EL SEGUNDO SEMESTRE

La primavera albertista: el Gobierno cree que habrá brotes verdes en septiembre

Los ministros trabajan en planes para reactivar la economía. El Estado como motor en el Presupuesto 2021. Señales de la recaudación.

Encauzada la cuestión de la deuda y con la perspectiva de un acuerdo posible que tendrá una oferta oficial formal esta semana, el Gobierno trabaja con la convicción de que la economía empezará a normalizarse en septiembre, tras meses de caída y crisis provocadas principalmente por la irrupción del coronavirus.   

 

Las distintas líneas de la administración ya empezaron a hacer sus planificaciones para ayudar en la dinamización de la economía en la pospandemia y en la preparación del Presupuesto 2021, el emergente concreto del modelo económico que diseña Alberto Fernández. El ministro de Economía, Martín Guzmán, ya trabaja con toda su cartera en el proyecto, que se presentará el 15 de septiembre ante el Congreso y tendrá “palancas” para la reactivación post pandemia.

 

Según supo Letra P, habrá instrumentos similares al plan Procrear para reactivar la construcción y otros sectores -se trabaja en alternativas a ese programa aplicables a otros rubros de la economía. En paralelo, habrá una redistribución de partidas hacia sectores más productivos y una idea de extender crédito a tasa baja.

 

 

 

Fue un pedido de Fernández, también, que el plan maestro del Modelo F se viera plasmado en la Ley de Leyes. La línea fina de la iniciativa es, en este contexto, de Raúl Rigo, el secretario de Hacienda. Es el hombre que está sentado encima de los gastos, dicho en términos muy coloquiales. Pero también aportan Haroldo Montagu, el secretario de Política Económica, y Roberto Arias, el de Política Tributaria. Este último personaje es relevante porque, a diario y también por pedido de Fernández, trabaja en una pata clave de la reactivación: la reforma impositiva que llevan en conjunto con la AFIP de Mercedes Marcó del Pont.

 

 

Fernández, la semana pasada, con empresarios en Olivos. 

 

 

Para el Presidente, el objetivo número uno en la materia es robarle a Cambiemos una bandera incumplida de su campaña de 2015: Fernández quiere sacar el Impuesto a las Ganancias de los salarios. A tales fines, Hacienda y la AFIP trabajan en rangos de ingresos, dado que hoy entran a pagar el tributo sueldos que están por debajo o levemente por encima de la canasta básica. “Todo impuesto que sea regresivo, no lo quiero más”, reclamó el Presidente a los que están en el tema.

 

Fiel a su estilo, Fernández sumó a los empresarios al plan post pandemia. En una suerte de esquema de trabajo colaborativo, les pidió ideas para la Argentina que viene en la última reunión que tuvo con los ceos en Olivos, la semana pasada. El Presidente quiere una reactivación rápida con el apoyo de todos los sectores.

 

EL ESTADO COMO MOTOR. Para cuando el Congreso empiece a tratar el proyecto, el Gobierno cree que la economía ya estará nuevamente en marcha tras la parálisis. Para amortiguar la caída, la Casa Rosada inyectó recursos a través de distintos mecanismos, como el pago de tarjetas alimentarias, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), los créditos a monotributistas y el pago de Programa de Asistencia del Trabajo y la Producción (ATP). Con eso, contuvo la situación social y evitó un estallido que, al comienzo de la pandemia, muchos creyeron que estaba a la vuelta de la esquina.

 

Ahora, trabaja en una nueva fase. El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, apunta a darle impulso a cinco sectores de la economía que, cree, serán el motor de la salida laboral para el 40% más pobre de la población: la construcción, la producción de alimentos, la industria textil, la economía del cuidado y el reciclado.

 

 

 

El ministro ya le presentó el proyecto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. La ejecución del plan costará 20 mil millones de pesos que se utilizarán para dar capacitación, máquinas, herramientas y formación en las diferentes áreas. Por los cambios de comportamiento que generó la propia pandemia, el Gobierno cree que, en la etapa que viene, el Estado deberá invertir para crear trabajo y empezar a mover la rueda de la economía. "¿Cuántos van a volver a llamar al jardinero si vieron que pueden cortar el pasto ellos mismos? Eso va a demorar un poco más", analizan en el gabinete.

 

EL NUEVO CONSUMO. En una reunión que mantuvo vía Zoom con la mesa chica de la Unión Industrial Argentina (UIA), Marcó del Pont contó que la recaudación había subido algo más en mayo: un 12,4% versus un 11,6% del período anterior. Más allá de que, descontada la inflación los ingresos tributarios caen en términos reales, la directiva aseguró que “es un dato para seguir”, porque puede representar el inicio de la salida de la crisis.

 

Del Ponto preguntó, entonces, qué veían los industriales. Le contestó adhiriendo Jorge Sorabilla, líder de los textiles de Protejer. Le explicó que las ventas en su rubro estaban creciendo con la apertura del país -pasaron del 10% a un 25%- y que eso se iba a empezar a ver en los números.

 

 

 

En el Gobierno aseguran que en las provincias que más abrieron sus actividades el consumo está "en un 50%", pero que se perciben cambios que podrían llegar para quedarse por un largo tiempo. Según datos de los grandes comercios nucleados en la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), el consumidor se volvió muy selectivo y sólo compra lo esencial.

 

Los datos son un reflejo de cómo se moldea el nuevo comprador y explican por qué el Gobierno trabaja sobre estos cambios de perfil. En mayo, contra mismo mes de 2019 (un mes catastrófico en el gasto hogareño), las subas de consumo se vieron en Almacén (30%), Bebidas Alcohólicas (48%), Limpieza (31%) y Frutas y Verduras (58%). Los derrumbes, fuertes, fueron en los siguientes rubros no esenciales: Productos para automotor (25%), Accesorios de Viaje (90%), Muebles (30%), Ropa de Caballeros (40%), Ropa de Dama (34%), Indumentaria de Bebes (57% y hasta Rotisería y Comidas Preparadas (70% abajo).

 

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