Este jueves comenzó con la noticia de que 23 argentinos más murieron por COVID-19, una tragedia en sí misma y una poderosa señal de alerta respecto de lo precoces que pueden resultar las medidas de apertura de la cuarentena que se están tomando en varios distritos, incluida, de modo más limitado, la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, otras estadísticas, esta vez económicas, señalan que el aislamiento social ya resulta insostenible en términos de actividad económica, supervivencia de empresas y mantenimiento del empleo, más allá de los esfuerzos oficiales para financiar la emergencia. La frazada parece cada vez más corta.
Por un lado, de acuerdo con la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, el empleo registrado en el sector privado se redujo en marzo 0,5% en relación con febrero, sobre todo en lo que hace a las nuevas contrataciones habituales del período, lo que constituye el mayor retroceso desde la crisis de 2002. Lo alarmante es que la cuarentena solo impacto en los últimos once día de aquel mes y todo indica que los datos serán bastante peores en abril y, al menos, la primera mitad de mayo.
En ese sentido, tal como informó Letra P, 365 empresas presentaron planes preventivos de crisis para poder realizar despidos, al margen de las negociaciones intensas para gestionar la emergencia en base a suspensiones y reducciones parciales de salarios.
En segundo lugar, el Índice Construya dio cuenta de un desplome de las ventas de insumos y materiales para la construcción del 74,3% en abril en comparación con el mismo mes del año pasado, lo que llevó la caída interanual del primer cuatrimestre al 31,9%. “El Índice Construya de abril confirma que el impacto de la cuarentena en la construcción es devastador”, dijo el informe del Grupo Construya.
Tercero, de acuerdo con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), “la mitad de las pymes todavía no accedió a ninguno de los beneficios brindados por el Gobierno (…) en algunos casos porque las medidas no se las aprueban o no califican por requisitos, en otros casos tienen la aprobación pero siguen en la espera para que se concrete y en otros porque es la misma empresa la que cree que nos los obtendrá”.
En lo que respecta a los préstamos con tasa subsidiada al 24%, según la entidad, “el 51% de las pymes no lo pidió, solo 18% lo obtuvo, el resto, un 13% lo pidió pero aún no se lo otorgaron, a un 11% se lo negaron y otro 6% su banco no lo tenía disponible”.
El economista Gustavo Reija le dijo a Letra P que “si bien la cuarentena afecta a todos los sectores de la economía, es indudable que se puede hacer una distinción entre los grandes sectores industriales y las pymes, que son la rama más vulnerable en este escenario”.
“Aún existen dificultades importantes en la llegada de las líneas de financiamiento con tasa especial instrumentadas, lo que es un no tema menor ya que la capacidad de una pyme argentina para sobrevivir sin financiamiento y con niveles de producción de entre un 20 a 30% son muy escasas”, añadió. “Este es uno de los puntos sobre los que la política estatal debe mejorar a fin de evitar una destrucción de capital”, enfatizó Reija.
En cuarto lugar, la Fundación Observatorio Pyme (FOP) encontró, de acuerdo con un informe que se publicará este viernes, que el 7,7% de las micro, pequeñas y medianas empresas relevadas evalúa cerrar. Se trata de un universo de alrededor de 46.000 empresas sobre un total de 600.000 pymes, que genera 248.000 puestos de trabajo.
En tanto, en su última edición, del 23 de abril, el FOP dio cuenta de un escenario complejo en términos de empleo en un sector que genera 6,5 millones de puestos de trabajo.
Quinto y último, el tejido industrial cruje sonoramente. El Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI manufacturero) que elabora el INDEC registró una retracción interanual del 16,8% en marzo, mes en el que la cuarentena generó un freno brusco pero en el que influyó solo parcialmente. Según el mismo, la producción de equipos, aparatos e instrumentos colapsó 39,9% interanual; la textil, 35,4%; la automotriz, 34% y la de minerales no metálicos (que involucra insumos para la construcción), 32,9%. Se sostuvo más, como es lógico, la de alimentos y bebidas, que bajó, pero solo 2,6%.
“La caída de marzo fue generalizada y ningún sector la pasa bien. “La economía real llegó a un punto límite que no se puede sostener”, le dijo a Letra P la economista de la consultora LCG Julia Segoviano. “Había que empezar a abrir”, añadió.
“Muchas empresas no pueden acceder a lo créditos a tasa subsidiada al 24% porque ya estaban muy endeudadas antes de la crisis sanitaria. Por otra parte, incluso accediendo a ellos, muchas solo pueden pagar los salarios de 15 días o de un mes”, explicó.
“Evidentemente, los sectores más perjudicados son los que llevan parados más tiempo por la pandemia: turismo, actividades recreativas y gastronomía. Lo mismo pasa con el teatro y otras actividades artísticas, en los que la caída es prácticamente del 100%”, señaló la economista.
Este jueves, el INDEC va a difundir el índice de inflación de abril, que según proyecciones privadas bajará al 2%. Eso no sorprendería a Segoviano, para quien “eso pasa porque hay sectores que directamente no tienen precios al mercado, lo que es muy grave y se va a sentir mucho en los indicadores del segundo trimestre”.
Para la economista de LCG, “la ayuda del Estado, tanto en lo crediticio como en la reducción de tasas y en el pago de salarios, ayudó a sostener la cadena de pagos. Ese es el primer riesgo, porque su interrupción destruye el sistema productivo. No veo que haya todavía niveles de mora tan altos como para hablar de ruptura, pero si se mantiene la cuarentena vamos a tener problemas”.
Gustavo Reija ha insistido desde el principio de la emergencia sanitaria en la necesidad de que se evite una destrucción duradera de capital (empresas) y puestos de trabajo, cuyas consecuencias serían imposibles de revertir en el corto plazo cuando la pandemia pase. “Para eso, las políticas gubernamentales de apoyo deben centrarse en fortalecer el sector de la oferta de la economía. Esto significa ayudar a mantener las empresas vivas a efectos de mejorar las condiciones de salida de la crisis provocada por el COVID-19”.