Mariana Herrera Piñero

“Somos la prueba científica de que los crímenes de la dictadura sucedieron”

El Banco Nacional de Datos Genéticos cumplió 35 años. Su titular habla del trabajo de hormiga en la búsqueda de nietos y nietas. Retos más allá de la ciencia.

A lo largo del camino que recorrieron y recorren para encontrar a los nietos y las nietas que la última dictadura les arrebató, las Abuelas de Plaza de Mayo han enfrentado peligros, derribado barreras y construido imposibles. Algunos de esos mojones superaron el objetivo de abrazar a aquella sangre de su sangre y se convirtieron en hitos en la historia del país y del mundo. “Uno de los méritos de las Abuelas fue construir una institución pensando en asistirlas en su búsqueda que hizo historia y construyó herramientas que hoy y en el futuro podrán ayudar a otras luchas que tienen en la identificación una vía de reparación de graves violaciones a los derechos humanos”, evaluó Mariana Herrera Piñero, la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), uno de los imposibles que las Abuelas dieron a luz 35 años atrás.

 

El BNDG fue creado el 1 de junio de 1987. Desde entonces, archiva material genético y muestras biológicas de familiares de personas secuestradas y desaparecidas durante la dictadura militar argentina que buscan a hijos o hijas de esas víctimas con el objetivo de cruzarlo con ADN de esos posibles hijos e hijas e identificarlos: determinar el “índice de abuelidad” que las Abuelas de Plaza de Mayo habían logrado que la ciencia a nivel mundial crease a partir de su búsqueda.

 

“El BNDG es el primer laboratorio de genética forense en la Argentina que nació dedicado a identificar vínculos de filiación entre personas y sus familiares sin el material genético de padres y madres. Tuvo que construir su camino al andar”, apuntó Herrera Piñero en esta entrevista en la que, insistió, “fue un camino muy difícil porque se tuvo que crear una respuesta a algo que nunca se había planteado de realizar en el mundo: identificar nietos, no hijos”.  

 

"El hallazgo de un nieto es una reparación. El rol del banco es la prueba científica de que los crímenes de la última dictadura sucedieron"

–¿Cómo fue construir ese camino?

 

–Durante los primeros tiempos, estaba todo por crearse. No había estandarización de la genética forense en ningún país de la región y ningún laboratorio de la región hacía lo que se propuso el banco. El desarrollo de tecnologías y marcadores que logró el banco durante su primera etapa fue bastante limitado. El estudio de cada caso era bastante manual, pero después empezamos a trabajar en la estandarización de los procedimientos, creamos nuevos marcadores más específicos y los resultados comenzaron a notarse.

 

–¿Cuándo se empezó a evidenciar la mejora?

 

–Desde los 2000: unos 67 casos resueltos entre 2000 y la actualidad. Siempre el banco estuvo y está buscando cómo alcanzar más rápido y mejor el objetivo para el que fue creado: el hallazgo de los nietos. 

 

–No hay una restitución desde hace dos años. ¿Se debe medir el éxito o fracaso de la institución en términos de cantidad de nietos encontrados?

 

–Todo desarrollo científico tecnológico alrededor de herramientas que pueden dar respuestas en relación a los nietos son éxitos que no solo sirven para esa búsqueda sino que pueden servir para otras. Uno de los méritos de las Abuelas fue el de construir una institución pensando en asistirlas en su búsqueda que hizo historia y construyó herramientas que hoy y en el futuro podrán ayudar a otras luchas que tienen en la identificación una vía de reparación de graves violaciones a los derechos humanos.

 

"Uno de los méritos de las Abuelas fue construir una institución que hizo historia"

–¿Por ejemplo?

 

-Utilizar esas herramientas para analizar separaciones de familias producto de desplazamientos forzados en la región. Por otra parte, encontrar un nieto se relaciona con este desarrollo, pero también con lograr que esa persona se acerque al banco, y eso no depende de la ciencia sino de un montón de otros factores que atentan contra el proceso de identificación.

 

–¿Cuáles?

