La pulseada por cómo será la próxima fase de la cuarentena por coronavirus en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) terminó en empate. Subidos a un ring para definir cómo implementar el aislamiento, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta no se sacaron ventaja y cada uno vuelve a su despacho con un triunfo parcial bajo el brazo: el gobernador bonaerense logró convencer a Alberto Fernández para adelantar el regreso a fase 1, mientras que el jefe de Gobierno porteño mantuvo para la Ciudad algunos permisos que negoció hasta último momento.
El mensaje que grabaron los tres este viernes en la Quinta Presidencial de Olivos llevó tanto tiempo como el acuerdo sobre los términos y condiciones del aislamiento total, que comenzará el 1 de julio y se extenderá, por ahora, al 17 de ese mes. La demora en el postergado anuncio se generó por la proliferación de desacuerdos entre los tres gobernantes en torno a los puntos clave para garantizar el endurecimiento de la cuarentena: la seguridad y el transporte público.
Tras una semana de intensas negociaciones, todos tuvieron que ceder. Fernández, nuevamente como árbitro, trabajó para unir posiciones y logró el acuerdo tripartito en el tiempo de descuento y con la lengua afuera. Salomónico, el Presidente optó por cerrar la discusión con un escenario en el que todos pierden un poco. Se mostró equitativo hasta en el espacio que les otorgó para el anuncio: tanto Larreta como Kicillof tuvieron 15 minutos para justificar la vuelta atrás en sus distritos.
Rodríguez Larreta pasó de semanas de apertura de comercios y flexibilizaciones, con un manual de gestión que mezcló indicadores sanitarios y gestos a su base electoral, a volver a pedir paciencia a los porteños ante un nuevo cierre de la Ciudad. El jefe de Gobierno clausuró sin reproches las jornadas de actividad física, que tanto fastidio generaron del otro lado de la General Paz y el Riachuelo, porque la convivencia política pesó más. En Parque Patricios sostienen que esa decisión también se basa en un gesto hacia los comerciantes: si bien creen en que está comprobado científicamente que salir a correr no incrementa los contagios, igual cedió. Cortó por lo sano: canceló actividades de ocio y comercios para no incrementar el malestar.
Kicillof esperaba más adhesión presidencial a su propuesta de endurecer el aislamiento de manera urgente. La consiguió a fuerza de insistencia: le llevó más de quince días de negociaciones y charlas tanto con Fernández como con Rodríguez Larreta. Durante ese plazo, el número de contagios en la provincia de Buenos Aires creció exponencialmente y superó a la Ciudad. Su negociación dio frutos ya con los números en rojo: la ocupación de camas de terapia intensiva alcanzó el 56% en Buenos Aires. Tampoco prosperó su propuesta de frenar el transporte público y quedaron activos tanto trenes como colectivos, aunque únicamente para esenciales. En la pulseada final por la fecha se impuso Rodríguez Larreta, que no comulgaba con la idea de endurecer el aislamiento desde el lunes 29 de junio.
Hasta último momento, Kicillof y Rodríguez Larreta discutieron cómo disminuir el movimiento en los colectivos y trenes interurbanos. Se optó por la opción menos drástica: aumentar desde el lunes 29 de junio la vigilancia en los servicios de transporte para que solo se movilicen trabajadores esenciales. Semanas atrás, ya se había anunciado esa misma medida que, en rigor, fue comunicar algo que, en teoría, ya regía desde marzo. Ahora, ambos gobiernos, con la asistencia de las fuerzas federales, prometen aumentar ese control. Este fue un punto de discordia total entre los gobernantes del AMBA que se zanjó con una solución del Ministerio de Trasporte que, según informó el Gobierno, habilitará la tarjeta SUBE únicamente para los trabajadores de actividades esenciales.
Con la convicción de endurecer el aislamiento, los tres gobernantes comenzaron la semana dispuestos a acordar cómo y cuándo. Rodríguez Larreta propuso sin éxito que esa fase comience desde el 6 de julio, pero Kicillof sostuvo desde el primer momento que sea cuanto antes. Finalmente, el alcalde consiguió estirarlo hasta el miércoles 1 de julio. Primero, Rodríguez Larreta sugirió esperar una semana porque consideraba “imposible” ordenar una vuelta atrás total y esperar que la sociedad comprenda el pedido. En ese sentido, en la Jefatura de Gobierno sostenían que ese período, en el marco de un aumento notable de los contagios, permitiría revestir de respaldo social la vuelta a la fase uno.
Kicillof presionó para acelerar esa definición y había consenso para que la cuarentena dura regresara al AMBA el lunes, pero finalmente será el miércoles. El jefe de Gobierno insistió con esa fecha para darle un plazo de ordenamiento a los comerciantes barriales no esenciales que están abiertos desde la segunda quincena de mayo y volverán a bajar las persianas.
En la negociación, Rodríguez Larreta tuvo que ceder también la habilitación de salidas deportivas nocturnas y mantuvo los permisos de salidas recreativas para niños y niñas, únicamente los fines de semana.