Cuentan en el Ministerio de Economía que su titular, Martín Guzmán, está “con la misma ambición de siempre”, pero que, volcado a la economía real, delegará buena parte de las negociaciones que quedan de la deuda en sus equipos técnicos. De todos modos, tras arreglar el acuerdo con los bonistas privados, el Gobierno tiene una única obsesión con las negociaciones: cerrar todo lo restante en un plazo no mayor a un año.
Si bien hoy el principal escollo es la resolución de la deuda con el Fondo Monetario (FMI), en Hacienda están enfocados en un cronograma que incluye al pasivo de 2.300 millones de dólares a pagarle al Club de París. Según confiaron a Letra P fuentes de las áreas técnicas, el caso con el organismo que comanda Kristalina Georgieva “tendrá menos vértigo” que la disputa con los acreedores privados.
El Gobierno contó con el apoyo del Fondo para arreglar con los fondos pero aseguran que, cuando las negociaciones arranquen, serán "entre partes distintas que quieren cosas distintas”. Naturalmente, admiten que “no será un arranque de cero”, porque el trabajo político en la comunidad internacional y el perfil del FMI de Georgieva mejoran de plano lo que hubiese sido una negociación bajo la gestión anterior, la de la francesa Christine Lagarde.
En cuanto a los tiempos, Guzmán planea arrancar a negociar con el Fondo en septiembre y terminarla, a lo sumo, en marzo. Es que en abril de 2021 se planea cerrar el acuerdo con el Club de París, donde estima habrá buenos niveles de intención de canjear.
Los tiempos juegan a favor a la hora de tranquilizar las jugadas: el primero pago de capital con el FMI está previsto, recién, para septiembre del año próximo.