Cuando le preguntan a Vilma Ibarra quiénes son las personas de mayor confianza en su equipo, responde, desde hace décadas, Jessica Kopyto (subsecretaria de Asuntos Legales) y Florencia Feldman (titular de la Unidad Gabinete de Asesores de la Secretaría de Legal y Técnica). “Son las dos personas con las que trabajo continuamente mano a mano, y las destaco siempre porque con su pluma definieron la mayor parte de los textos de la Ley de Matrimonio Igualitario, la Ley de Identidad de Género y la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, respondió recientemente en una nota publicada por Infobae.
De bajísimo perfil público, Kopyto y Feldman se conocieron a los veintipico en los pasillos del Senado. La primera trabajaba como secretaria privada de Ibarra, entonces prosecretaria de Coordinación Institucional de la Cámara alta y la segunda, como empleada en la Dirección General de Despacho Administrativo. Esos cruces en las oficinas de la calle Alsina serían el principio de una unión a prueba de obstáculos y repleta de sintonías. Una estudiaba Derecho; la otra, Psicología. Se recibieron el mismo día y también coincidieron en la fecha de la fiesta de egresadas, así que cada una se perdió la celebración ajena. Feldman es presidenta de la Asociación 100% Diversidad y Derechos; Kopyto, una de sus principales espadas jurídicas.
Poco tiempo después de conocerse, se mudaron con Ibarra a la Legislatura Porteña y de ahí volvieron sobre sus pasos de nuevo al Senado para cruzar años más tarde a la Cámara de Diputados, siempre con la hoy secretaria de Legal y Técnica.
En la Casa Rosada a veces se refieren a ellas como “las siamesas”. De hecho, hasta hace poco tiempo compartían despacho. Por sus teclados y por sus cabezas pasan todos los decretos y los proyectos de ley que provienen del Poder Ejecutivo. Las dos, juntas, hablaron con Letra P. “Jessica es la memoria caminando”, describe Feldman a su compañera. “Flor sabe más de Derecho que muchas abogadas y muchos abogados”, describe Kopyto. Las frases se van hilando entre las dos mientras reconstruyen la historia común: “Pensamos juntas, nos complementamos”, dicen, casi a coro. Su trabajo también consiste en revisar minuciosamente cada una de las normas que pasan por la Secretaría y detectar los errores o “buscarle las vueltas” “para que las cosas salgan bien”. Es que la decisión de hacer carrera en el Estado tiene que ver con la militancia política.
Kopyto: -Trabajé como abogada pero a mí me gusta la gestión pública, estudié para eso: lo que me moviliza es hacer cosas que pueden transformar la realidad y realmente no me imagino trabajando en otra cosa.
Feldman: -Me interesa la transformación desde la política y la lucha y la conquista del poder en el buen sentido para esa transformación. Y pienso siempre que es en términos colectivos. No se puede construir si no es colectivamente. Como dice Vilma, las veces que hemos transformado realidades, siempre ha sido de manera colectiva. Sostener lo colectivo ya de por sí es un objetivo político. Y obviamente hacerlo desde el Estado porque es un lugar para dar batallas importantes.
Y vaya si lo es. Entre sus batallas están la Ley de Matrimonio Igualitario, la le de Protección Integral de Niños Niñas y Adolescentes, la ley de Acceso a Reproducción Asistida, la Ley de Identidad de Género, la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Todas luchas relacionadas con la ampliación de derechos.
Por primera vez, antes de la sanción del matrimonio igualitario, las funcionarias estaban trabajando en distintos lugares y se volvieron a reunir para escribir el proyecto del que Ibarra fue autora y articuladora e impulsora. Kopyto se acuerda del momento exacto en el que escribieron el texto de la ley que presentó Ibarra en el Senado en 2007 (y que finalmente tuvo sanción en 2010): “Éramos dos locas en una oficina del anexo del Senado y discutíamos, desde el minuto cero, cada artículo como si la ley fuera a salir, porque pensábamos que era posible”. Y de hecho sucedió y fue la puerta de entrada para otras legislaciones vinculadas con la ampliación de derechos. “Además de transformar la vida de los colectivos en particular, en los que militamos, sabíamos que era muy importantes para las transformaciones en la sociedad, en la democracia y en la región”, agrega Feldman.
Por sus manos pasó el dictamen de Identidad de Género y, claro, la redacción del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que estuvo guardado bajo siete llaves hasta su presentación, en noviembre de 2020. Después del trabajo con los ministerios de Salud y de Mujeres, Géneros y Diversidad, era el turno del equipo de Ibarra para sentarse a traducir esas recomendaciones más la jurisprudencia, las convenciones internacionales, las experiencias de otros países y los fallos en un texto de ley, bajo la mirada atenta de la secretaria Legal y Técnica. “Teníamos que lograr un buen texto porque eso ayuda a conseguir votos pero además había que conseguir que tuviera la intencionalidad política que mostrara que esta vez era un texto del Poder Ejecutivo, que consolidara los consensos del proyecto de 2018 y que, a la vez, intentara sumar”, cuentan sobre el proceso. La escritura fue bastante rápida porque no era un tema sobre el que se desayunaran esos días. Ambas, militantes feministas, venían haciendo tarea fina desde sus espacios de gestión parlamentaria: “Siempre cuidamos que ninguna norma obstruyera la legalización del aborto”.
Pasaron casi diez años entre el final del mandato de Ibarra en la Cámara baja y su regreso a la política con la gestión de Alberto Fernández. Durante ese tiempo, Feldman y Kopyto siguieron trabajando en el Congreso Nacional, junto con Agustín Rossi y Juliana Di Tullio.
Dicen que el llamado de Vilma Ibarra no las sorprendió porque una vez que supieron que iba a asumir el desafío en Balcarce 50, se abría, para las tres, una nueva oportunidad de trabajar juntas. “La extrañábamos mucho”, confiesan. “Extrañábamos su talento para destrabar cosas que cualquiera pensaría que son imposibles, para llegar a puntos de encuentro, la lucidez para encontrar caminos”.
Se reconocen sus discípulas en la forma de trabajo: “Es rigurosa, exigente y nos formó así, desde que la conocimos”. Se mueven al mismo ritmo acelerado y las tres son incansables a la hora de resolver problemas que afectan a la vida de argentinas y argentinos, desde los decretos del ASPO hasta un nombramiento en un ministerio. “Nos interesa que las cosas salgan bien. No nos da lo mismo. Queremos que el decreto salga bien, que resuelva el problema. Le buscamos la vuelta hasta que se la encontramos”, dice la subsecretaria. Y Feldman completa: “A veces pensamos que ya está, nos vamos a dormir y nos despertamos pensando que el inciso tal del artículo equis tiene un problema, inclusive con textos ya aprobados”. Seguras de que el objetivo que persiguen es “hacer la mejor norma posible”, agradecen la “escuela Vilma Ibarra”. Esa escuela que cree que buenas redacciones ayudan a ganar las batallas colectivas.