El arroz vs el queso y dulce

El gigante asiático es uno de los principales inversores industriales en el agro, minería, explotación de hidrocarburos y la construcción de infraestructura.

No es reciente el fenómeno chino en su afán de conquistar las economías foráneas, en particular en esta ocasión la Argentina. El gigante asiático se instaura en la contemporaneidad como el principal destino de la soja y carnes nacionales, motivo por el que lejos está de parecer algo azaroso que los ojos asiáticos se hayan puesto en el seductor mercado local, más aun, visto y considerándose la disparidad cambiaria natural. 

 

Analizado desde el punto de vista comercial, es actualmente el mayor comprador de alimentos para la exportación nacional: el 88% representa los granos de la soja, el 64% de la carne, el 34% del pollo, en tanto que el 12% de la pesca. Si bien geográficamente hablando se trata del país más poblado del planeta, contando con 1.400 millones de habitantes, siendo el segundo más cuantioso en territorialidad con un área cercana a los 9.6 kilómetros cuadrados de extensión, no deja de ser cierto el hecho de que apenas el 15% de dicha superficie es acorde a la agricultura.

 

Latinoamérica, en particular la Argentina, se presta para ser considerada como la región turísticamente hablando atractiva, siéndole conveniente que la infraestructura nacional le provea alimentos, asimismo las capacidades energéticas: por tanto, ello se presta acorde para satisfacer los intereses suyos respectivamente.

 

El interés de Alibaba, la empresa de venta minorista online más grande del mundo, a través de su subsidiaria Win-Chain, dedicada a la venta de alimentos vía delivery, por las carnes y productos de mar argentinos representa tan solo una pequeña fracción de la estrategia comercial y económica china en este país.

 

China es hoy uno de los principales inversores industriales de Argentina en los ítems del agro, minería, explotación de hidrocarburos, más la construcción de infraestructura. Hace poco tiempo atrás, Chemchina, a través de la empresa Syngenta, compró Nidera, la principal semillera del país: así, la empresa estatal china CNOOC es ahora socia de la argentina Pan American Energy en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, una de las reservas de hidrocarburos no convencionales más grandes del mundo.

 

Así, la Argentina se establece como un socio comercial de China conforme visiones sumisas, casi respondiendo a accionar en tanto país satélite, vislumbrando asimismo una suerte de base local china en Sudamérica.

 

 

 

Interpretando el impacto integral de las relaciones de la Argentina con su par de China en materia de economía e inversiones, los principales perjuicios para el país se vislumbran en el desplazamiento de sus exportaciones a terceros mercados (Brasil), ya no tanto en base a la competencia en el mercado interno. En ese orden, las inversiones chinas se sustentan estratégicamente en sectores que refuerzan la especialización internacional de la Argentina basada en productos primarios y sus primeras etapas de elaboración. Ello irá en un paralelismo con el efecto compartido por el creciente rol de China como demandante de estos productos de exportación del país.

 

Así, es posible sostener que ya sea a nivel del comercio bilateral como en las inversiones entre países, surge compleja la posibilidad de enfatizar en una estrategia de largo plazo alteradora de las especializaciones internacionales del país con base en dotar a sus exportaciones de mayor contenido tecnológico. El problema radica en que una estrategia de este tipo en territorio nacional requeriría a fin de instalarse de llegar a entrar en competencia (y ya no en complementariedad) con el propio sendero de cambio estructural de China. La vinculación actual entre las relaciones comerciales y de inversiones de la Argentina con China invitaría a interrogar contradicción con una estrategia productiva de largo plazo. Consecuentemente, se buscan objetivos e instrumentos que generen las transformaciones necesarias para que dichas relaciones, menos asimétricas que las actuales, favorezcan el desarrollo económico de ambos países.

 

En conformidad con la pesca y su ilegalidad que dan cuenta de una práctica sustancial en Argentina potenciada por los chinos, se puede sostener que el contexto contribuye a aumentar dichos flagelos, al tiempo que una de las consecuencias de las crisis del COVID-19 se materializa en que los Organismos Regionales de Ordenación Pesquera disminuyeron su cuantía de observadores científicos a bordo, por lo cual las actividades de la pesca ilícita no se están viendo monitoreadas como sí acontecía en los tiempos previos. Científicos y conservacionistas del país están preocupados por esta situación: los observadores son sustanciales para recolectar información científica y fiscalizar que las medidas de conservación se cumplan. En ese orden, su ausencia podría dejar la vía libre para las malas prácticas pesqueras.

 

De tal forma, el abuso de las prácticas ilegales visibles y tácticas dan cuenta consideradamente de la necesidad de replantearse acerca de si sostenerlas o desconsiderarlas, en el afán de generar una verdadera independencia de todo tipo de potencias invasoras que explotan a sus antojos recursos, personas, y soberanías nacionalistas.

 

Martín Menem y Karina Milei.
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