SEGUNDO TIEMPO

El status político de la ciencia y la tecnología en las provincias argentinas

El Gobierno destinará $13.000 millones a infraestructura y proyectos de investigación en todo el país. El vínculo entre el impacto y la jerarquía del área.

Al iniciar la gestión de Alberto Fernández, en 2019, tres de las cuatro provincias más urbanizadas de la Argentina más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no tenían Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación propios. Hoy, a dos años y cinco meses, el panorama para el sector científico de muchas provincias cambió en iniciativas, pero en la macroestructura política la situación sigue igual. Córdoba sigue siendo la única provincia que sostiene su estructura ministerial. Santa Fe, Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Mendoza mantienen el status entre direcciones y secretarías subsumidas dentro de otras carteras.

 

La situación es insoslayable si se tiene en cuenta que el peso político de las áreas define la distribución de recursos y la posibilidad de autonomizar, o no, acciones para articular el uso del conocimiento científico para atender problemáticas sanitarias, ambientales, sociales y productivas regionales. La entidad que reúne a las autoridades políticas provinciales es el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. El propio ministerio posee un área de Federalización. Allí se discute hoy la Ley de Financiamiento de Ciencia y los recursos con que contarán las provincias hasta 2031, que irán en aumento para proyectos e infraestructura. Sin embargo, esto no habilita a quitar el foco sobre el status político que se le da regionalmente a la ciencia y la técnica.

 

Si se repasa provincia por provincia, el panorama en las 24 jurisdicciones apenas se modificó. En dos años y medio, fueron Catamarca y Corrientes las únicas provincias que elevaron el rango a ministerio para el área de Ciencia y Tecnología. El resto de los distritos en su mayoría conserva sus estructuras en secretarías y direcciones.

 

Ministerios

Las provincias de San Luis, Córdoba, Catamarca y Corrientes son las que hoy cuentan con ministerios destinados a fortalecer el área de ciencia y técnica. De las 24 jurisdicciones, solo cuatro elevaron el rango hasta la máxima jerarquía.

 

Alicia Bañuelos, Pablo De Chiara, Eugenia Rosales y Jorge Gómez, son quienes encabezan las carteras de ciencia y técnica, respectivamente. De las cuatro jurisdicciones, Corrientes y Catamarca son las que, en 2019, decidieron elevar el rango de secretaría a ministerio.

 

Secretarías

El caso de las secretarías es el mayoritario. En el Noroeste argentino (NOA), a excepción de Catamarca, todas las provincias mantienen el rango histórico de secretarías y subsecretarías y sostienen sus áreas de ciencia y tecnología ligadas a los ministerios de Educación (Jujuy, Salta, Santiago del Estero) y de Producción (Tucumán y La Rioja). En todos los casos, las provincias del NOA avanzan con iniciativas de Agencias (como en el caso de Jujuy), polos científico-tecnológicos y leyes destinadas a fortalecer la articulación entre organismos de ciencia nacionales (INTA, INTI, CONICET), las universidades nacionales locales y los gobiernos provinciales. Sin embargo, los recursos para su gestación son mayoritariamente provenientes de la Nación y del Banco Interamericano de Desarrollo.  

 

En el Noreste (NEA), la situación no es muy distinta. A excepción de Corrientes y Santa Fe, las jurisdicciones no mostraron cambios. Lo más paradigmático fue la desjerarquización del área en Santa Fe, que hasta 2019 era ministerio y se convirtió en secretaría (bajo la órbita del Ministerio de Producción) con el gobierno de Omar Perotti. Ello a pesar de poseer una de leyes provinciales de ciencia y tecnología más progresivas del país, que plantea escalonar la inversión local hasta el 1% del PBI de la provincia. Misiones, por su parte, sostiene su secretaría bajo la órbita del Ministerio de Educación. Entre Ríos, bajo la órbita de Producción.

 

María Elisa Colombo (centro), subsecretaria de Federalización, junto a Eduardo Mallo y la Secretaria de Ciencia de San Juan, Marita Benavente.

