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Triple alianza del AMBA: sin plata, la segunda temporada viene complicada

La nueva ola ya llegó y el éxito taquillero del 2020 se traba a la hora de acordar cómo aplicar restricciones sin matar la economía. Ciudad vs PBA, un clásico.

Con la segunda ola de coronavirus en curso y los contagios creciendo a ritmo vertiginoso, el Gobierno, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad intentan calibrar soluciones precisas que permitan restringir la circulación y frenar la transmisión del virus sin afectar la incipiente recuperación económica ni generar irritación en la sociedad.

 

En la búsqueda de los consensos sobre las medidas a aplicar estuvieron este lunes en la Casa Rosada los jefes de Gabinete de las Nación, Santiago Cafiero, de  la Ciudad, Felipe Miguel y de la provincia, Carlos Bianco, junto a representantes del área de Salud, los ministras Carla Vizzotti y Fernán Quirós y el viceministro bonaerense, Nicolás Kreplak. Fue la primera reunión del año que congregó a funcionarios de las tres jurisdicciones. La coincidencia en el diagnóstico fue total: Argentina ya está atravesando la segunda ola de la pandemia y hay que tomar medidas para restringir la circulación.

 

Otro punto de acuerdo fue la decisión de sostener las clases presenciales y la reactivación económica que se verifica en la industria y el comercio. Un confinamiento total, a la manera de comienzos de 2020 está, por ahora, totalmente descartado. “Los riesgos no están en la escuela ni en todas las actividades que se realizan con protocolos. Hasta que no haya evidencia científica que diga lo contrario, las clases quedan igual. El problema son las actividades sociales”, afirmaron en la Casa Rosada.

 

Cerrado el diagnóstico y el trazo grueso de la decisión, resta definir los detalles, donde comienzan los desacuerdos. Como sucedió en 2020, la administración de Axel Kicillof se enfoca más en la alerta sanitaria y es más proclive a definir restricciones, en caso de que sean necesarias, mientras que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta se muestra más elástico y prefiere diferenciarse y evitar los anuncios irritantes de cierre.

 

Tanto la Nación como la provincia y la Ciudad identifican problemas con la nocturnidad, el transporte público y las actividades recreativas. Las discusiones son menores, pero no tanto. Un punto en discordia es cuál sería el horario para cerrar la actividad nocturna, que debe coincidir de un lado y el otro de la avenida General Paz. La discusión está empantanada en las opciones, que varían entre las 22 y la una de la mañana. Según explican en la Ciudad, Rodríguez Larreta está dispuesto a acompañar restricciones, pero pelea para que el corte sea lo más tarde posible, para evitar afectar la actividad gastronómica porteña. Lo mismo sucede para el transporte, una zona gris en la que los gobiernos saben que el control es difícil de implementar.

 

Tanto en la Casa Rosada como en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires señalaron que el clima de la reunión fue “muy bueno” y que incluso los funcionarios intercambiaron, en broma, críticas a los medios de comunicación y a la forma en que se interpretan las declaraciones de cada uno, para sumergirlas en la grieta política.

 

Pese a las buenas relaciones, no obstante, el acuerdo no se selló. La reunión pasó a un cuarto intermedio y seguirá este martes, de nuevo en Casa Rosada, con los mismos actores, que terminarán de definir los detalles de los anuncios que habrá antes del viernes 9, cuando vence el último decreto de las restricciones dispuestas por el Poder Ejecutivo. Todos los funcionarios que estuvieron en Balcarce 50 se fueron sin hacer declaraciones y hasta cancelaron apariciones públicas pautadas. La única que hablará el martes por la mañana será Vizzotti, desde Casa de Gobierno.  

 

Pasado el veranito tanto climático como epidemiológico, los gobiernos entienden que Argentina, que lleva seis meses casi sin restricciones, enfrenta ahora el mismo desafío que el resto de los países, la necesidad de apurar la vacunación mientras la curva de contagios sube en forma acelerada. El número se verá agravado en los próximos días, cuando empiecen a verse los contagios producto del movimiento de Semana Santa, que le dio un fuerte empujón a la economía pero que dejará un crecimiento exponencial de casos.

 

Mientras tanto, el presidente Alberto Fernández, contagiado de coronavirus, continúa aislado en la casa de huéspedes de la Quinta de Olivos, desde donde este lunes mantuvo una conversación con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin. La logística de la comunicación, con intérprete incluido, fue compleja, ya que Fernández no puede tener contacto personal con nadie.

 

Todavía no está confirmado si en los próximos días el mandatario tendrá reuniones virtuales con gobernadores y si reeditará, aunque sea con esa modalidad, el encuentro tripartito con Kicillof y Rodríguez Larreta. La última vez que los tres dirigentes compartieron una reunión fue a fin de año, cuando se reunieron de urgencia en Olivos para mostrar preocupación por la suba de casos. Fue casi un trámite. La tarea de acercar posiciones no será simple, mucho menos en pleno año electoral, cuando las restricciones quedarán mucho más cerca de la hora de concurrir a las urnas.

 

Patricia Bullrich, ministra de Seguridad.
El peronismo de Río Negro y sus variables. María Emilia Soria y Alberto Weretilneck, sonrientes.

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