ELECCIONES 2021

El pinochetista Kast y el progresista Boric definen el futuro del modelo chileno

Restauración del modelo o cambio fuerte, esa es la cuestión. ¿Un futuro argentino?: la trampa de los países de ingresos medios. El voto protesta, clave.

Los candidatos del pinochetista Partido Republicano, José Antonio Kast, y de la alianza izquierdista Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, pasaron este domingo a la segunda vuelta presidencial chilena del 19 de diciembre tras obtener, respectivamente, 27,91% y 25,83% de los votos.

 

 

Que Kast y Boric sean los protagonistas definitivos de la pelea por el poder resulta elocuente de lo que estará en juego en la próxima contienda: nada menos que el modelo económico y social heredado del pinochetismo, reformado solo parcialmente en democracia y uno que ha generado elevados niveles de crecimiento económico y rezagos evidentes en la distribución de la prosperidad.

 

De hecho, el primero es el candidato que mejor ha encarnado la defensa de un modelo basado en los incentivos a la inversión, mientras que el segundo le sacó ventaja al centroizquierda tradicional con su promesa de generar un Estado benefactor que extienda la cobertura de los servicios públicos y de las jubilaciones, hoy a cargo de un sistema privado de capitalización.

 

El próximo jefe de Estado, además, será el encargado de impulsar –o de entorpecer– la ratificación en referendo de la Carta Magna que surgirá de la Asamblea Constituyente actualmente en funciones.

 

Entre las propuestas de Kast y Boric oscila la posibilidad de que Chile busque dotarse de niveles más altos de equidad distributiva sin resignar crecimiento. Boric asegura que su plataforma garantiza eso, mientras que Kast y el establishment empresarial afirman que por izquierda el país solo caerá en la llamada "trampa de los países de ingresos medios", que pierden las condiciones de su crecimiento en medio de demandas sociales crecientes y de un aumento de los costos que enfrentan las compañías.

 

Boric considera que hay espacio para generar un Estado de bienestar a la europea o, en escala regional, como el que ha regido en la Argentina previa a la crisis permanente. ¿Será ese riesgo de loop una reedición del drama de nuestro país?

 

Para plasmar su proyecto, el candidato de la alianza de izquierda que logró superar a la ex-Concertación nucleada en torno de Provoste ha prometido incrementar la presión impositiva en 8,5 puntos porcentuales del producto bruto interno (PBI) en los próximos 6 a 8 años. Para ello ha prometido aumentar los impuestos a las ganancias de los grandes contribuyentes, eliminar numerosas exenciones, aumentar los royalties que pagan las empresas mineras y una propuesta algo ambigua de reducir la evasión y la elusión en nada menos que 2,5 puntos del PBI.

 

Las posibilidades reales de cumplir dicho programa pasan por otro carril y, de hecho, la resistencia del establishment ya obligó al exdirigente estudiantil de 35 años a prometer una aplicación dialogada de su plan y a aclarar que no habrá aumentos de los impuestos a las empresas y ni cambios en el tratamiento a la inversión extranjera. Lo relevante, a lo efectos de este análisis, es el modo en que Boric pretende abordar la expectativa social que acaba de colocarlo en el segundo turno.

 

Su propuesta recoge otra demanda del movimiento de protesta de 2019: el final del sistema de jubilación privada, fuente de un esquema que termina entregando poco a los jubilados y que, además, deja fuera de ese beneficio a muchos chilenos y chilenas que no han logrado acumular con regularidad y en la medida suficiente en sus cuentas de capitalización. En ese punto radica otro motivo del rechazo del empresariado, dado por la forma en que el sistema de las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP) ha alimentado un mercado de capitales que ha servido largamente a financiar la inversión privada, al revés de lo ocurrido en la Argentina en años 90, donde esos recursos terminaron sirviendo para mantener precariamente a flote el bote agujereado del presupuesto del Estado.

 

Por otro lado, en línea con lo que va gestando la Constituyente, Boric promete ampliar el rol del Estado en la salud y la educación, servicios en gran medida signados hoy por el lucro y que explican el fuerte endeudamiento de numerosas familias.

 

«Los defensores del statu quo sostienen que la restauración más plena posible del modelo pinochetista es la garantía de que el país no marchará hacia un futuro de mejor distribución, pero de estancamiento productivo.»

Ante ese desafío, que subió desde la calle, se hizo reforma constitucional y ahora encarna en un candidato presidencial, no sorprende que la reacción a la misma haya encumbrado a Kast y no al oficialista Sichel, un hombre que ha sido oscilado en la campaña en torno a un centro difuso, con una propuesta económica poco propensa a los grandes cambios y una agenda social bastante liberal.

 

Los defensores del statu quo sostienen que la restauración más plena posible del modelo pinochetista es la garantía de que el país no marchará hacia un futuro de mejor distribución, pero de estancamiento productivo. Así, Kast plantea, a contrapelo del movimiento de protesta, una retracción del rol del Estado y, de la mano de eso, una reducción de los impuestos a las grandes empresas del 27% al 17%, para las pymes más pequeñas a cero y del IVA, del 19 actual al 17%.

 

Su meta, afirma, es acelerar al 5% el crecimiento de una economía que, más allá del rebote impactante de este año posterior al Gran Confinamiento, marcha hacia una tendencia del orden del 2,7%. Su propuesta supone un regreso a la situación vigente en los años 90.

 

De la mano de lo anterior, al problema de las AFP, su respuesta no es continuar erosionando el sistema con retiros –hoy se encuentra en definición el cuarto– sino, al revés, un aumento de la edad de jubilación.

 

El panorama queda ahora claro y los votos de Parisi pueden resultar clave para definir la sucesión de Sebastián Piñera. Los ciudadanos que respaldaron a aquel optaron por un candidato curioso, acusado de lavado de dinero y de no cumplir con el pago de alimentos para sus dos hijos, y que hizo campaña solo a través de las redes sociales desde Estados Unidos, donde vive desde 2020. Su Partido de la Gente medró en un clima equivalente al "que se vayan todos" de la Argentina de fines de los años 90.

 

Chile busca, a tientas, el camino para mejorar las condiciones de vida sin que eso signifique el inicio de una era de estancamiento. ¿Será posible o algo así como hallar la cuadratura del círculo?

 

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