El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, llegó a Olivos solo y con una carpeta con el discurso que pulió en la noche del jueves junto a sus asesores. Adentro lo esperaba el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, pero lo suyo estaba resuelto desde hace un par de días. Amparado en la "meseta" de casos en la Ciudad, aunque estabilizada en número de contagios diarios, confirmó en la conferencia lo que se supo toda la semana: aunque con pasos mínimos, incluso hasta simbólicos, el distrito que gobierna seguirá adelante con su plan de reaperturas escalonadas y paulatinas.
"Hoy estamos estabilizados en un nivel alto de casos", blanqueó el jefe de Gobierno, pero enseguida aclaró: "Nuestra actitud es la de seguir completando actividades en la medida en que la situación sanitaria lo permita".
Su discurso se dividió en dos grandes capítulos. En primer lugar, recitó números del estado del coronavirus en la Ciudad de Buenos Aires para fundamentar la idea en torno a que “la curva está amesetada con un índice alto de casos”, como repite el ministro de Salud, Fernán Quirós. Por otra parte, anidó un leve mensaje político. El jefe de Gobierno lo enfocó en la responsabilidad social por el cuidado individual ante la crisis sanitaria y política para subrayar su “trabajo conjunto” junto a Fernandez y Kicillof, pero elevó una señal al electorado de Juntos por el Cambio, al insistir con conceptos propios del lenguaje anticuarentena, como “libertad,” y prometer “seguir completando actividades” del plan de puesta marcha de su distrito, que desde el martes seguirá con la posibilidad de practicar deportes como tenis y golf, además de incorporar nuevos comercios al rubro de habilitados.
"Entiendo el cansancio, la angustia y la incertidumbre; pero también sé que todos tenemos que trabajar juntos para salir adelante", dijo Larreta. Y siguió: "Todo lo que logramos hasta acá es gracias al enorme compromiso que venimos demostrando como sociedad. Necesitamos consolidar todo esto para poder avanzar juntos".
El mensaje del jefe de Gobierno, trabajado con su equipo íntimo durante toda la semana, estuvo apuntado a justificar las “mini aperturas” y plantear, solapadamente, que su gobierno, a 147 días de aislamiento, avanzará con nuevas habilitaciones. Un contraste tácito - o no tanto- con su vecino Kicillof.
Es un discurso que comenzó a ensayar desde el anuncio de la cuarentena estricta a la que el AMBA regresó en la primera quincena de julio. Por otra parte, el jefe de Gobierno evitó entrar en cruces con el oficialismo, a sabiendas de que Fernández y Kicillof arremeterían contra los comentarios temerarios de dirigentes de JxC que fulminan al Gobierno por la gestión sanitaria y hasta convocan a marchas anti cuarentena.
De todas formas, Rodríguez Larreta no lo toma como una afrenta personal , aunque esquiva esa tensión.