El acuerdo sellado con Juntos por el Cambio (JxC) para posponer un mes las elecciones llevó alivio al oficialismo bonaerense. Un mes ganado al calendario electoral es un mes más para vacunar y la vacunación es la clave de la campaña del Frente de Todos (FdT). “Sin vacunas no hay campaña posible”, asegura la dirigencia. En medio del crecimiento exponencial de casos y con el sistema de salud en máxima tensión, quienes gobiernan no imaginan cómo harían para llevar adelante la discusión por el armado de listas y, aun menos, encarar en semanas el proceso proselitista.
Celebran que la decisión haya sido por consenso. “Si lo hacíamos sin acuerdo íbamos a entrar en otra guerra como con las escuelas, no nos podíamos permitir eso en este contexto”, dijo a Letra P una fuente del gobierno que comanda Axel Kicillof. Por otra parte, en el FdT especulan sobre los motivos que llevaron al PRO y a sus aliados en la alianza a aceptar la propuesta, teorías que van desde la presión de la justicia hasta la necesidad de mostrar “algo de responsabilidad”.
“La gente cree que el tema es sólo el día de la elección, pero hay toda una logística a poner en marcha meses antes y con la movilización de miles de personas; en este contexto y en pleno invierno iba a ser imposible”, afirman en el oficialismo. En el cronograma original, el cierre de listas estaba previsto para el 20 de junio.
En municipios del conurbano la lectura era similar. “No podíamos encarar una elección en medio de este quilombo, estamos todo el día apagando incendios”, graficó a este medio un funcionario de un distrito del conurbano, junto con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la zona más caliente en términos sanitarios, donde los contagios se multiplican y las camas de terapia intensiva escasean.
Si bien este año la campaña no será la tradicional, en las intendencias coinciden en que la gestión diaria no da margen para otra cosa. Y reiteran el riesgo sanitario que implica la movilización de toda la estructura para la elección en pleno invierno, que incluye las actividades previas al día de los comicios como la preparación de fiscales o el reparto de boletas.
Son variadas las lecturas del oficialismo respecto de las razones que empujaron a la oposición a aceptar la postergación. “Saben que la chocaron toda con el tema escuelas y con oponerse a las restricciones, tenían que bajar un cambio y mostrar responsabilidad”, analiza alguien que cree que la dureza exhibida en los últimos días se le fue de las manos al PRO. Otros consultados consideran que la presión que ejerció la justicia, encabezada por la jueza federal con competencia electoral María Servini, fue clave para torcerles el brazo a los halcones encabezados por Patricia Bullrich. En los pasillos de la Legislatura agregan otro factor: “Sabían que el oficialismo tenía los votos necesarios en el Congreso para posponer la elección con el acompañamiento de los legisladores de las provincias; sumado a la presión de la justicia, no quisieron quedar solos en la pelea y perdiendo”.
Más allá de las motivaciones que impulsaron a unos y a otros, hubo acuerdo y las elecciones se realizarán el 12 de septiembre (PASO) y el 14 de noviembre (generales), lo que les da, tanto al oficialismo como a la oposición, tiempo para encarar un proceso electoral completamente atípico, cruzado por la pandemia.