 

–El pacto de silencio e impunidad que sostienen aún los represores, por ejemplo. A 46 años de los hechos, todavía no dicen cuál fue el destino de los bebés que se robaron. Además, existe un número muy grande de personas que han sido adoptadas de manera irregular, compradas por familias y luego inscriptas como hijas propias, hechos amparados por una maquinaria estatal que apoyó estos mecanismos desde antes de que los represores los utilizaran para apropiarse de los bebés de sus víctimas.

 

–Eso es previo a la dictadura.

 

–Claro, había compra y venta de bebés, había médicos y jueces que participaban de esos mecanismos aportando su firma a documentos fraguados. La búsqueda de nietos es muy compleja por esto mismo: las Abuelas de Plaza de Mayo, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, la Unidad fiscal especializada están buscando una aguja en un pajar. Si una persona que duda de su identidad no se presenta a alguna de estas puertas pidiendo analizarse es muy difícil llegar a ella. Y el silencio no solo rodea a las apropiaciones de la última dictadura: los casos de adopción irregular también están rodeados de mucho silencio. Frente a eso, la ciencia no tiene respuesta.

 

Las abuelas Nélida Navajas y Estela de Carlotto junto a la genetista Mary-Claire King

–El BNDG interviene en la última etapa del proceso de búsqueda de un nieto o nieta, en la identificación propiamente dicha…

 

–Sí. El banco analiza muestras de personas que ya iniciaron el proceso de saber cuál es su identidad a través de Abuelas, la Conadi, la Unidad Fiscal. También recibimos muestras de familiares que buscan a quienes nacieron durante el cautiverio de sus padres o fueron secuestrados con ellos.

 

–¿Cuánto material preservan?

 

–Preservamos el material genético de los grupos familiares, tanto de los que se conformaron con el surgimiento de Abuelas, los casos de hijas o nueras que las abuelas sabían que habían sido secuestradas embarazadas o con sus niños pequeños. Son unos 100, como aquellos que fueron surgiendo con la visibilización de testimonios de sobrevivientes de la última dictadura. En esta vía interviene la Conadi que, desde 1992, incorporó casi 200 grupos familiares más. Todavía siguen sumándose, esto es un trabajo de hormiga. Uno más, ya que también trabajamos en el fortalecimiento de esos grupos. 

 

–¿De qué manera?

 

–Hace un tiempo desarrollamos un modelo matemático para diagnosticar si un grupo familiar está lo suficientemente completo como para estar en condiciones de afirmar que, en caso de contar con su muestra genética, podríamos encontrar al nieto o nieta que están buscando. Con esta fórmula diagnosticamos que teníamos un 33 por ciento de grupos familiares que no se encontraban en las mejores condiciones. Creamos un equipo de antropólogos forenses para exhumar los cuerpos de familiares que habían fallecido antes de dar muestra en el banco. Todas las semanas llegan al banco restos genéticos para completar grupos.

 

–Hace unas semanas, Ud. habló de la necesidad de que la sociedad se comprometa en la búsqueda de nietos. ¿Por qué?

 

Cuando asumí al frente del banco en 2014, vi que la tarea de la institución estaba invisibilizada. Es importante que la sociedad comprenda que nuestro rol es un proceso científico, porque muchas veces se descalifica a la búsqueda de los nietos. Nos han llegado a acusar de “prender la fábrica de nietos” cada vez que hallábamos a uno y, si bien sabemos que esas acusaciones provienen de un sector reaccionario, ese sector también está integrado por familias cuyos hijos pueden tener la edad de los nietos que buscamos y ellos a su vez tener hijos adolescentes que pueden llegar a hacerse preguntas sobre su identidad.

 

–¿Hay un rol científico con implicancias políticas?

 

El banco es un ejemplo concreto de que la ciencia tiene un rol político y ético importante. La búsqueda de nietos no es una fábrica. El hallazgo de un nieto es una reparación y el rol del banco es el elemento de prueba científica de que los crímenes de la última dictadura sucedieron. Que la muestra de sangre de un nieto o nieta coincida en un 99,99 por ciento con un grupo familiar del banco no es un saber popular: es ciencia, es indiscutible.

 

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