Claudio Moroni, el ministro de Trabajo y uno de los hombres en los que más confía el presidente Alberto Fernández, soltó como al pasar la necesidad de rediscutir la edad jubilatoria. Un rato después, en el juego del policía bueno y malo, el titular de la ANSES, Alejandro Vanoli, negó que el Gobierno tuviera un proyecto en esa línea. Moroni es uno de los funcionarios que, por pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI), mantuvo reuniones con enviados del organismo en el marco de la gira que acaba de concluir en el país. Y algo más importante: es uno de los ministros del gabinete que mejor representan el pensar del Presidente, producto de años de conocimiento y amistad en los años universitarios. El propio Fernández lo define con una frase: es una de las dos personas a quien, si les planteas un problema, te traen “tres soluciones”. El otro es Roberto Lavagna.
Moroni habló de subir la edad jubilatoria. Es uno de los más cercanos al Presidente.
Si bien el Ejecutivo le rodea la manzana a las precisiones en este punto en particular, no niega que las jubilaciones y otro puñado de temas instalados en la agenda respondan a sugerencias o deseos del Fondo. Temas que el organismo que comanda Kristalina Georgieva reclamó históricamente a los países deudores y que, en el marco de la discusión con ministros respecto a cómo será el plan económico de Fernández, se colaron en las bilaterales que los enviados compartieron con cinco ministros (Matías Kulfas, Daniel Arroyo, Moroni, Martín Guzmán y Ginés González García), el presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca.
Si bien admiten en el oficialismo que, en algunos casos, son ideas y bosquejos, en este tiempo de nuevo vínculo con el FMI se debatieron temas de interés común: la suba de la edad jubilatoria, el aumento en las retenciones agropecuarias, el fin de la doble indemnización, la Reforma Laboral o el aggiornamiento de algunos convenios, la conveniencia de ponerle un cepo al dólar y, el capítulo más reciente, el descongelamiento de las tarifas de servicios públicos que el propio Kulfas adelantó. Todas estas iniciativas son observadas por el FMI como principios de garantías de poder darle al país un esquema de gastos y crecimiento que le permitan al organismo cobrar la deuda, en el plazo que sea de acuerdo a la renegociación en marcha.
Kulfas avisó que se descongelarán las tarifas, claro guiño al FMI.
En el caso de la discusión por las jubilaciones, los dichos posteriores de Vanoli -que afirmó que la modificación de la edad jubilatoria “no está prevista”-, calmaron a un sector del Gobierno y del electorado oficialista. Pero en el Ejecutivo admiten que, “en algún momento”, más adelante en el tiempo, el tema estará sobre la mesa de discusiones, como ya ocurrió “en todos los países” del primer mundo.
Según pudo saber Letra P, los representantes del Fondo no llegaron a Buenos Aires con demandas concretas, como lo hubieran hecho en una misión de auditoría como las que contempla el artículo IV de su estatuto. Pero fue el propio organismo el que solicitó reunirse con un listado preciso de ministros, los que el Gobierno agregó otros que no formaban parte del pedido inicial.
Las reuniones se celebraron en cada uno de los ministerios y los representantes del Fondo se limitaron solamente a “hacer muchas preguntas” y a escuchar. Los ministros, por su parte, aprovecharon el tiempo con los funcionarios para explicar con lujos de detalle las penurias económicas de cada una de sus áreas y fueron a la caza de la empatía.
El propio Gobierno, y cada ministro en particular, se encargó de anteponer un cerrojo comunicacional sobre el contenido de las charlas con los enviados de Georgieva. Todo tan cuidado que se evitaron las fotos conjuntas, exceptuando la de Guzmán y su referente en el FMI, Sergio Chodos. Lo mismo ocurrió con la cena que el miércoles pasado tuvo Guzmán con directivos del organismo, un rato después del inicio de la misión que terminó este miércoles.