Enrique Merelas no tiene celular. Nunca tuvo y nunca tendrá. Para hablar con él hay que llamar a un teléfono fijo o escribirle a su pareja, Verónica Goldzamd. Merelas no usa redes sociales, no navega por internet y, cuando una agrupación opositora saca un comunicado que puede llegar a interpelarlo, alguno de sus colaboradores se lo imprime para que lo lea: esa lectura, por lo general en hoja A4, es su único contacto con quienes aspiran a terminar su eterno mandato en el club El Porvenir.
Como el coronel Aureliano Buendía, Merelas podría protagonizar cualquier novela de realismo mágico latinoamericano. Sin embargo, quienes lo conocen no se animan a romantizarlo tanto: en su legajo, lo que menos hay es un estilo literario. Merelas es el presidente de El Porvenir desde hace 40 años, lo que lo convirtió en una persona récord en Argentina: ninguna otra lleva ese tiempo al frente de una institución. Armando Cavalieri, mandamás del Sindicato de Empleados de Comercio, fue quien más se le acercó: sumó 32 años al frente de esa entidad, en la que continúa pero sin el cargo de secretario general.
Viejo amigo de Julio Humberto Grondona, que lo nombró al frente de las selecciones juveniles en los 90, en la época dorada de José Pekerman y Hugo Tocalli, Merelas también es el presidente del club que en las últimas semanas quedó bajo la lupa de algunas autoridades judiciales y de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) luego de que varios de sus jugadores fueran expulsados por aceptar dinero de casas de apuestas para dejarse hacer un gol en contra o forzar una determinada cantidad de córners.
A esos futbolistas –los expulsados y los que siguen–, Merelas les paga el sueldo en efectivo, por lo general dentro del vestuario. Es un método que se extiende a otras áreas más sensibles para la vida social del club: muchos socios de El Porvenir hace años que no pueden pagar sus cuotas porque Merelas directamente no los atiende. “Si sospecha que podés ser oposición, no te deja ponerte al día ni asociarte”, comenta un viejo hincha, ahora proscripto.
“Si la cobra, es solo en efectivo y te da un cartoncito. No hay factura, no hay nada. Puede cobrar él o su pareja, pero en realidad no hay socios porque no cobra la cuota”, le cuenta a este portal Gabriel Bran, uno de los referentes de la oposición en El Porvenir y muy cercano al concejal y vicepresidente del PJ Lanús, Agustín Balladares.
¿Qué democracia?
La cara de Merelas se conoce poco. El 30 de marzo, después de que estallara el escándalo de las apuestas en el plantel de El Porvenir, le concedió una entrevista al canal TN en la que reconoció que no le gusta hablar ni salir en medios. En ese móvil desde Gerli, Merelas lloró sentado en una de las butacas de la platea. “Me quería morir el lunes cuando vi que se estaban peleando los jugadores: entré a la cancha a ver por qué se estaban peleando y me contaron todo: que recibían plata por gol, por córner”, contó. Luego de eso, decidió separar a cuatro futbolistas del plantel.
De repente, el último equipo de la Primera C, condenado al ostracismo, adquirió una visibilidad inusitada en las últimas décadas: la Fiscalía número 6 de Lanús inició una causa por “averiguación de ilícito”, la AFA emitió un comunicado en el que anunció “severas y ejemplificadoras sanciones” y los medios se interesaron por investigar una trama que incluye pero excede por mucho a El Porvenir.
Unos días después de esa entrevista, Merelas volvió a sus viejos hábitos, que nunca se televisan: en la puerta del estadio Ghersinich, personal del club no dejó entrar al exárbitro Rubén Pascualino para ver El Porvenir-Lamadrid. ¿La explicación? Pascualino es uno de los posibles candidatos de la oposición si se fija, finalmente, una fecha electoral en el club.
Lo que sufrió Pascualino es una práctica habitual en Gerli: Mundo Porvenir, que transmite los partidos del Porve, solo puede hacerlo de visitante. De local, Merelas le prohibió la entrada, algo que se agrava porque implica la cancelación del derecho a trabajar. Hace muchos años, los métodos con el periodista Pablo Carrozza, que seguía la campaña del equipo, fueron bastante más violentos: algunos barras que respondían al presidente le clavaron cuatro cuchillos en las cubiertas de su auto.
En el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), Merelas acumula tres denuncias: en 2010, 2011 y 2017. Todas van en el mismo sentido. Las descripciones de quienes denunciaron, según al archivo del organismo estatal, refieren que "se les niega la posibilidad de asociarse" y el titular del club se dirige a estas personas como "vagos, borrachos, drogadictos”; "el Presidente del Club El Porvenir lo tomó del cuello y le gritó ‘judío de mierda’” o denuncian "violación a los Derechos del Niño" y "persecución política, dado que los denunciados no inscriben en listado al menor, por ser el padre parte de lista opositora".
En estos 40 años, Merelas ganó solo una vez en las urnas. Fue en 2006. “En realidad fue un bosquejo de elección, porque tenía dudosos padrones y controles en el día de la votación y no hubo intervención de la Dirección Provincial de Personas Jurídicas”, cuenta Bran.
En aquella ocasión, se presentaron dos listas. Una la encabezó Merelas. La otra, José Rico, un empresario dueño de frigoríficos. A fuerza de cargos o dádivas, muchas personas que componían la lista de Rico forman parte de la comisión actual de Merelas.
En 2012, la oposición logró la intervención del club a través de la autoridad provincial. Sin embargo, tras una apelación de la Cámara bonaerense, la resolución quedó sin efecto. Aun con todas las irregularidades comprobadas, Merelas siguió gobernando con sus cartoncitos y papeles, pero, sobre todo, porque supo construir un blindaje político ante tamaño desorden.
Mi cuñado
El verdadero sostén político de Merelas es su excuñado, José Luis Pallares, un senador provincial que responde al massismo, según sostienen fuentes cercanas a la institución. En el entorno del senador niegan ese apoyo y afirman que Pallares hace tres años que no forma más parte del club ni tiene relación con el titular del club. Hasta hace unos años, José Luis acompañaba a Merelas como vicepresidente de El Porvenir. Tito Pallares, su padre, fue presidente antes de que en 1982 llegara el actual titular del club. Pasaron más de 40 años. Ahora, en el marco de la estafa deportiva que puso en el centro de la escena a El Porvenir, un pedido reúne a todo el arco que se opone al viejo patriarca de Gerli: “Queremos democracia”.