“Voy a competir aunque vos seas candidato”. Esas siete palabras, que escuchó de la boca de Horacio Rodríguez Larreta, sorprendieron la semana pasada al expresidente Mauricio Macri. No porque no esperaba que esa charla sucediera en algún momento sino por el contexto en el que se dio. Ocurrió durante la reunión de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio (JxC), que se realizó el pasado miércoles en el Instituto Hannah Arendt.
Cara a cara, el jefe de Gobierno porteño le anticipó al fundador del PRO que no tenía pensado abandonar su empresa presidencial aun cuando él decidiera presentarse como candidato a presidente en 2023. Tras escuchar la advertencia, el exmandatario no emitió palabra y, según pudo reconstruir Letra P, asintió con la cabeza a modo de remarcar un “está bien”.
En los días posteriores, Macri habló sobre ese momento con varios integrantes de su mesa chica. Fiel a su pasión futbolera, solo atinó a decir que la competencia siempre potencia a los jugadores, no importa el equipo. Es por eso que la confirmación de Larreta ante los empresarios del Foro Llao Llao no lo tomó por sorpresa. Ya lo sabía.
“Macri está en una posición muy cómoda. Crece, de forma lenta, en las encuestas sin tener que moverse. Cada vez que habla tiene una atención total. Si hoy se presenta, les gana a todos dentro de Juntos por el Cambio, lo sabe”, se cebó uno de los armadores del PRO a nivel nacional.
Cuando le preguntan directamente cuáles serán sus próximos pasos, Macri juega al misterio. Su agenda política para las próximas semanas incluye diferentes viajes a provincias y ciudades donde repite, una y otra vez, que la clave para una eventual victoria de JxC en los comicios de 2023 es mantener la unidad de la coalición opositora, ampliar la misma y evitar inmiscuirse en las cuestiones que el Frente de Todos (FdT) busca instalar en la agenda pública.
“Él quiere que todos compitan porque en la competencia se mejora el resultado, siempre”, dijo uno de los dirigentes del PRO que almorzó con Macri en los últimos días y que, justamente, le consultó por esa cuestión con Larreta.
No obstante, no todo es color de rosa para el expresidente. En los últimos días, su círculo más íntimo, pero también referentes de los anillos satelitales del macrismo duro, le remarcaron una cuestión no menor: tiene que evitar ser la cara de la derrota.
“¿Qué pasa si es candidato y pierde de nuevo la elección? Queda como el mariscal de la derrota”, analiza uno de los dirigentes del PRO que mayor tiempo pasa con el expresidente. Sin decirlo abiertamente, una de las condiciones que tiene en su cabeza Macri para decidir jugar o no responde a sus posibilidades de ganar.
“No va a jugar si no tiene la certeza de que tiene chances de ganar. De ahí su actitud desde hace meses. Sabe que es el dueño del mazo de cartas. Él es quien baraja”, agregó otro dirigente macrista. Mientras se decide, Macri oficia de consultor dentro de la coalición opositora en temas polémicos, como la incorporación o no del diputado ultraliberal Javier Milei.
“Está cómodo en ese rol. Hace escuchar su opinión, que por lo general se respeta”, expresa su entorno. Mientras estira su definición, si es que la habrá, prepara su agenda de mayo. Viajará a Estados Unidos, a Qatar y a Arabia Saudita. Esta semana, por lo pronto, partirá con destino a París, Francia, donde se prevé que se encuentre con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en una reunión que había quedado pendiente.