CRISIS POR CORONAVIRUS

Una segunda ola de COVID-19 acecha al mundo y complica más a la Argentina

El “efecto Legrand” jaquea la reactivación global. Vías de contagio local. Las razones de la alarma. Entre la Edad Media y la apuesta excluyente a una vacuna.

Estalló el verano en el hemisferio norte, la parte del mundo que peor la pasó con la pandemia en el inicio de este 2020 inolvidable, y llegó el desahogo para europeos, estadounidenses y orientales. Con un nivel de contagios, al parecer, inversamente proporcional a la temperatura ambiente, las curvas de casos y decesos descendieron, las playas se llenaron de gente, los gobiernos rehabilitaron buena parte la actividad económica y, finalmente, pareció regresar la posibilidad de ser feliz. Sin embargo, a falta todavía de vacunas de alcance global que lo conviertan en una sombra, el virus SARS-CoV-2 solo se agazapa y, a lo Mirtha Legrand, vuelve en cada temporada. El COVID-19 amenaza ahora con una segunda ola de contagios, pone en vilo a los supuestos aliviados y amenaza con extender sus efectos sobre la economía internacional y perjudicar todavía más a la Argentina. Prendete a la Chiqui, prendete al 13.

 

La portada del sitio web de The New York Times del mediodía de este jueves era elocuente sobre la gravedad del momento. “Cómo fue que el virus ganó”. “Estados Unidos establece un récord diario de nuevos casos mientras el virus surge en el Sur y el Oeste”. “Arizona ‘abrumada’ por la demanda de tests en tanto el sistema de Estados Unidos muestra presión”. “Los pedidos de subsidio de desempleo superan el millón por decimocuarta semana”. “El coronavirus es una crisis. ¿Podría también reducir la inequidad?”. Suficiente…

 

 

Los mercados globales habían apostado a una recuperación económica veloz, sobre todo en Estados Unidos, y en consecuencia habían recuperado el valor perdido. Algunas advertencias en contrario de parte de la Reserva Federal y, sobre todo, el recálculo de las perspectivas económicas globales presentado el miércoles por el Fondo Monetario Internacional (FMI) obligaron a ajustar el optimismo.

 

 

Fuente: Fondo Monetario Internacional.

 

 

En un informe publicado este jueves, complementario de esa corrección de sus proyecciones, el FMI advirtió que “en medio de la tragedia humana y de la recesión causada por la pandemia de COVID-19, el reciente aumento del apetito por el riesgo en los mercados financieros llamó la atención de los analistas. Después de las fuertes caídas de febrero y marzo, los mercados accionarios se han recuperado, en algunos casos para acercarse a sus niveles de enero, mientras que los diferenciales de tasa de interés se han reducido significativamente, incluso para inversiones más riesgosas. Esto creó una evidente desconexión entre los mercados financieros y las perspectivas económicas. Los inversores parecen apostar a que un respaldo (monetario) fuerte y duradero de los bancos centrales sostendrá una recuperación rápida, aun cuando los datos económicos señalan una desaceleración más profunda que la esperada”.

 

El cuadro empeora con las noticias sanitarias más recientes. 

 

En Estados Unidos, la prestigiosa Universidad Johns Hopkins documentó el miércoles más de 37.000 casos del nuevo coronavirus, la mayor cifra desde el comienzo de la pandemia. No se trata de una golondrina solitaria: en la víspera había registrado 34.700 y la curva viene en ascenso, solo que con el epicentro del drama trasladado desde el Nordeste a regiones hasta ahora menos afectadas.

 

 

Fuente: Universidad Johns Hopkins.

 

 

Por otra parte, el rap del “testeo masivo, trazabilidad y aislamiento focalizado”, todo un boom en Corea del Sur, no resulta tan pegadizo en mercados con culturas diferentes, aun cuando dispongan de recursos materiales, tecnológicos y humanos al menos tan abundantes como los de ese país. La ciudad de Nueva York, probablemente la más rica del mundo, contrató a tres mil personas para realizar tareas de rastreo de contactos de los casos positivos. Sin embargo, desde el 1 de junio, cuando comenzó, “solo el 35% de los 5.347 residentes de la ciudad que dieron positivo o se los presumió como tales para COVID-19 en las primeras dos semanas del programa dieron información sobre contactos cercanos”, dijo The New York Times.

 

En Francia, en tanto, la confianza liberal en la responsabilidad individual se vio defraudada al constatarse que, después de un mes de su lanzamiento, apenas el 2% de los usuarios de telefonía celular instaló la aplicación StopCovid, que les permite saber si se cruzaron con personas que dieron positivo en los tests.

 

 

 

Incluso para los países más desarrollados, el recurso medieval a la cuarentena parece inevitable. En Alemania, un rebrote que contagió a más de mil trabajadores de un matadero en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia llevó a las autoridades a confinar dos regiones habitadas por 640 mil personas.

 

En tanto, una Pekín que ya festejaba la desaparición del virus debió también cerrar barrios enteros de la ciudad por la aparición de casos en un mercado y las celebradas autoridades sanitarias surcoreanas hablan de una segunda ola en Seúl.

 

Si la recuperación de la economía mundial es más lenta, las posibilidades de una retomada veloz en la Argentina se recortan.

 

Ante una preocupante escalada de casos, el Gobierno argentino se apresta a anunciar un retroceso en la cuarentena en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y se resigna al daño económico extra que eso supondrá

 

Más allá del congelamiento de su propia actividad económica, el país también sufrirá por el contexto internacional.

 

Si la recuperación de la economía mundial es más lenta, las posibilidades de una retomada veloz, cruciales para una sociedad exhausta y para las necesidades políticas del Gobierno, se recortan.

 

Tasas de desempleo altas y persistentes en el mundo desarrollado anticiparían allí políticas más proteccionistas, lo que limitaría las chances de incrementar las exportaciones nacionales, incluso las primarias.

 

Asimismo, con una crisis extensa, el dólar seguiría siendo refugio de valor, los capitales seguirían olvidándose de los mercados emergentes emergentes y pondrían presión sobre el riesgo país y la paridad cambiaria de países como la Argentina.

 

Los acreedores del país conocen estos condicionamientos, los que refuerzan su posición en las negociaciones con el ministro de Economía Martín Guzmán. En efecto, ¿cuál sería el futuro inmediato de un país condenado a seguir volcando dinero que no tiene al sostenimiento de sus empresas y trabajadores sin la posibilidad de recuperar el acceso al crédito?

 

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