EL FONDO EN EL CONGRESO

Con el juego del policía bueno y el policía malo, JxC debilita más al Gobierno

De las 139 páginas a un mínimo artículo. El destino de Pirro, los objetivos de la oposición y el brete del cristinismo. Mensaje presente, incógnita futura.

"Amigo mío, los sacerdotes del santuario de Júpiter en Dodona decían que los primeros oráculos salieron de una encina. Los hombres de otro tiempo, que no tenían la sabiduría de los modernos, en su sencillez consentían escuchar a una encina o a una piedra con tal que la piedra o la encina dijesen la verdad. Pero tú necesitas saber el nombre y el país del que habla y no te basta examinar si lo que dice es verdadero o falso", le dice Sócrates a su interlocutor, Fedro, en el libro de Platón Fedro (o de la belleza). La frase está llena de ironía: la sabiduría que el filósofo atribuye a "los modernos" no es más que una concesión retórica y apunta a establecer que la verdad es la verdad, la diga quien la diga. Aunque esta provenga de una piedra, de un árbol o de Elisa Carrió.

 

Atenta a las posturas divergentes de Juntos por el Cambio y del propio Frente de Todos acerca del proyecto del Poder Ejecutivo para que el Congreso diera el visto bueno a una refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que juzgaba inevitable, la líder de la Coalición Cívica creía que el camino más corto pasaba por votar un proyecto que se limitara a autorizar al Gobierno a cerrar el acuerdo. Sin detalles de políticas específicas, debates estériles en el corto plazo sobre si el ajuste en ciernes es exagerado o insuficiente, sin exhibir miserias internas, sin esquivar el bulto de las responsabilidades propias y sin avalar un listado de culpas a la administración de Mauricio Macri.

 

El sistema político no escuchó a la actual pitonisa del santuario de Júpiter en Dodona y jaló de la cuerda justo hasta el momento en que el fracaso –y el default ruinoso– quedaron a la vuelta de la esquina. Finalmente, mientras Germán Martínez buscaba sin éxito que las milicias rebeldes del Frente de Todos recordaran que son parte de un gobierno y que este administra un país que alguna vez debería ser viable, Sergio Massa se convirtió en el vehículo más rápido para ir y venir entre Diputados y la Casa Rosada con ideas para salir del laberinto por arriba. Gracias a eso, se eliminará el polémico artículo 2 del proyecto, que sumaba un "Memorando de Políticas Económicas y Financieras" y un "Memorando Técnico de Entendimiento" al primero, que remitían al artículo 1, que contenía el Programa de Facilidades Extendidas a ser firmado.

 

De ese modo, el proyecto de 139 páginas, presentado como la oportunidad para que toda la dirigencia política pudiera expresarse sobre un tema que condicionará al país más allá de los diez años previstos y por al menos una generación, se reducirá a tres lacónicos artículos, entre los que solo vale la pena mencionar el primero, que dará el visto bueno a "las operaciones de crédito público contenidas en el ‘Programa de Facilidades Extendidas’ a celebrarse entre el Poder Ejecutivo Nacional y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la cancelación de los vencimientos del ‘Acuerdo Stand-by’ oportunamente celebrado en 2018 y el fortalecimiento de las reservas internacionales. Sin menciones al trámite sospechable del primer otorgamiento, a su monto y plazos incumplibles, a la fuga de capitales que financió, a su judicialización y a las políticas que se llevarán adelante para salir del entuerto.

 

Es, como creía Carrió, la Argentina posible.

 

Si Alberto Fernández y Martín Guzmán pensaron el proyecto inicial como un modo de presentarle al FMI un respaldo mayoritario de la dirigencia política, a fin de dar garantías de cumplimiento y certidumbre, fracasaron. Si con el mismo pretendieron hacerle morder a la oposición el anzuelo de admitir sus culpas históricas so pena de negarse y precipitar una peligrosa cesación de pagos, fallaron también. El saldo de un error de cálculo indisimulable es el de una administración de debilitada en el Legislativo e incapaz no solo de imponerle condiciones a la contra sino, también y más peligroso, de encuadrar a su propia ala izquierda. Será una victoria, pero a lo Pirro.

 

En el escenario original, la casi treintena de diputados cristinistas iba a bascular entre la ausencia, el rechazo y la abstención. Será interesante determinar ahora qué harán, dado que, además de delegar en Guzmán la aplicación de políticas que les provocan nauseas, se quedarán sin el consuelo del racconto de la herencia recibida. Acaso deberían haber percibido eso antes de plantarse de brazos cruzados en el rincón izquierdo y permitirle a la oposición que acertara al conminar al Gobierno a que “vayan a pedirle los votos a Máximo" Kirchner, tal como contó Gabriela Pepe en Letra P.

 

La oposición, a la postre, ganó y logró disimular sus peleas entre halcones, paloma, racionales y distraídos alevosos. Sin que pueda afirmarse, claro, que Juntos por el Cambio jugó en esta saga –como en otras previas– al juego del "policía bueno, policía malo", el efecto concreto de sus acciones fue justamente ese: uno grupo amagó con apoyar el proyecto inicial por consideraciones de responsabilidad institucional, mientras que otro cinchó sin descanso hasta que el mismo se cayó sin remedio.

 

La aprobación en el pleno, dadas las nuevas reglas de juego, será muy mayoritaria y le permitirá al Gobierno mostrar un frente unido detrás, si no de las condiciones del acuerdo, al menos sí de la vocación del grueso de la dirigencia nacional de no sacar los pies del plato de las finanzas internacionales. Eso, que se replicará sin dificultad en el Senado, será suficiente para que el Board dé también su visto bueno y gatille el primer desembolso por más de 9.000 millones de dólares que permitirá pagar los 2.800 millones que vencen en pocos días sin dejar al Banco Central a la intemperie de una corrida contra el peso.

 

Lo anterior, que no es poco, no disimula, sin embargo, las diferencias de criterio sobre qué hacer para que el país tenga futuro, dentro del asfixiante corsé del FMI, desde ya. En Washington saben qué esperar de Fernández y de Guzmán, aunque sus resultados están por verse en momentos en que el propio ministro ya pone en duda, guerra en Ucrania mediante, el efecto benéfico sobre las cuentas fiscales que tendrá la eliminación de los subsidios para el 10% más rico de un país pobre. De lo que en el norte no se tiene idea es qué pasará en el futuro, cuando tome la posta quien suceda a Fernández.

 

A propósito, ¿será el propio presidente, Massa, otro peronista moderado, un filocristinista, algún o alguna dirigente del PRO ornitológicamente indescifrable…? ¿El porvenir traerá más de los mismo, más ajuste, negacionismo fiscal y monetario o una nada peligrosa?

 

El futuro, esa aventura que infla el pecho de esperanza, a veces mete miedo.

 

Martín Menem y Karina Milei.
Javier Milei en una exposición de maquinaria agrícola, uno de los pocos sectores industriales con expectativas

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