El año del Gran Confinamiento suma malas noticias para la alianza comercial entre Argentina y Brasil: a los tironeos severos sobre el futuro del Mercosur se agrega una caída en picada del intercambio bilateral, que en mayo sumó 21 meses seguidos de retracción interanual y descendió a 846 millones de dólares, el menor monto desde 2004 y 55,6% menos que hace un año. La noticia viene con un anexo, clave para los planes de reconstrucción de la economía nacional después de la pandemia: esa retracción consolida a Brasil ya no como primer socio comercial del país sino como el segundo, detrás de China, lo que conlleva un achicamiento del principal mercado para las exportaciones industriales y una mayor importancia relativa de otro que absorbe básicamente alimentos sin mayor valor agregado.
Datos a abril de 2020. Fuente: INDEC.
Un informe de la consultora Ecolatina señala las dos causas más recientes de la marcha atrás del intercambio comercial entre los principales socios del Mercosur. “La apreciación del 25% interanual del tipo de cambio real bilateral con nuestro principal socio comercial –producto esencialmente del salto nominal del real brasileño, 43% en los últimos doce meses, en una economía con 2% de inflación anual– y el desplome de la actividad en ambos países, sin perspectivas de recuperación en ningún caso”, dijo.
“En este sentido, la caída de 11% interanual en marzo del PBI local se corresponde una contracción mayor al 4% en la economía brasileña. Por lo tanto, nuestros envíos al país vecino sintieron un golpe tanto a nivel de competitividad-precio como de cantidades demandadas”, agregó.
La apuesta del gobierno de Alberto Fernández para la economía pospandemia pasa por una recuperación del sector industrial, clave para el empleo. Como Brasil representa el principal destino de las ventas externas nacionales de products manufacturados, complica el hecho de que no haya una recuperación clara a la vista.
“De cara al futuro, las perspectivas tampoco son alentadoras. Por el lado exportador, la economía brasileña no repuntaría en el corto plazo (…) Además, la depreciación del real tampoco se revertiría (…). En consecuencia, la competitividad cambiaria continuaría por debajo de 2019”, anticipó Ecolatina.
En relación con el primero de esos factores, en momentos en que las previsiones que el Gobierno maneja reservadamente dan cuenta de una caída del producto bruto interno (PBI) de entre 8 y 9% este año –apenas por debajo de las más pesimistas del sector privado–, Brasil también parece haberse subido al tobogán. Según el informe Focus que el Banco Central de ese país actualiza cada semana en base a las proyecciones de un centenar de bancos de inversión y analistas del mercado, el PBI brasileño se desplomaría 6,25% en 2020. Lo que asusta, más allá de ese dato, es el deterioro de las expectativas: hace apenas cuatro semanas se esperaba una recesión de “solo” el 3,76%.
Fuente: Banco Central de Brasil.
La recuperación de 2021 es, en gran medida, un enigma que dependerá de la evolución de la pandemia. De acuerdo con los analistas citados en el Focus, la misma sería de 3,5%, un valor respetable pero que cubriría poco más de la mitad del desplome de este año y que, como se dijo, está sujeto a una incertidumbre fuerte. Los dramas políticos e institucionales que rodean al presidente Jair Bolsonaro no mejoran, precisamente, las perspectivas.
El segundo factor mencionado por Ecolatina, el tipo de cambio bilateral, muestra un deterioro para la Argentina. En lo que va del año, el dólar mayorista oficial registró un aumento del 15% contra uno del casi el 28% en el vecino. Ayudó, con todo, que este haya retrocedido algo desde sus máximos de mediados de mayo. Sin embargo, las tensiones cambiarias recurrentes de la Argentina hacen imposible trazar pronósticos fiables en torno a esta variable.
Como se dijo, la tendencia del comercio con Brasil es mala y de larga data. De acuerdo con estadísticas oficiales del país vecino, el acumulado enero-mayo registró una caída total del 27,7%, hasta 6.353 millones de dólares. Entre ese período y el mismo de 2019, el saldo para la Argentina pasó de un superávit leve de 171 millones a un déficit exiguo de 6 millones.
En vista de esta tendencia negativa, el país ha descendido al cuarto puesto entre los principales proveedores de mercancías de Brasil, detrás de China, Estados Unidos y Alemania. También quedó cuarto entre los mayores clientes de las exportaciones brasileñas, después de China, Estados Unidos y los Países Bajos.
En tanto, en abril Brasil perdió la condición de principal socio comercial de la Argentina a manos de China. El gigante asiático captura en la actualidad, según datos de la Cámara de Exportadores, el 11,7% de las exportaciones nacionales y el 14,1% de las importaciones.
Datos a abril de 2020. Fuente: INDEC.
La diferencia, más que en el cuánto, está en el qué. Mientras los principales productos de exportación al vecino son manufacturados –vehículos y autopartes, en buena medida– los destinados a China son primarios: porotos de soja –más de la mitad del total–, carne de vaca congelada y deshuesada –alrededor del 30%–, camarones y langostinos, grasas y aceites animales o vegetales, entre otros.
Una consolidación de esa estructura comercial acentuaría la primarización de la producción y las exportadores nacionales y complicaría los planes oficiales de un rebote económico basado en la expansión de la industria. La solución, claro, no es menos China sino más Brasil y más Mercosur, entre otros mercados a explotar.