Todos los domingos, Sergio Massa recibe en su celular un informe detallado en materia de comercio exterior que elabora el titular de la Aduana, Guillermo Michel. Importaciones, demanda de dólares, exportaciones, facturación... El archivo incluye información desagregada, por sector y por empresas. El ministro de Economía cruza esa información con datos del Banco Central, la AFIP, actividad, ventas... Con esas carpetas cargadas de alto valor, se sienta a negociar con el sector privado.
Massa no cree en el congelamiento generalizado de precios. Dice que no hay medidas mágicas para luchar contra la inflación y echa a mano a su propia receta: la concentración de información y la negociación, sector por sector y empresa por empresa, con datos sobre la mesa de discusión para refutar excusas y achicar los márgenes de maniobra. Control y monitoreo. Con esa estrategia, que incluye la coordinación de las palancas económicas, un plan de comercio exterior aceitado y controlado, planifica equilibrar las cuentas y levanta las banderas de los superávit gemelos. Todas esas variables remiten a la "épica nestorista" que seduce a los principales socios del Frente de Todos.
Para eso, el ministro lleva su propio tablero de control, en el que organiza la información que le envían sus hombres de confianza. Los encargados de mandar los datos son Michel, de la Aduana; Lisandro Cleri, del Banco Central, y José Ignacio de Mendiguren, secretario de Industria. A ellos se suma el titular de la AFIP, Carlos Castagneto, un soldado de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner que trabaja en tándem permanente con Michel. Todo llega a manos de Massa y de su jefe de Gabinete, Leonardo Madcur, el encargado de centralizar y procesar la información.
Massa estudia todo al detalle, con un nivel de obsesión que sorprende a su propia tropa y a sus interlocutores. "Sergio tiene el análisis de la política, pero complementa con la información técnica para poder negociar sin dejar cabos sueltos", elogió, consultado por Letra P, uno de sus colaboradores más cercanos. Si bien cada integrante de la mesa de confianza del jefe del Palacio de Hacienda conoce el plan general e interactúa con el resto del equipo sobre los vaivenes de cada sector, nadie invade terreno ajeno ni compite para ser más massista que Massa.
Ese discurso de periferia hacia el centro es repetido, casi de manera idéntica, por el entorno del ministro. Si bien todos tienen un análisis político de la situación, prefieren dejarle a Massa el manejo de los tiempos y de la convivencia con el resto de los socios del Frente de Todos. Su labor es conseguir que las variables económicas se estabilicen para darle volumen al oficialismo en la competitividad electoral del año próximo. Cuentan con poco tiempo a favor y es por eso que cada paso debe ser concreto, aunque está abierto a revisión, según confiaron las fuentes consultadas por Letra P.
El plan de estabilización de la economía persigue un ordenamiento general de las variables de gestión que no son visibles o ponderadas en el momento del debate electoral, pero que servirán de base para atacar el problema central que obsesiona a Massa: bajar la inflación y cumplir con la meta del 60% planteada en el Presupuesto 2023. Los sabuesos del gabinete económico no sólo recolectan datos de gestión para que administre el jefe del Palacio de Hacienda, sino que se sientan en mesas de negociaciones preliminares que le allanan el camino de los acuerdos finales. Así como sucede en las negociaciones internacionales, pasa de idéntica manera en lo doméstico. Bajo siete llaves se esconde el lobby estatal para destrabar conflictos que se habían instalado en áreas sensibles que habían paralizado parte de la gestión.
El dato que destacan en las oficinas que confluyen en el quinto piso del Palacio de Hacienda es el poder de negociación de la información. Como señaló Letra P hace dos semanas, Massa respondió a los reclamos de los industriales de la UIA con datos y reproches: después de desplegar un listado de beneficios estatales para los sectores, les recordó el nivel inflacionario de esas actividades. Eso generó, en el peor de los casos, silencio y postergación de los pedidos.
La concentración del gabinete económico bajo el poder central de Massa logró "una coordinación de reloj suizo", se ceba una fuente del entorno del superministro. Al menos, eso sucede, dicen, con los funcionarios que el tigrense puso en cada área. Por caso, si bien desde su entorno se encargan de esquivar conflictos con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, la relación directa es con el vicepresidente Cleri y Michel no cumple con la misión de stopper en la AFIP, ya que Castagneto, aseguran, juega en línea con Massa y se convirtió en el puente con CFK. Esa ingeniería le permitió al ministro tener el tablero y su control para lograr acuerdos y no chocar contra los atajos del poder económico, se emocionan en Economía.