En la región Centro, Córdoba es la provincia que sostiene su estructura ministerial para el área de Ciencia y Tecnología. El caso paradigmático es la provincia de Buenos Aires, que desjerarquizó el área en 2019, para subsumirla en el Ministerio de Producción como subsecretaría.

 

En San Juan (Cuyo) el área de Ciencia y Técnica es una Secretaría de Estado con rango de ministerio (participa en las reuniones de gabinete con el gobernador) lo que explica el avance en iniciativas legislativas para regular el área y fortalecer la articulación de organismos y universidades locales y articular acciones con sus proyectos en minería.

 

Por último, en la región patagónica, Río Negro, Neuquén y Tierra del Fuego mantienen su jerarquía en Ciencia y Técnica bajo el rango de secretarías. Chubut, en cambio, al igual que San Juan, posee una secretaría con rango de ministerio. En la región, Río Negro se destaca por sus iniciativas vinculadas con el área nuclear y por la presencia de INVAP, la empresa de tecnología más importante del país. A pesar de ello, no modificó el status político del área.

 

Direcciones de Ciencia y Técnica

La dirección es la categoría política más baja en la jerarquía política. En este caso, destaca la Ciudad Autónoma  de Buenos Aires que, a pesar de ser una de las regiones más ricas del país, sostiene la jerarquía política de Ciencia y Tecnología en ese escalafón. Además, posee una ley que obliga al Ejecutivo a invertir el 1% de sus recursos en el área, que nunca se implementó.

 

En Cuyo, Mendoza, a pesar de su iniciativa ligada al desarrollo de una Agencia de Innovación propia, no transformó la jerarquía de Ciencia y Tecnología, que hoy se mantiene, también, en el rango de dirección. En 2019, el gobernador Rodolfo Suárez había planteado convertir el área en ministerio, pero la medida no se implementó. Las otras provincias en las que Ciencia y Técnica se sostiene como dirección es La Pampa, que avanza con un proyecto de Agencia de Ciencia, Tecnología e Innovación y un Centro Regional Norpatagónico del Agua. Por su parte, Santa Cruz creó un Instituto de Ciencia y Tecnología, y avanza en el proyecto de Polo Tecnológico, al igual que Neuquén.

 

¿Importa el tamaño? 

El punto de partida de referencia de esta nota es el inicio de la gestión del actual gobierno, puesto que ese 10 de diciembre de 2019 a nivel nacional Argentina volvía a darle al área de ciencia y tecnología el rango de ministerio, luego de haber sido degradada su jerarquía a secretaría en 2018. Esto sucedió diez años después del nacimiento del Ministerio de Ciencia, en 2008, por decisión de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

 

La reacción instantánea de la comunidad científica y las autoridades políticas provinciales fue señalar las consecuencias negativas de degradar esa jerarquía que tuvo durante diez años la ciencia y la técnica a nivel nacional. Es que el status interno del andamiaje político define qué áreas son “prioritarias” para una gestión, y cuáles no. Lo mismo sucede en las provincias. La estructura ministerial permite llevar las problemáticas de un área al Gabinete junto a la máxima autoridad política, es decir instalar en la agenda regional las problemáticas del área. Además, permite fortalecer relaciones con otros ministerios, acuerdos interinstitucionales y definir acciones planificadas.

 

Andrés Niembro, investigador y docente del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad (Cietes), de la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro, aseguró en diálogo con Letra P que “está claro que al ser secretarías, direcciones y no ministerio se pierde un lugar en la mesa de gabinete del Poder Ejecutivo provincial”. Niembro explicó, sin embargo, que “ha habido casos de elevar el rango pero también de bajarlo, y estructuras aparte que se generaron, como el Instituto Chaqueño de Innovación, Río Negro Innova, algunos entes autárquicos con llegada directa a los gobiernos provinciales, con institucionalidades que corren por afuera de las Direcciones o Secretarías de Ciencia y Técnica”.

