Aunque con dificultades, Roberto Feletti lograba convivir con quien hasta el viernes 20 era su superior jerárquico: el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. El cambio de órbita de la Secretaría de Comercio Interior, concretada ese día en favor del Ministerio de Economía, lo dejó sin alternativas: la conciliación, incluso una tensa, era imposible con Martín Guzmán. Así, el inevitable camino de la renuncia deja ahora al titular del Palacio de Hacienda con todo el poder para manejar la economía nacional, aunque este sea uno muy menguado, como lo está el que le queda al propio Alberto Fernández.
Desplazada la línea cristinista de la posibilidad de bloquear el aumento y la segmentación de las tarifas de luz y gas para al menos contener el nivel de subsidios y su impacto fiscal, a Guzmán le quedaba, como último gran escollo, la presencia de Feletti, un hombre que, en las últimas semanas, no había ahorrado críticas a la conducción económica.
Finalmente, se cumple la consigna de que el Gobierno seguirá adelante con su plan, que no es otro que el negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), solamente con los funcionarios que están alineados, tal como anunció el propio ministro, que, según se encargó de detallar, transmitía una decisión del Presidente.
La vicepresidenta Cristina Kirchnerha hecho saber de una y mil maneras su disconformidad con la acción del Gobierno. Como nadie tiene vocación de romper el Frente de Todos, llegó la hora de que este sea, más que nunca, el gobierno del Presidente, quien se queda solo ante su destino y atado a Guzmán, lo que, según los resultados que obtenga, lo convertirá en el responsable de la resurrección del panperonismo o en el de su hundimiento definitivo en las elecciones del año que viene.
El –hasta ahora– inmortal Guzmán ubicó en Comercio Interior a un hombre propio, Guillermo Hang. ¿Qué hay que esperar de él?
"Lo que primará será la relación y la confianza con Martín, porque Guillermo es un hombre de su riñón, pero no es un especialista en administración de precios y va a tener que hacerse cargo de un área que es una papa caliente", le dijo a Letra P un funcionario con conocimiento de esta trama.
"Martín sale empoderado; ya nadie puede decir que es un ‘ministro de deuda’. No solo impuso su criterio sobre las tarifas y avanzó sobre Comercio Interior; también marca el paso en la producción de petróleo y gas en Vaca Muerta con el cambio de las reglas de juego cambiarias para las nuevas inversiones", añadió en relación con los anuncios de este martes.
Con Hang, la apuesta no va a ser a los supercontroles, una estrategia que –se debe reconocer– no da frutos en el largo plazo. Así, en materia de inflación, "será multicausalidad a pleno", anticipó la fuente, dando a entender que la receta será básicamente macro, fiscal y monetaria y que, en lo micro, buscará que el apoyo del Círculo Rojo a Guzmán se traduzca en actos de buena voluntad.
El ministro corre el riesgo de hablar con el corazón y obtener respuestas con el bolsillo, como le ocurrió en su hora a Juan Carlos Pugliese. Lo concreto es que, si su estabilidad dependerá de que la inflación comience a bajar mes a mes, su destino queda en manos de formadores de precios que se saben especialistas en comerse vivos a quienes se les ponen en el camino.
Nadie puede decir que Feletti no haya sido claro con sus diferencias. Las dijo, las repitió mil veces y las dejó explicitadas en una carta de renuncia intelectual y políticamente honesta.
"Considero que la actitud más razonable y profesional de mi parte es facilitar que el Ministerio de Martín Guzmán tenga libertad para seleccionar funcionarios y funcionarias que compartan el rumbo definido y el programa fijado", dijo.
Después de ponderar su trabajo y de explicar que hacen falta nuevas herramientas cuando la guerra en Ucrania dispara los precios de los alimentos en todo el mundo, el ahora exfuncionario señaló, por última vez, que "urge implementar una mayor coordinación del gabinete económico".
Las idas y vueltas inexplicables de Fernández sobre un aumento de las retenciones a los granos, algo vital para Feletti, fueron el desencadenante de la salida. Sin embargo, sus críticas de larga data a Guzmán, a quien le reprochaba no dar nunca una respuesta clara a sus observaciones, hacían imposible la convivencia.
Para Feletti, el ministro no tiene un verdadero plan, algo grave en su mirada porque la única solución posible al drama inflacionario es macroeconómica y no la que pueda ensayarse desde la política de precios. Para el exviceministro de Economía de Cristina, un programa digno de tal nombre debe alinear precios, tasa de interés y tipo de cambio, además de propiciar que los salarios crezcan en términos reales para que el consumo se recupere y alimente el crecimiento de la actividad. Además, reclama poner cuidado a la acumulación de reservas a través de una administración más agresiva de las importaciones, ítem que está impidiendo que el Banco Central le saque el jugo que debería a la temporada alta de las exportaciones de soja.
De todo eso, más que de las metas fiscales y monetarias pactadas con el Fondo, depende la salida, cree. También considera, en el contexto actual, una balacera en el pie el aumento de tarifas y la aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial que impone ese entendimiento.
Llegó la hora tan largamente deseada por Guzmán, la de poder aplicar, sin mayores ataduras, su visión profunda sobre el futuro económico del país. Lo suyo es un paso a paso de expectativas para "tranquilizar" a los agentes y soluciones fiscales y monetarias de largo plazo.
Lo que no verbaliza es qué debería pasar en el mediano plazo para que la inflación diera tregua, esto es cómo se llama el puente que une este presente difícil con ese futuro mejor. ¿Tendrá Hang la respuesta?