LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) Distante de la fisonomía robusta que envolvió los sueños presidenciales de 2015, la ola naranja con la que –a fuerza de marketing más que de estructura– fue etiquetada la escudería sciolista hoy reaparece en la escena nacional posicionada como una corriente templada tendiente a morigerar la fuerza centrífuga del picado mar político y económico que azota al gobierno del Frente de Todos.
Daniel Scioli asumió como ministro de Desarrollo Productivo acompañado de varias referencias de su pasada administración bonaerense en cuerpo presente, algunas de las cuales ya venían ocupando casilleros –en segundas y terceras líneas– dentro de diversas estructuras estatales y otras que se van sumando por estos días al Ministerio de Economía nacional tras la designación al frente de esa cartera de Silvina Batakis, quien hubiese ocupado ese lugar en diciembre de 2015 si el exmotonauta hubiera llegado a la presidencia.
Como contó Letra P, en la Secretaría de Política Económica desembarcó Karina Angeletti; Martín Di Bella, quien dirigió durante un tramo de la gestión Scioli la Agencia de Recaudación bonaerense (ARBA), es el secretario de Hacienda; Martín Pollera, en Comercio Exterior, y Eduardo Setti, en Finanzas. También se suman en otras áreas Luciana García y Hernán Garcia Zúñiga, quienes, junto a Angeletti, además de haber coincidido en la administración bonaerense naranja, también confluían por entonces en una misma agrupación, Peronistas Sin Fronteras, creada y liderada en aquellos años por el exministro de Infraestructura Alejandro Arlía. Juan Manuel Pignocco, quien fuera senador provincial, asumirá el cargo de jefe de gabinete de asesores del Ministerio de Economía.
Abordada por Letra P, una voz que integró el gabinete sciolista en la provincia y asistió a la asunción del hoy ministro de Desarrollo Productivo celebró que “funcionarios que funcionan estén en los lugares donde tienen que estar”, al ponderar –con reminiscencias a la ya célebre frase de CFK– no solo la designación del exgobernador, sino también la de Batakis y compañía. Que la ola naranja tenga marea alta de desembarcos en el Gobierno despierta resquemores en la flota massista y especulaciones en torno a las aspiraciones a 2023 del exembajador en Brasil.
Diversas fuentes que se encuadran como leales a Scioli exhiben extrema cautela a la hora de hablar de pretensiones presidenciales. Recalcan que el ministro solo tiene el foco puesto en la gestión y que no envió ninguna directriz de corte político. De darse, aseguran que Scioli será “respetuoso de lo que el Presidente pueda determinar”. Así, recalcan que no habrá movimiento alguno que no tenga luz verde de Alberto Fernández.
Bajo ese cielo, saben que la coyuntura tormentosa obtura proyecciones a mediano plazo y vaticinan un panorama más claro hacia finales de año, cuando comenzarían a darse definiciones que permitirían desempolvar estructuras.
Varias agrupaciones que alimentaron el caudal de la ola naranja quedaron inactivas post derrota 2015. La más atravesada por la cruzada presidencialista del entonces gobernador llevaba directamente sus iniciales: La DOS (Daniel Osvaldo Scioli). Aquel espacio fue impulsado en 2012 por el principal armador político, el entonces jefe de Gabinete bonaerense Alberto Pérez. Actualmente con un lugar en el directorio del Banco Hipotecario, Pérez mantiene un bajo perfil pero sin perder su lugar como hombre de confianza del ministro de Desarrollo Productivo.
Cuartango, referente del Grupo Descartes, presente en la asunción de Scioli al frente de Desarrollo Productivo.
En aquel esquema también confluían referencias como Cristina Álvarez Rodríguez, Martín Ferré y Rodolfo Manino Iriart. La primera, ocupa hoy el mismo cargo de ese entonces, ministra de Gobierno bonaerense, y se encolumna en la Corriente Nacional de la Militancia. Ferré, exministro de Desarrollo, ocupa un asiento en el directorio del Banco Nación. En tanto, Iriart, por aquellos años una de las espadas legislativas del sciolismo, es actualmente director de Correo Argentino.
Iriart mantiene una estrecha relación con Scioli, algo que quedó plasmado en el desembarco del ministro en Mar del Plata. En esa sintonía naranja también se ubica la diputada provincial escindida meses atrás del bloque del FdT Débora Indarte, esposa de Iriart, que decidió conformar un unibloque en medio de las tensiones que su espacio mantiene en la interna marplatense con La Cámpora.
Otro espacio forjado bajo el cielo naranja fue La Juan Domingo. Un dato que no parece ser casual es la reunión que días atrás tuvieron algunos de los referentes que la promovieron en tiempos de sciolismo explícito. En una cena enmarcada en el aniversario del fallecimiento de Juan Domingo Perón, algunos de los comensales presentes fueron el exintendente de Avellaneda, Baldomero “Cacho” Álvarez de Olivera, el exlegislador naranja y hoy funcionario quilmeño Alberto De Fazio y el exsecretario de Niñez y Adolescencia de la gestión Scioli, Pablo Navarro, hoy secretario general de la Universidad de Morón, entre otros.
Cerca de esa mesa, algunas fuentes consignaron a Letra P que el encuentro no fue más allá del análisis de la coyuntura y que, al momento, no existe directriz alguna de Scioli para avanzar en una construcción a 2023. Pero, bajo este clima de resurgimiento, hay quienes no descartan posibilidades: “Si hay que ponerse activos, lo haremos”, avisan con la foto de la cena de reencuentro como marco.
La Juan Domingo, agrupación de raíz naranja, volvió a reunirse en una cena días atrás.
Quizás la única rama del árbol sciolista que mantuvo actividad fue el Grupo Descartes, liderado por el ministro de Trabajo de las dos gestiones bonaerenses de DOS, Oscar Cuartango. Allí, definen al sciolismo como una fuerza de reserva siempre lista para salir a combate. Con esa visión, dejan abierta la puerta a futuras batallas electorales.
Más allá del entusiasmo que no ocultan algunas voces –“hay expectativa”, admiten–, ponen por delante el panorama crítico en materia de político-económica. “La cabeza está puesta en el ministerio, en organizarse”, aducen voces que dialogan con el exgobernador, a quien le ponderan su hiperactividad: “En la primera semana hizo cinco reuniones con gobernadores, con las cámaras empresariales más grandes y recorrió cuatro provincias”, resumen para recalcar que toda pretensión política hoy está atada al resultado de la gestión. “En el caso de que decida hacer lo que quiera” en 2023, Scioli cuenta con soldados que prometen encuadrarse bajo sus aspiraciones.