 

El investigador destacó que “las provincias están muy condicionadas, en general, para aportar recursos propios en esas áreas”, y subrayó algunas de las acciones de las provincias, como por ejemplo "leyes destinadas a financiar el área de Ciencia y Tecnología, como en los casos de San Juan, Entre Ríos y Chaco, que pautaron ya un porcentaje específico del presupuesto provincial al área”.

 

“Las instituciones científico-tecnológicas son como un gran archipiélago que se distribuye en diferentes ministerios, por lo que tener un nivel ministerial no garantiza, incluso a nivel nacional, la coordinación de esa diversidad”, consideró Niembro y sostuvo que “hasta a veces son más necesarias las instancias supraministeriales como los Gabinetes, que apuntar al nivel de Ministerio”.

 

El investigador ejemplificó con el caso de las universidades nacionales. “Son un jugador importantísimo en el sistema de ciencia y técnica y no están en la órbita del Ministerio de Ciencia”, dijo y explicó que “más que la jerarquía importa el contenido. Elevar un área de dirección a secretaría o de secretaría a ministerio da una definición simbólica, cambian lógicas de manejo de presupuesto, articulaciones con el Poder Ejecutivo, pero hay provincias con direcciones que están produciendo cambios importantes, y en otras hay ministerios que no manifiestan resultados. Comparar el rango es una cáscara”.

 

Clústers, polos, y Agencias

Sobre estas estructuras apuntadas al desarrollo y la articulación de actores locales ligados a la ciencia, la tecnología, la innovación y la labor académica hay sobrados casos. Santa Cruz, La Pampa y Neuquén son algunas de las provincias patagónicas que encaminaron esa labor que apunta a generar Clústers, Agencias de Innovación, Polos Tecnológicos, Parques de Innovación, Centros Interinstitucionales, Institutos de Ciencia e incubadoras de empresas, más allá de no haber modificado la jerarquía política de sus carteras vinculadas con ciencia y tecnología.

 

Letra P entrevistó a Juan Manuel González Ferrer, especialista en Gestión de la Innovación en Ciencia y Tecnología, Doctorando en Desarrollo Económico orientado a la Economía del Conocimiento y la Innovación y Miembro del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). “En Argentina, la trayectoria se destaca por la falta de continuidad en el tiempo y en tal sentido, la integración de las políticas científicas, tecnológicas e industriales se presenta a simple vista como muy débil”, explicó.

 

González Ferrer dijo que “la necesidad de aprender de los casos exitosos para pasar del 'amontonamiento' de iniciativas tendientes a la innovación científico-tecnológica a sistemas dinámicos, de parques industriales a clústeres y redes es ineludible si lo que pretende es fomentar la economía del conocimiento”.

 

“Lo que hay que diferenciar es cuándo existe un proceso y cuándo no existe un proceso, eso quiere decir que hay un hilo conductor, una línea que se sostiene en el tiempo, e incluso retroalimentaciones o aprendizajes”, dijo González Ferrer, quien apuntó que “cuando no lo hay, tiene que ver con la alternancia de los signos políticos, la falta de ideas claras, la falta de diagnóstico, la formación de quiénes toman las decisiones, eso hace que haya muchas cosas imitadas sin articulación de carteras, provincias sin presupuesto”.

 

Autonomía y Federalismo

Con este panorama, Letra P realizó un recorrido por las provincias para conocer cómo es hoy el status político que cada provincia le otorga al área de Ciencia y Técnica.  

 

El punto hace mella en la tan mentada autonomía que reclaman las regiones respecto de los grandes centros urbanos del país, en cuanto a disponer de recursos materiales, infraestructura propia, investigadores y líneas de financiamiento para responder a las problemáticas productivas, sociales, culturales, políticas y ambientales propias.

 

Es por eso que si las carteras poseen el rango de secretaría, ministerio o dirección, impacta en el rol que la política regional les dará a la ciencia, la tecnología y la innovación en cada provincia.

 

Claro que, también, puede suceder que quitarle el rango ministerial no necesariamente implique menor presupuesto, puesto que puede contar con mayores recursos de acuerdo con la estructura administrativa a la cual queda subsumida la cartera científica.

 

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