EPIDEMIA Y PÁNICO

El coronavirus y la Argentina: hacia un contagio comercial y financiero

A la aparición en el país del primer caso de la enfermedad, se acumulan interrogantes económicos. La soja sufre por China y el temor no cede en los mercados. Un cisne negro peligroso.

La irrupción del coronavirus como una amenaza sanitaria global data de comienzos de diciembre y su conversión en epidemia, con un impacto fuerte en la economía internacional, de mediados de enero, con un pico intenso, parecido al pánico, en el final del mes pasado. Con China, su epicentro, sumida en severas políticas de cuarentena que abatirán el nivel de actividad del año, brotes crecientes en países europeos importantes como Italia y España y una situación que dista de parecer bajo control en el mundo desarrollado en general, cabe preguntarse cuál será su impacto económico en la Argentina, sobre todo cuando acaba de anunciarse la aparición del primer caso en el país. Más allá de lo estrictamente sanitario, la vía de contagio será doble: ya se pueden anticipar perjuicios en materia de comercio exterior, con posibles derivaciones negativas en lo político y en lo tributario, además de complicaciones financieras en medio de la renegociación en curso de la deuda pública.

 

Después del desplome de la última semana de febrero y del esperanzador rebote del último lunes, el índice industrial Dow Jones de la Bolsa de Nueva York atravesó este martes un sube y baja frenético. Así, una baja inicial, producto del pesimismo sobre la posibilidad de que la epidemia encuentre pronto un piso, mutó en una breve recuperación cuando la Reserva Federal (el Banco Central de los Estados Unidos) anunció una reducción de emergencia de las tasas de interés de referencia de medio punto porcentual, la mayor desde la crisis global de 2008, para establecerlas en un objetivo de 1% a 1,25%. El alivio, con todo, duró muy poco, y los índices volvieron a terreno negativo.

 

Fuente: www.marketwatch.com

 

 

La Fed salió de ese modo, por ahora en soledad, al cruce de la insatisfacción que generó el comunicado emitido por el Grupo de los Siete principales países industriales (G-7), que evitó asumir un compromiso explícito en torno a una acción concertada para reducir el costo del dinero e inyectar, de ese modo, liquidez en mercados accionarios sometidos a fuerte estrés.

 

"Los ministros de economía del G7 y los gobernadores de los bancos centrales estamos monitoreando la expansión del coronavirus (Covid-19) y su impacto en los mercados y en la actividad económica (…) Dado su potencial impacto en el crecimiento global, reafirmamos nuestro compromiso de usar todas las herramientas adecuadas para lograr un crecimiento fuerte y sostenible", dijo un documento que dejó gusto a poco.

 

 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el último lunes había registrados 88.948 casos de coronavirus en todo el mundo, 80.174 de los cuales se produjeron en China. Las muertes eran 2.915 en ese país y 128 en el resto del mundo. La curva de contagios parece ceder en el gigante asiático, pero crece en Corea del Sur, Irán, Italia, España y otras naciones.

 

 

El crecimiento económico de China, principal cliente de la Argentina, caerá este año del 6% estimado inicialmente a, en el mejor de los casos, un 4,5%. Eso debilitará su demanda de materias primas, algo que ya se observa en menores precios de productos como el petróleo y la soja.

 

Desde el último pico, los precios de los granos de exportación (soja, especialmente, además de maíz y trigo) experimentaron una reducción del 5 al 7%.

 

 

Fuente: www.ambito.com

 

 

Antes de que el pánico se apoderara de los mercados, los precios venían sometidos a otras presiones, como los vaivenes de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y, en lo doméstico, a la perspectiva de una nueva política de retenciones del flamante gobierno de Alberto Fernández. El coronavirus, todo un cisne negro, vino a empeorar ese marco.

 

El piso de las cotizaciones, en particular de la soja, dependerá según analistas del mercado consultados por Letra P de la gravedad y la prolongación de la emergencia. Sin embargo, la coyuntura negativa para los precios coincide con la decisión oficial de elevar del 30 al 33% las retenciones a la soja, dato que seguramente alimentará las quejas del sector y hará más complicada la relación entre el Gobierno y la Mesa de Enlace.

 

En lo financiero, el pánico genera el habitual “vuelo a la calidad” de los inversores, esto es el abandono de colocaciones y mercados más riesgosos, como la Argentina, y su refugio en activos seguros como los Bonos del Tesoro de Estados Unidos.

 

Más allá de los avatares propios de la renegociación de la deuda pública, esto explica que el riesgo país haya escalado en las últimas semanas de los 1.900 puntos básicos a más de 2.200.

 

El economista Luis Palma Cané, especialista en mercados internacionales, le dijo a Letra P que “la Argentina va a sufrir un poco en su comercio exterior, como todos los países, pero lo más particular va a pasar por la renegociación de la deuda externa”.

 

“En el marco de un aumento de la aversión al riesgo, la predisposición de los tenedores para lograr una refinanciación va a ser menor que la anterior a la crisis del coronavirus”, añadió.

 

La lectura, sin embargo, no es lineal. En la medida en que los inversores corren al dólar y los activos en monedas emergentes como el peso se deprecian, el valor de los títulos públicos que serán objeto de canje también se reduce. Eso, en teoría, incrementaría el margen del Gobierno para aplicar una quita sobre los bonos viejos, pero la receta tiene un límite claro: la voracidad de los fondos buitres, cuyos representantes ya sobrevuelan el mercado en busca de oportunidades para adquirir papeles y litigar de nuevo contra el país.

 

“Hay que tener en cuenta este problema”, explicó Palma Cané, “ya que las cláusulas de acción colectiva de los bonos establecen mayorías que deben alcanzarse para evitar juicios”. Si  se miran las cosas desde la perspectiva de los fondos buitres, tenencias fuertes de papeles nacionales podrían darles minorías suficientes para poner en aprietos el proceso de renegociación.

 

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