Como se esperaba, y en base al primer informe del Consejo Supremo Electoral (CSE) con el 49,25% de los votos escrutados, el matrimonio gobernante de Nicaragua de Daniel Ortega y Rosario Murillo fue reelecto este domingo con el 74,99% en una elección rechazada por gran parte de la comunidad internacional, que denunció que no se respetaron las condiciones democráticas. La participación electoral, el número más esperado del día ante el resultado puesto de antemano, fue del 65,3% según la agencia oficial, pero el observatorio ciudadano Urnas Abiertas aseguró que la abstención trepó hasta el 81,5%.
De esta manera, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) consiguió su cuarta reelección seguida y permanecerá en el poder hasta el 2026. Los resultados de la jornada lo completaron el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), con el 14,4%; el Camino Cristiano Nicaragüense (CCN), con el 3,44%; el Partido Alianza por la República (APRE), con el 2,20%; y, por último, el Partido Liberal Independiente (PLI), con el 1,70%. De todas maneras, la contienda careció de igualdad ya que en los últimos meses fueron detenidas 39 figuras de la oposición, entre ellas la candidata más importante, Cristiana Chamorro, junto a otros seis candidatos a presidente y tres partidos fueron intervenidos por las autoridades.
Fue por esto por lo que la oposición convocó a la abstención y “a quedarse en casa” a nivel interno y a manifestaciones frente a las embajadas en el exterior. Según Alexa Zamora y Marcela Guevara, integrantes del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) que en horas de la tarde brindaron una conferencia de prensa desde Costa Rica, la convocatoria opositora “ha sido un rotundo éxito” ya que los habitantes le “cerraron las puertas” al oficialismo. Del otro lado, manifestaron que la afluencia fue alta y que la jornada se desarrolló en paz y tranquilidad. Permanecerá la duda, ya que la autoridad encargada de organizar los comicios, el Consejo Supremo Electoral, está dominada por el oficialismo.
La comunidad internacional siguió con atención la jornada y, al igual que el país, se encuentra dividido entre aquellos que la ven como la reelección legítima de un gobierno progresista y quienes la entienden como una farsa electoral de un gobierno autoritario. Uno de los primeros mandatarios del mundo en hablar fue el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien le envió “un saludo al gran comandante compañero presidente Daniel Ortega”. “Nicaragua tiene quien la defienda”, dijo el líder chavista. Momentos después el gobierno demócrata de los Estados Unidos emitió un comunicado oficial, donde denunció que la jornada “fue una pantomima” y en el cual comparó al matrimonio Ortega-Murillo con la familia Somoza, la dictadura que gobernó el país durante más de 40 años. Además, Washington adelantó que hasta que se “reestablezca la democracia” utilizará “todas las herramientas diplomáticas y económicas” para apoyar a la población local.
Hasta el cierre de esta edición el gobierno argentino de Alberto Fernández no se había expresado, pero su posición repercutirá tanto a nivel interno como externo. Por un lado, porque el Frente de Todos ostenta diferentes posiciones alrededor de los gobiernos continentales considerados “progresistas” entre los aliados y los opositores. Por el otro, porque Buenos Aires protagonizó cruces diplomáticos con Managua, especialmente luego de que el canciller nicaragüense, Denis Moncada, haya acusado a la Casa Rosada de ser un “instrumento del imperialismo” al haber manifestado su preocupación por la detención de diferentes figuras opositoras.
Además, la Casa Rosada está atravesada por los recientes dichos del futuro embajador norteamericano, Marc Stanley, quien aseguró que Buenos Aires “aún no se ha unido para presionar por reformas significativas en países como Venezuela, Cuba y Nicaragua”. En momentos en los que el país busca llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y generar un buen gesto por parte de la administración norteamericana todos los posibles puntos de confluencia pueden ser bienvenidos, pero ¿Sucumbirá Alberto Fernández a las presiones norteamericanas? Sería un mal antecedente para la política exterior argentina, pero lo cierto es que la decisión del Palacio San Martín, sea cual sea, provocará repercusiones negativas tanto internas como externas.
Con este escenario en el que la disputa electoral no permitirá resolver los problemas que acarrea el país, uno de los puntos centrales del futuro nicaragüense pasará por la sucesión interna del gobierno de cara a las futuras elecciones de 2026. Con una oposición encarcelada y un sandinismo disidente perseguido, todos los caminos conducen a su esposa y fiel acompañante, Rosario Murillo. Será un desafío interno para Ortega porque la figura de su compañera de vida -quien tiene una hija que denunció a su esposo por abuso sexual- no atrae el pleno respaldo de la base militante y de las estructuras internas de la exguerrilla. Como alertó el analista político Eliseo Fabio Nunez en diálogo con Letra P en la previa de las elecciones, “Ortega es el convergente sandinista” y “Murillo es más bien la divergente”. Si durante estos años Ortega ha logrado imponerse a nivel nacional a pesar de la oposición interna y de las sanciones internacionales, todo hace indicar que logrará hacerlo hacia el interior de su propio gobierno.
Los números finales de las elecciones de Nicaragua son el punto más importante que aún se desconoce, pero a la espera de su publicación el futuro ya está sellado: Daniel Ortega volverá a ganar y seguirá al frente del gobierno, como mínimo, por otros cinco años más.