Cecilia Alemany

“Falta socializar más qué queremos decir con 'cuidados'”

Especialista en economía y género, plantea visibilizar el trabajo doméstico no remunerado y su vínculo con la producción. El impacto positivo en la economía.

Las tareas de cuidado no remuneradas hoy comienzan a asomar tibiamente en la agenda de los gobiernos de la región. Sin embargo, no se trata aún de una demanda social, a pesar de que la brecha de género es evidente: según la OIT, las mujeres realizan el 76% de este trabajo. La cuestión es esencial a la hora de pensar en la desigualdad. De hecho, los hogares más pobres son aquellos con mujeres jefas de hogar e hijos o hijas a cargo. Con la IV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe –organizada por CEPAL y ONU Mujeres– como paraguas, la semana pasada centenares de representantes de gobiernos y organizaciones de la sociedad civil se reunieron en Buenos Aires para discutir sobre "La sociedad del cuidado como horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género". Cecilia Alemany es Directora Regional Adjunta de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe. Uruguaya hoy instalada en Buenos Aires, la especialista en economía y género dialogó con Letra P sobre la necesidad de incluir los cuidados como sector productivo y qué ganan los estados y las sociedades si se invierte en un sistema integral.

 

-El plan de acción de La Habana en 1977 ya hablaba de cuidados. ¿Por qué pasó tanto tiempo hasta que el tema entró en la agenda de los estados?

 

-Era un tema específico de las economistas feministas. Evolucionó mucho desde los 70. En ese entonces se discutía en ámbitos muy especializados. Dentro de los movimientos feministas no era un tema de debate común, porque las prioridades estaban en el avance de otros derechos, en la autonomía física libre de violencias. Hubo un proceso de redimensionamiento: de la economía de los cuidados a este marco mucho más amplio que hoy llamamos “sociedad de los cuidados". Muchos de los temas más económicos siempre fueron tratados por un grupo muy reducido de expertas o de activistas. Entonces, la presión colectiva era menor. A la vez, parte de esta agenda es también la del sindicalismo, por ejemplo las licencias, y no necesariamente se dialogaba entre movimientos. Además, por supuesto, la protección social no tenía necesariamente una perspectiva de género.

 

-¿Se pensaba como un problema económico?

 

-Las distintas agendas dentro del activismo y de otros movimientos sociales no ayudaban a entender la autonomía económica como una responsabilidad del Estado y cómo esto afecta la vida de las mujeres. Hay muchos estudios sobre participación de las mujeres en el mercado de trabajo que no siempre consideraban la sobrecarga del trabajo no remunerado. La evidencia empírica en el mundo y en la región permitió decir que no es solo un problema de economía, sino que afecta a la sociedad en su conjunto, la participación en el trabajo y también la producción de conocimiento y propuesta de políticas públicas.

 

-¿El COVID lo puso más en evidencia?

 

-Sí, transformó en evidente para la sociedad algo que solo era claro para las expertas: la distribución totalmente desigual e injusta de los cuidados en los hogares.

 

-¿La distribución desigual de los cuidados está en la agenda de las sociedades?

 

-Sí y no. Todavía falta socializar más qué queremos decir cuando decimos “cuidados”. A diario que nos preguntamos qué quieren decir cuando dicen "cuidados". Estamos hablando de los cuidados desde la primera infancia hasta el final de la vida. Cuando explicitás que existen sistemas o políticas -porque hay sistemas en muy pocos países-, cualquier persona empieza a entender qué quiere decir.

 

-El problema es que cuando se dice solo “cuidados” no todo el mundo lo entiende.

 

-Otro elemento para entender por qué es importante hablar del sistema de cuidados tiene que ver con que, en la mayoría de los países, para poder acceder a cuidados se termina cayendo en una solución privada, lo cual lo acota a quienes pueden pagarlo, a veces a precios exorbitantes, y no necesariamente es un servicio de calidad.

 

-¿Pesan los estereotipos también?

 

-Sí. En muchas de nuestras sociedades todavía pesa mucho el estereotipo de que no hay mejor cuidado que el de la madre, el de la familia. Es la hipocresía de una sociedad que a una mujer de cualquier edad y condición no la valora para muchos roles de la sociedad, pero, sin embargo, cuando tiene que cuidar de manera no remunerada, bien que pueden hacerlo.

 

Es la economía, señores

-¿Cómo se vincula la agenda de cuidados con la urgencia de la agenda económica?

 

-Hemos hecho cálculos con la CEPAL. Si valoráramos y pagáramos el trabajo no remunerado de las mujeres, ¿qué relación tendría con el crecimiento del Producto Bruto Interno? En América Latina, según el país, representa entre el 15% y el 27% del PBI. El argumento de fondo es que si se valorara y remunerara, si hubiera una provisión de servicios no solamente por parte del Estado, podría significar un cuarto de la economía.

 

-¿Qué ganarían el Estado y el ecosistema?

 

-Primero, la generación de trabajos formales y remunerados. Por supuesto, vas a tener que invertir, pero, ¿cuál es el retorno? Se puede invertir y apoyar a pymes, cooperativas y tejidos que ya están dando cuidados en el territorio, que a veces ni siquiera están tipificados ni reconocidos como tales y formalizar a trabajadores informales que hoy tienen a cargo los cuidados. Estas personas pasan a ser contribuyentes del sistema. A la vez, mejorás la cobertura.

 

-Una ganancia en múltiples sentidos

 

-Está muy demostrado que tener un cuidado de calidad durante los primeros años de la infancia te cambia el desarrollo a lo largo de la vida. A largo plazo, hay una ciudadanía con más capacidad de aprender, de crecer y de formarse y de tener competencias. Con una sociedad que va a tener más capacidades, en el corto plazo también habrá mayor consumo. Esto también requiere inversión en infraestructura y eso genera trabajo, inversión y retorno.

 

-En la conferencia de CEPAL se propuso hablar de los cuidados como un sector productivo.

 

-Reconocerlo como tal requiere de políticas productivas, considerarlo como un sector más de la economía de la producción, pero a la vez genera mayor ingreso, mayor consumo, más allá del desarrollo de las personas.

 

Javier MIlei, con Cristina Fernández de Kirchner, durante su asunción. 
Eduardo Belliboni, al ataque sobre Fran Fijap. María Julia Oliván, en rol de árbitra.

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