Rodolfo Aristides Canicoba Corral siempre defiende su buen nombre. El juez federal que atiende el juzgado N° 6 de Comodoro Py desde 1993 acaba de dar una muestra más de que no lo alteran ni los cambios de ciclo. Es tan capaz de cumplir el deseo de Mauricio Macri y Daniel Angelici de enviar a la cárcel a Omar “El Caballo” Suárez para darle crédito al discurso antimafia del gobierno de los ceos como de cerrar un acuerdo por su sobrevida con el voto a mano alzada del kirchnerismo en el Consejo de la Magistratura.
Ya en noviembre pasado, el consejero entonces cambiemista y abogado radical Juan Pablo Mas Vélez había pedido desestimar las denuncias contra Canicoba. Ahora con el voto de los oficialistas Gerónimo Ustarroz -hermano del ministro de Interior, Eduardo De Pedro-, Vanesa Siley e Inés Vergara; el abogado zigzagueante Diego Molea y el juez Alberto Lugones, la Comisión de Acusación del Consejo desestimó cuatro denuncias y dejó en pie, acaso por un error involuntario, el expediente donde se investigan 20 vuelos privados a Punta del Este del juez en jets de empresarios como Cristiano Ratazzi, la familia Werthein y Gustavo Elías. En la próxima reunión del Consejo, el plenario tiene que votar con el objetivo de lograr el milagro de limpiar el CV de Canicoba.
En el teatro de la grieta, la voluntad de la familia Mahiques coincide en este caso con la de los leales a Cristina Fernández. Mientras algunos esperan que se jubile en julio cuando cumpla 75 años, otros intuyen que el porteño que empezó como meritorio en la Justicia bonaerense y es célebre entre los jueces federales seguirá ofreciendo su servicio patriótico con favores de algún tipo.
En el oficialismo reconocen que hubo un acuerdo, aunque no de última hora. Ya en noviembre pasado, cuando Cambiemos se partió entre la línea Carrió y la línea Angelici en la Magistratura, los consejeros alineados con CFK se disponían a cubrir a Canicoba. Por eso, hay quienes piensan en una especie de pago retroactivo por una deuda contraída con el magistrado o con sus socios, que son muchos. Todavía no está claro para qué puede servirle a Cristina, salvo que se crea que un juez de esa estirpe puede abrir un canal de negociación con la familia de Comodoro Py por los juicios que acumula la vicepresidenta en la guillotina tendenciosa de Retiro.
Al Presidente seguro le sirve menos, no sólo porque Canicoba se dedicó a perseguir a su amigo Claudio Moroni cuando estaba en el llano. Sobre todo, porque la reforma judicial con la que pretende dejar atrás la podredumbre coincide con la consagración de un juez emblema en la conexión que une a los servicios de inteligencia con los tribunales federales.
UN SERVICIO TRUCHO. Entre las cinco denuncias que Canicoba acumula en su contra figura la del sindicalista Suárez por sus vínculos con Santiago Viola, un abogado que formó parte de la intervención en el SOMU ordenada Macri y exhibe un frondoso mapa de relaciones con la ex SIDE amarilla. Viola es el hijo de Claudia Balbín, otra abogada cercana a Eduardo Miragaya, el exfiscal que aterrizó en lo alto de la AFI durante la era Arribas. Viola y Miragaya fueron denunciados por instigar a testigos falsos a declarar que el juez Sebastián Casanello había visitado la quinta de Olivos durante la presidencia de CFK.
Ejemplo de lo peor en más de un sentido, la cabeza de Suárez fue exhibida por el macrismo como prueba de purificación trucha en el universo gremial y sirvió para avanzar contra el sindicalismo en todas las líneas con la prédica por la flexibilización laboral. Casualmente, en 2017, el mismo Canicoba que mandó a la cárcel a Suárez impulsado por Gladys González y Viola sobreseyó en apenas tres meses al broker Arribas en la causa Odebrecht.
La sintonía fina con la calle 25 de mayo no es nueva. Apartado por Canicoba en una causa de fondos reservados, el experito de la Corte Alfredo Popritkin lo denunció ante el Consejo de la Magistratura por el supuesto cobro de sobresueldos. Según Popritkin, fue Carlos Fayt el que le contó en una reunión privada de 2004 que Canicoba “percibía la suma de US$ 14.500 mensuales por encima de su sueldo, provenientes de la SIDE”. Canicoba declaró entonces que se llevaba mal con Stiuso, aunque los memoriosos aseguran que fue el primer juez en tener la causa AMIA cuando debutó la línea de montaje Jaime sobre el atentado. Habrá sido la fortuna quizás, pero cuando Juan José Galeano cayó en desgracia y Stiuso-Nisman sobrevivieron, el expediente retornó al juzgado de Canicoba.
