MEMORIA & BALANCE

Made in Argentina

El Estado venía invirtiendo en desarrollo pyme en higiene e insumos que serán clave para enfrentar la pandemia en un mundo que ya no exporta esos productos. Plazos, vacunas y el lobby de las prepagas.

El Gobierno cree que la situación de mitigación del coronavirus será larga, quizás tanto como la epidemia de Gripe A. La pandemia cayó en un momento complejo del mundo, con las alianzas estratégica desarticuladas, con la ONU borrada, sin intervención en China e Italia (los primeros focos de casos) y un cerrojo total de las potencias productoras. En este escenario, la crisis a nivel local tiene algunos puntos positivos: la declaración de una cuarentena total fue una señal más de la madurez política del oficialismo y la oposición y la persistencia de la industria nacional en sectores estratégicos le otorgan al gobierno de Alberto Fernández herramientas para capear un problema sanitario, social y económico de mediano y largo plazo. “Hoy, aunque tengas la plata, nadie te vende nada de lo que se necesita para la atención médica”, dijo a Letra P uno de los hombres que trabajan en uno de los tres ministerios (Producción, Ciencia y la Agencia de Promoción de Investigaciones y Salud) que articulan la relación con pymes que proveerán de elementos clave.

 

En el Ministerio de Salud, que conduce Ginés González García, tienen la idea de aplanar la curva de contagios y casos y evitar la circulación interna para llegar al invierno sin superposición con la Gripe A, para lo cual adelantarán la fecha de vacunación contra esta última. Mientras tanto, el sistema sanitario se abastecerá con productos made in Argentina. La primera decisión oficial fue que la mitad de los alcoholes usados para alconaftas se destine a la fabricación de fármacos. En este sentido, el cuello de botella están siendo los envases plásticos, por lo cual prevén que habrá una venta de la variante en gel en bolsas semi rígidas.

 

Pero los ministerios, en articulación con la Secretaría Pyme y la Agencia, ya venían trabajando en productos superiores al gel. Fue noticia el caso de la pyme cordobesa Tecme, que subió 300% su producción para abastecer de respiradores al mercado interno.

 

El caso es una muestra: el Estado la venía apoyando desde 2011 con subsidios para producir la bomba de los respiradores y en 2017 volvió a recibir ayuda para fabricar los paneles de control. En total, obtuvo respaldos por U$S400 mil. Hoy vende a U$S20 mil cada respirador con trabajo nacional. Esta firma es parte de un pool de 150 compañías de insumos y equipamientos médicos que exportaban y en las que el Gobierno acaba de invertir US$ 5.000 millones (500 mil por cada caso) para apurar nuevos desarrollos con el objetivo de llegar a usarlos en la pandemia.

 

 

 

En ese pelotón aparecen otras compañías, como Nanotek, que, con una tecnología superior, produce sanitizantes que permanecen en las superficies por más tiempo y será destinados a clínicas y locales con mostrador. Una tercera firma, Adox, con una planta en Ituzaingó, tiene en desarrollo un equipo que, con luz ultravioleta, registra y remueve todos los virus y gérmenes en las manos. Es una especie de secamanos que pretenden que esté disponible en un plazo razonable.

 

También coordina Producción los aportes que está haciendo el Ejercito con Fabricaciones Militares: barbijos, alcohol en gel y batas para hospitales.

 

 

 

En la provincia de Buenos Aires, también se empezó a articular para producir más: el ministro de Salud, Daniel Gollan, le presentó al de Producción, Augusto Costa, los requerimientos. Se empezaron a relevar, en este sentido, las capacidades físicas y técnicas para cubrir los faltantes.

 

Al día de hoy, la Nación tiene en carpeta que el aislamiento total permitirá contener a los 200 mil argentinos que estaban o están afuera del país (140 mil llegaron y 25 mil repatriará Aerolíneas Argentinas). A tales fines, se construirán los nuevos ocho centros de salud, pero la preocupación oficial es cómo está reaccionando el sector de la salud privada. La única peca en esta historia es la de algunos sectores de la medicina prepaga. En el Gobierno no cayeron bien las explosivas declaraciones del dueño de Swiss Medical, Claudio Belocopitt, sobre la pandemia y sus efectos: avisó que el colapso sanitario es inevitable y que los que pagan la prepaga no pueden exigir nada en este contexto.

 

Atrás de esas declaraciones hay una guerra que se venía librando en condiciones normales pero que suena inconcebible en tiempos de pandemia: las prepagas pujan por un subsidio que les permita dar un plan general, aduciendo que perdieron dinero por la devaluación. Por ahora, el Gobierno no está dispuesto a dar esa pelea con un sector vital en la atención médica, pero cada uno de los funcionarios que trabajan en áreas vinculadas a la salud repite como un mantra una idea: el sistema privado de salud, sus manejos, sus negocios y sus resultados están siendo puestos en crisis en países como Estados Unidos y Francia y habrá que barajar y dar de nuevo cuando todo aplaque.

 

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