El Gobierno anunció un acuerdo con los grandes supermercados y las empresas alimenticias para retrotraer los precios de las góndolas a la foto del 10 de marzo. Las cámaras sectoriales evitaron dar definiciones del pacto y, por lo bajo, dejaron entrever que las decisiones que habían llevado a remarcar estaban bien fundadas, luego de que la administración de Alberto Fernández las conminara a justificar los aumentos. A corto plazo, piden paciencia para que la realidad les termine dando la razón. Allí confluyen varios aspectos que impactarán de manera negativa en los negocios y la rentabilidad: la guerra, la falta de dólares para la importación, los nuevos costos internos en toda la cadena de valor y la macroeconomía.
En total, fueron 580 productos que saltaron por encima del 10% de inflación, marca que convalidó la Secretaría de Comercio Interior de Roberto Feletti como "lógicos" en el contexto del termómetro económico en los dos primeros meses del año. "No tenían ningún tipo de vínculo ni de correlación con lo que salía de fábrica", según chequearon en la dependencia que está destinada a controlar los precios.
Fuentes oficiales consultadas por Letra P confirmaron que existe "mucha desconfianza" con el manejo de las empresas del sector. "Mientras uno acusa al otro, los precios se mueven con un ritmo inusitado para este mes", se quejó otra fuente vinculada con el Ministerio de Desarrollo Productivo, que conduce Matías Kulfas.
Dos enemigos, en la mira
Hay un dato determinante en la guerra contra la inflación: hay empresas que le dan prioridad de abastecimiento a los negocios de cercanía, quienes no tienen Precios Cuidados. Al menos hasta hoy, porque este mismo miércoles Feletti promete llegar a un acuerdo con los representantes de esos puntos de ventas, que son mayoría, pero que no cuentan con una linealidad para los acuerdos.
El control en las grandes superficies comerciales, que remiten a la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) lo hace la misma Secretaría de Comercio Interior. Para la observación de los puntos de venta de cercanía, el Gobierno requerirá de ayuda extra, ya que significa peinar supermercados chicos y almacenes donde llegan de manera directa, entre otras, las dos empresas apuntadas por Feletti: La Serenísima y Molinos Río de la Plata.
"Nos están ralentizando el abastecimiento a los supermercados para priorizar al comercio de proximidad, en donde nunca hubo precios cuidados y no existe la referencia", alertó una fuente de Comercio Interior. Allí, sirvió el pedido del gobierno de exponer en dónde estaba el conflicto por faltante en las góndolas, que supone tener que elegir entre otras marcas que habían remarcado fuerte.
Ni el presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) y, en su doble función, también titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, ni desde los supermercadistas de ASU, mostraron por ahora sus cartas. Ambos habían quedado frente el fuego oficialista, luego de la conferencia de prensa en la que Kulfas desnudó tensiones en las relaciones cuando se sentaron a discutir por la inflación.
"Veo todo muy difícil. El tema del Banco Central con los cupos, el tema precios. Y la macro no se acomoda", admitió a Letra P un empresario que integra a la poderosa Copal. Allí, parte de la explicación que admitía ante este medio otra fuente del sector privado: "Con los precios actuales, después no se va a poder producir porque los costos internacionales están volando, no hay dólares para importar y la cadena de valor está muy inestable. Al final, esos aumentos serán lógicos".
El análisis se ensayó horas antes de que el Central incrementara, por tercera vez en 2022, la tasa de interés de política monetaria. Al caer la tarde del martes, se informó que la entidad elevó el rendimiento en 200 puntos básicos.
Así las cosas, las treguas pactadas hicieron que dejaran de sonar las alarmas de bombardeo, pero la guerra contra la inflación se mantiene y ambos sectores piensan en sus estrategias de ataque y de defensa.