Siempre impecable, casi como si no le pasaran los años, el magistrado logró, producto del esfuerzo, un merecido buen pasar. Como muestra está Gadega, la sociedad de activos millonarios que, según publicaron los periodistas Iván Ruiz y Maia Jastreblansky en La Nación, creó junto a su esposa, Viviana Tejada Soriano. Su ascendencia en Comodoro Py es indudable. De ahí que le hayan puesto su nombre al famoso torneo de truco que se juega desde hace décadas entre jueces federales, camaristas y empresarios, “Rody Cup”. Una distinción honorable.
¿JUSTICIA LEGÍTIMA? Con problemas para oír lo que no le conviene, Canicoba tiene el mérito de haberse consolidado como el único magistrado que sobrevivió durante un cuarto de siglo largo al servicio del poder de turno. Los enemigos que se activan en su contra, de manera intermitente, nunca son más que sus amigos. Junto con María Romilda Servini, expresan todas las virtudes de la familia judicial. Preceptor, docente en escuelas técnicas, penalista y asesor del intendente duhaldista Carlos Brown en San Martín, Canicoba conoció muy temprano a Luis Barrionuevo y lo mantuvo siempre en su circulo de afectos. Producto de esas coincidencias, el magistrado exhibía, encuadrado en su despacho, un cartel que le había regalado la hinchada de Chacarita: “¡Dr. Canicoba, haga justicia!!, clamaba.
El inoxidable que ahora ve con satisfacción cómo el oficialismo intenta limpiarle su CV ingresó primero como juez de Menores gracias a los oficios de peronistas como su exprofesor de Derecho Penal Jorge Casanovas, exministro del fugaz Carlos Ruckauf. Pero quedó inmortalizado en los noventa, cuando Domingo Cavallo lo anotó en la servilleta imaginaria de Carlos Corach. Según el exministro de Economía, Corach había tildado a Canicoba como empleado del exministro de Justicia menemista Elías Jassan. Lazos había: igual que Claudio Bonadio, Canicoba había hecho su curso de iniciación como asesor del ministro de Justicia Jorge Maiorano y al lado de Jassan, entonces su secretario en el área. Alineado con el sector ligado a Corach, el magistrado se dio el gusto de condenar a Cavallo y mandar a la cárcel a María Julia Alsogaray.
Exgobernador de Santa Cruz Sergio Acevedo. Tuvo que indemnizar a Canicoba por manchar su honor.
Pese a que tuvo fallos de lo más cuestionables en causas resonantes como la de los sobornos en el Senado, la prórroga de Cerro Dragón, que benefició a la familia Bulgheroni, y el expediente Odebrecht, Canicoba no permite que se lo asocie a lo peor. En 2013, logró que la Corte Suprema fallara a su favor en una causa contra Sergio Acevedo. El exgobernador de Santa Cruz y titular de la SIDE durante el gobierno de Néstor Kirchner había considerado, en una entrevista con Página 12, que en la corporación judicial había “seres detestables”. “¿Qué sistema de selección tuvieron esos jueces? Menem habló de la persecución de una Justicia que él mismo designó. Son los jueces de la servilleta”, dijo y fue demasiado. Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda, Carlos Fayt y Eugenio Zaffaroni lo condenaron a pagarle una indemnización a Canicoba por haber ofendido su buen nombre. Mientras el CELS llevó el caso a la CIDH por considerar que violaba la libertad de expresión, Canicoba se jactó durante años en privado de que se iba a ir de vacaciones a Punta con la plata del exgobernador.
De qué le puede servir al cristinismo salvar su trayectoria es materia de especulación incluso en la oposición cambiemista. El juez hoy tiene a su cargo una denuncia que reveló en octubre pasado El Destape en la que se investiga el espionaje ilegal contra una lista de 21 magistrados en la que figuran desde Maqueda hasta el mismísimo Canicoba. Hoy, además, subroga al exjuez Sergio Torres y atiende en ese juzgado causas que pueden ser importantes para exponer la pesada herencia del macrismo. Son anécdotas. Igual que Bonadio, Canicoba ya hizo lo más importante: constituirse como el poder permanente que fija el precio de la libertad ajena.