivers que el país debería pedir ante el probable incumplimiento de las metas en la próxima revisión del organismo.
Con Kristalina Georgieva y la mesa técnica del FMI buscará evitar que los desvíos fiscales, monetarios y en materia de acumulación de reservas dejen en coma el acuerdo de refinanciación de la deuda. El entendimiento es una de las pocas y frágiles anclas para las expectativas en torno al tipo de cambio. Mantener vivo ese pacto es, además, lo que permitiría continuar el flujo de dólares que permita hacer frente a los pagos debidos al Fondo y evitarle al país el abismo de un default que gatillaría un cierre total de la asistencia de otros organismos multilaterales.
Además del encuentro previsto para esta martes con empresas con intereses en el país, la ministra participará en otros encuentros clave, por caso, con funcionarios del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de quienes dependerá que se destraben desembolsos cruciales para diversos proyectos que, en definitiva, son divisas que ingresan al Banco Central.
Si con Lipton deberá poner cara de piedra para evitar reproches por lo que fue, en definitiva, un paquete que endeudó a varias generaciones de compatriotas para darle chances a Macri en las elecciones de 2019, lo propio ocurrirá en el BID. Allí, reina Mauricio Claver-Carone, en la época representante estadounidense ante el Fondo y hombre que reveló, tiempo después, la verdad de que esos 57.000 millones de dólares buscaban evitar el retorno del "populismo". Claver, un ultraderechista de origen cubano, es un caballo de Troya que dejó el trumpismo, que forzó incluso la tradición que reservaba la silla principal del BID a un latinoamericano. Ni Bien ha logrado sacárselo de encima y el hombre está sentado, ahora, sobre préstamos que la Argentina necesita con desesperación y ascienden a 500 millones de dólares, cifra que se elevaría en septiembre a más de 800 millones. Al amigo todo y al enemigo, ni justicia.
La conexión local del billete verde
La semana cambiaria será otra vez desafiante. Con el blue a 338 pesos, en lo que hace a los tipos de cambio alternativos, pero legales, este es el punto de partida tras el breve respiro del viernes:
Fuente: Rava Bursátil.
La brecha ya hace estragos en los precios de los autos, los bienes durables y, lo más sensible, los alimentos. Ante eso, la senadora Juliana Di Tullio propuso controlar la cotización del blue a través de un expediente simple: “Tenemos que movilizar a la Policía Federal a cada casa de cambio". Corta la bocha.
La mujer es expeditiva: hoy ya casi no se habla de eso, pero fue una de las impulsoras de encontrar y gravar los capitales fugados para pagar la deuda externa, algo para lo cual –según sus cálculos– no solo habría recursos suficientes, sino que hasta podrían sobrar. La "brillantez" de lo simple.
La presión devaluatoria de la que viene dando cuenta Letra P no da tregua y hay sectores del Gobierno que pretenden desactivarla reforzando las reservas del Banco Central a través de la apertura de una ventana que permita al campo liquidar granos retenidos por un tiempo determinado con una reducción de retenciones o una mejora del tipo de cambio.
En el almuerzo que mantuvieron el sábado en Olivos, el Presidente y Cristina Kirchner tocaron sin éxito esa iniciativa que cuenta, según señala Jaime Rosemberg en La Nación, con el patrocinio de Batakis, Sergio Massa y Daniel Scioli, pero que choca con la resistencia del cristinismo y del titular del Central, Miguel Pesce, quien teme que los sucesivos desdoblamientos terminen por hacerle imposible la tarea de contener los pedidos de todos y cada uno de los sectores económicos por contar con su propio tipo de cambio.
Además, la oferta de un descuento de diez puntos de retenciones con una liquidación de 2.000 millones de dólares realizado por las cerealeras parece un sacrificio político demasiado grande –no ceder ante "el campo" es una bandera K– a cambio de muy poca cosa. Muchos aseguran que no sale, pero la polémica sobre el "dólar agro" recomienda mantener los radares encendidos, sobre todo, porque la debilidad es grande.
Para sazonar el "debate de ideas", el secretario de Agricultura, Matías Lestani, aludió a sus colegas de gabinete –¡y al propio Presidente!– al señalar que "acusar al productor de especular es no conocer la dinámica del campo". El de Fernández es, definitivamente, un gobierno de librepensadores.