¿Y DÓNDE ESTÁ EL PILOTO?

Berni, Aníbal y el libre albedrío para una balacera en los pies del Gobierno

Nadie llamó al orden a los ministros, que responden a una tragedia con una rutina de Pimpinela a cielo abierto. Señal de una coalición en crisis.

Nadie intervino para frenar la escalada. Con el presidente Alberto Fernández y el gobernador Axel Kicillof de gira por el exterior y un Frente de Todos (FdT) en ebullición después del portazo de Máximo Kirchner, ni Aníbal Fernández ni Sergio Berni habían recibido, al cierre de esta nota, la orden de bajar las armas en la pelea mediática que los tiene como protagonistas desde la semana pasada, con el telón de fondo de la trágica muerte de 24 personas por el consumo de cocaína adulterada.

 

La Casa Rosada hizo silenzio stampa. El presidente Fernández estaba este lunes en Barbados, en el último tramo de la gira que lo llevó por Rusia y China en busca de inversiones, y se mantenía al margen del conflicto que se desató entre los titulares de las carteras de Seguridad de la Nación y la provincia de Buenos Aires.

 

En Balcarce 50 no hubo ningún comentario sobre el culebrón. Tampoco intervino en la discusión el jefe de Gabinete, Juan Manzur, de viaje en San Juan mientras Aníbal Fernández llamaba “mercenario” a su par bonaerense.  

 

En la provincia de Buenos Aires pasó algo similar. Berni se mantuvo en contacto permanente con el gobernador Kicillof – de gira junto al Presidente – por las novedades relacionadas con la causa de la cocaína adulterada. Hablaron por teléfono y por videollamada. Kicillof evaluó, incluso, la posibilidad de pegar la vuelta desde Rusia cuando empezaron a sumarse los fallecidos y los internados estaban en torno a los 80. Según pudo saber Letra P, no hubo en las conversaciones ninguna referencia a los cruces con Aníbal.

 

Berni ya dejó en claro que nadie lo ordena. En diciembre del año pasado, reconoció en público que está “muy alejado” de Cristina Fernández de Kirchner, a quien siempre había reconocido como su conductora. Las diferencias con Máximo Kirchner y La Cámpora por el cierre de listas en las elecciones legislativas terminaron de cortar un vínculo que llevaba décadas. La comunicación con la vicepresidenta está cortada, pero tiene el respaldo de Kicillof, que resistió hasta ahora cada una de las versiones que daban al ministro afuera del gabinete provincial.

 

En la cartera de Seguridad bonaerense aseguran que la relación con la Nación no mejoró desde la llegada de Fernández al ministerio nacional, aunque el comienzo hubiera augurado una buena convivencia. “Hablamos el mismo idioma”, dijo Berni cuando visitó a Fernández en el edificio de Gelly y Obbes al comienzo de la gestión. Pidió “trabajar de una vez y para siempre en forma conjunta”. El ministro nacional recordó en varias oportunidades que los unía una vieja relación. Casi una amistad.

 

La armonía duró poco. Ya en octubre, los dos funcionarios se cruzaron en público por el abordaje del conflicto mapuche, en el sur del país. “Ni el Presidente ni yo necesitamos ser aprobado por Sergio Berni”, dijo Fernández. “Si mis matemáticas no me fallan, el 12 de septiembre hubo 16.323.291 argentinos que no aprobaron nuestra gestión. ¿Fui claro? ¿O le hago un dibujito?”, le respondió el ministro bonaerense.

 

El intercambio filoso y la personalidad de los dos ministros presagiaban un choque de trenes que no tardó en llegar cuando se conoció el caso de la cocaína adulterada. Fernández tiró la primera piedra cuando publicó en su cuenta de Twitter un meme en el que se burlaba de Berni por haberles recomendado a los consumidores que hubieran comprado cocaína en las anteriroes 24 horas que la descartaran.

 

“Patético”, dijo el ministro bonaerense y agregó que el ministro nacional “le sacó el cuerpo” al conflicto y lo dejó en soledad frente a los operativos: “Yo no vi fuerzas federales en Puerta 8; recorrí San Martín y cada localidad afectada, solo estuvimos nosotros”

 

Fernández no tardó en responderle. Lo tildó de “mentiroso”, contó la conversación telefónica que tuvieron el fin de semana y que puso a trabajar de inmediato a la secretaria de Seguridad, Mercedes La Gioiosa. Por último, lo llamó “mercenario” y le reprochó sus críticas en radio Mitre, del Grupo Clarín.

 

En el entorno de Berni apuntaron contra Fernández. “Se fue de boca. Todo esto lo armó Aníbal con su actitud patoteadora”, dijeron y aseguraron que los problemas de coordinación con las fuerzas federales siguen siendo los mismos que en los tiempos en los que Berni mantenía cruces casi diarios con la exministra Sabina Frederic.

 

Ni Kicillof ni el Presidente lograron bajar aquella tensión. Berni no ahorró críticas a Alberto Fernández y hasta dijo que no creía que fuera peronista. Si el primer mandatario le pidió alguna vez a Kicillof que lo echara, como circuló hasta el hartazgo, el gobernador hizo oídos sordos. Frederic salió eyectada luego de las PASO. Berni siguió en su cargo y desde ese lugar sorprendió a la Rosada cuando se diferenció del resto del cristinismo para elogiar el acuerdo del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La armonía duró poco. Con el FdT sumergido en internas tras la renuncia de Kirchner, en Balcarce 50 no se molestaron en intentar encauzar el conflicto entre los dos ministros.

 

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