Basso S.A es una empresa grande que se hizo del sacrificio gringo y ahora pone sus válvulas en motores Ferrari, Maseratti, Harley Davidson y John Deere. Lo particular es que, más allá de lograr ser proveedor de estas enormes marcas, aún conserva el aire campechano de su Rafaela natal. El gobernador santafesino, Omar Perotti, tiene un hilo conductor con este recorrido y hasta se nutre de una amistad con el presidente de la empresa, José Luis Basso, que se ha convertido en uno de los empresarios industriales del Círculo Rojo perottista.
El vínculo entre ambos es de antaño y hasta los une un parentesco muy lejano en Rafaela. Varias veces por verano se cruzan a charlar cuando cae el sol en la zona de quintas que comparten, donde ambos escapan de la rutina. Pero la amistad se consolidó en un nexo laboral. Durante años, coincidieron en los viajes Buenos Aires - Rafaela, Perotti yendo o volviendo del Senado, Basso haciendo lo mismo de las reuniones ejecutivas de la Unión Industrial Argentina (UIA), donde fue vicepresidente pyme.
Los casi 550 kilómetros de viaje de la gran urbe al pago de los santafesinos terminaron de convencer al ingeniero de que Perotti está empapado de lo que le sucede a la industria. “Él conoce desde adentro los esfuerzos que hay que hacer para trabajar en la industria y lo que hay que hacer para recomponer el momento. Los que dependen exclusivamente del mercado interno la están pasando muy mal”, sostiene a Letra P el empresario, quien reveló que ese mismo día el gobernador le envió un mensaje de WhatsApp para invitarlo a su asunción.
BIO. Nació en 1948. Presidente de Grupo Basso, constituido por empresas de sectores tan diversos como el autopartista, servicios, construcción, bienes raíces y producción agropecuaria. La más importante es la fábrica de válvulas, fundada por su padre en 1963 en Rafaela. Ingresó a trabajar en el área comercial. Realizó 11 viajes a Estados Unidos para poder vender su primera pieza. Fue dirigente de la UIA y gremial. Hoy, Basso S.A. emplea a más de 500 trabajadores, exporta el 85% de su producción y fabrica 1,5 millón de válvulas mensuales para Harley Davidson, Ferrari, John Deere, Peugeot-Citroën y Polaris.
Perotti se enteró de primera mano cuando Basso logró contactos con Ferrari para poder venderle válvulas a su ingeniería. Fue en una prueba de automovilismo del hijo del ingeniero, Martín, en la pista Maranello. Allí había un equipo de la marca italiana que se mostró dispuesto a analizar unas piezas que habían llevado a Europa los rafaelinos. De ahí en más hubo contactos comerciales y luego de dos años se convirtieron en uno de los proveedores de las válvulas de los motores más grandes de Ferrari.
Este logro marcó un antes y un después en la larga historia de la empresa. Siendo presidenta, la propia Cristina Fernández de Kirchner reconoció la virtud de Basso. Fue en un encuentro en 2011 entre empresarios argentinos e italianos que se realizó en Roma, donde la mandataria hablaba de la necesidad de cruzar management para la industria pyme industrial. En primera fila estaba Silvio Berlusconi.
“¿Cómo no nos va a faltar management, si durante las últimas décadas producir en la Argentina era casi un milagro y a veces hasta un castigo? Y si no desde acá lo estoy mirando fijamente a mi amigo José Basso, un cotizado autopartista de Rafaela que tiene entre sus principales clientes a las grandes automotrices internacionales como Ferrari. ¿Qué más tenés, José? Masseratti, la Harley Davidson también, ¿no?”, dijo y señaló al empresario rafaelino.
Basso se pone colorado hasta hoy en día. Este esfuerzo dice que Perotti también lo ha mamado. “Omar tiene una capacidad de trabajo grande, lo reconocen los que trabajan con él. Hacía reunión de gabinete a las 6 de la mañana y construyó todo con mucho esfuerzo”, afirma.
Dice que Perotti siempre estuvo entusiasmado con ser gobernador y nunca bajó los brazos, ni siquiera cuando quedó tercero detrás de Miguel Del Sel y Miguel Lifschitz, separado por sólo 10.000 votos. En esta campaña se lo vio sentado en la mesa de la cena de recaudación de fondos junto al por entonces candidato a gobernador.
Ahora que es gobernador se anima a aclamarlo públicamente, pero cuando fueron las elecciones tuvo que evitarlo por dos motivos. Su hijo, Mauricio Basso, fue candidato de Cambiemos a la intendencia de Rafaela. Pero también por una cuestión interna de la fábrica, donde la grieta también está presente en los más de 500 trabajadores.
La historia de Basso es la que conecta con el ideal de Perotti para la industria santafesina: moderna, con historia, mucho empleo y exportación. Basso le devuelve la gentileza: “Va a ser muy bueno para la provincia, nunca dejó de escuchar a la industria. Ha sido un funcionario que dejó su estilo marcado en la intendencia, creo que lo hará ahora en la provincia”.