Con la vara que mide la aparente igualdad de condiciones para competir y la ausencia de una conducción única en la oposición, cuatro de los siete candidatos a gobernador bonaerense de Juntos por el Cambio aceleraron sus armados con la idea de expandir sus márgenes de influencia política. Se trate del intendente Jorge Macri, el diputado Cristian Ritondo y los dirigentes Emilio Monzó y Joaquín De la Torre, quienes se enfrentan por posicionarse de cara al 2023 apostando a nuevos electorados. Todos confían en la unidad, pero en el arranque de la carrera de largo aliento hacia la gobernación de Buenos Aires chocan sus intereses, mientras cada uno fiscaliza el avance de sus competidores.
Macri vs Ritondo, el choque de los históricos
Cada uno tiene base en regiones distintas y aspiraciones de expandirse con igual o mayor influencia a partir de dirigentes y referentes de confianza, por lo cual se pisan ante la ausencia de un orden superestructural. El jefe comunal de Vicente López domina hace tiempo en buena parte de la Primera sección y vende en los 111 distritos de las siete secciones restantes su modelo de gestión local, mientras intenta persuadir con la estructura del PRO de la provincia de Buenos Aires y la conducción del Grupo Dorrego y el Foro de Intendentes de Juntos por el Cambio. En tanto, el presidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados de la Nación gana en armados en la Segunda, aunque trabaja para posicionar su imagen donde cree que es más fuerte, en la Primera y la Tercera secciones, regiones en donde muestra su agenda contra la inseguridad y sus contactos luego de haber integrado el Gabinete bonaerense de María Eugenia Vidal.
Por su parte, mientras el expresidente de la Cámara baja de la Nación en tiempos de Macri presidente hace pie desde la Cuarta e intenta meterse en algunos distritos cercados por el peronismo como Florencio Varela y Almirante Brown, el exministro de Gobierno vidalista circunscribe su ámbito de poder a San Miguel y otros puntos bonaerenses a fuerza de la vieja maquinaria del peronismo ortodoxo.
La mayoría de ellos coincide en que habrá una instancia para medir fuerzas y consensuar figuras electorales sin la necesidad de pasar por un choque interno en el que que tengan más costos de desgaste que nuevo capital para enfrentar al Frente de Todos. No obstante, si la mesa de negociación no prospera se abrirán listas en 2021 y 2023. Eso, por supuesto, si finalmente la presión de los gobernadores y numerosos funcionarios no termina con la suspensión de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). De todos modos, en la previa se encargan de fiscalizar los pasos de sus competidores internos y pedir la ficha de lealtad a la boleta amarilla que los llevó al poder en 2015.
Dos fuentes de peso del Grupo Dorrego afirman que hoy Monzó está afuera de la competencia bonaerense, pese a avanzar con el respaldo del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien además conduce a Diego Santilli a su exploración bonaerense. Le achacan no solo ser el autor intelectual de la ruptura del bloque de diputados de Juntos por el Cambio en la Legislatura sino, además, su contrucción inorgánica. “Está afuera y manifiesta estar adentro; se requiere menos personalismos y más lealtades a este proyecto”, sintetizó un armador amarillo.
Esta lectura contrasta con la que tienen de De la Torre, un dirigente de extracción peronista que siempre trabajó por adentro de Juntos por el Cambio, pero que va detrás de los pocos votos que suelen seguir a los exintendentes Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) y Luis Acuña (Hurlingham). Es decir, tiene poco. “Están yendo a buscar al tren fantasma”, ironizó un dirigente del PRO que está en la búsqueda de hombres y mujeres descontentos con las políticas del kirchnerismo.
En el ritondismo afirman que el primo del expresidente debe lidiar con el apellido y que no logra revertir una imagen asociada la familia, mientras que en el jorgemacrismo responden que el exministro de Seguridad no tiene estructura bonaerense ni conocimiento de la provincia de Buenos Aires, críticas que suelen girar en torno a buena parte de los postulantes a suceder a Axel Kicillof. “Lo que está haciendo Joaquín (De la Torre) está bien, pero nosotros pensamos en el largo plazo y no mostrar algo para después arreglar lugares”, chicaneó un dirigente que también trabaja junto a la mesa chica de los cuatro barones PRO.
Buena parte de ellos y sus equipos -que comparten aspiraciones con Santilli, el jefe comunal Gustavo Posse (San Isidro) y la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió - consideran además que las disputas internas de cara a las elecciones de este año y, sobre todo, la confección de las listas, serán determinantes en la confección del tablero político de cara a 2023. “Todos estamos para sumar, y está bien que así sea, pero no podemos dejar que otra vez personas sin experiencia y con poca trayectoria política ocupen lugares de poder”, disparó un hombre que ordena buena parte de las listas.