“Acá no hay cómo aburrirse”, cuenta el intendente de Santa Rosa, Luciano Di Nápoli. Este joven dirigente de La Cámpora ganó la ciudad capital el mismo día que Sergio Ziliotto se impuso con comodidad en la provincia de La Pampa. En tiempos de una compleja realidad económica, analiza la situación de la agrupación que formó Máximo Kirchner y la unidad del Frente de Todos. Y muestra su perspectiva sobre el impacto que en cada municipio del país tendrá la situación nacional. Además, en esta entrevista con Letra P, el rol de la organización que integra, Carlos Verna y Cristina Fernández de Kirchner, el PJ tradicional y la necesidad de que se mantenga el acuerdo de gestión para evitar el retorno de Cambiemos. “Entendimos que si nos quedábamos en una cuestión retórica, puramente idealista, no íbamos a conseguir torcerle el brazo al macrismo local y nacional”, dice sentado en el despacho del municipio que gobierna.
Di Nápoli, votando el 27 de octubre.
-¿Cómo se afronta esta etapa nueva para la ciudad, la provincia y el país?
-Estoy muy ilusionado por las primeras medidas y hacia dónde va el país. Volver a la senda de la producción y ponerle dinero en el bolsillo a la gente (…) son medidas que ponen el eje en recuperar el poder adquisitivo, fomentan el consumo y la producción. Por supuesto, el gobierno de Alberto (Fernández) tiene mil limitaciones aún, producto de la bomba atómica que dejaron por la deuda externa. En líneas generales, tengo ilusión. Eso nos sirve a los intendentes, porque se pone como prioridad a las personas. Tener un gobierno nacional que te escuche, al igual que el gobierno provincial a cargo del compañero Sergio Ziliotto, es importante. Es fundamental porque tenemos una situación caótica en lo social. Santa Rosa es una de las ciudades con mayor desocupación y con índices acelerados de indigencia. No fue ajena a los cuatro años de discriminación que hizo Macri.
-Forma parte de La Cámpora y eso le abre las puertas del gobierno nacional. Hace poco estuvo con Eduardo de Pedro, el ministro del Interior, ¿le prometió alguna ayuda para la ciudad?
-Tengo una relación de militancia, de amistad con Wado. Militamos juntos en la Universidad, somos amigos. Le trasladé la situación de Santa Rosa, pero todavía están abocados al armado nacional y la cuestión de la deuda. Sí hablamos de distintos programas del Ministerio del Interior para empezar a trabajar juntos.
-Por lo que plantea, la unidad de gestión que se pidió en el acto del 17 de octubre en la ciudad se está dando…
-Sí, siento que sí. Eso no quedó en lo discursivo, el gobernador Verna ya lo hacía con la ciudad en su momento. El año pasado, con Leandro Altolaguirre (UCR), había realizado una inversión grande en el recambio de conexiones domiciliarias de agua, que evitó grandes pérdidas. Actualmente, con Sergio (Ziliotto) hablo dos veces por semana. Nos juntamos, charlamos. Esta es una provincia muy ordenada, que siempre estuvo muy bien administrada, pero que en los últimos cuatro años fue absolutamente discriminada.
-¿Cómo se sostiene el acuerdo que los llevó al triunfo en octubre?
-Poniendo por delante los intereses de los vecinos de la ciudad y la provincia. En 2015, tuvimos un proceso de internas. A partir de ahí, Verna tuvo una actitud de grandeza para abrir las puertas del partido. Eso no solo fue para La Cámpora. En 2017, trabajamos todos unidos y ganamos dos diputados nacionales. Ahí empezó a formarse el Frejupa, que se abrió a otros partidos políticos. En Santa Rosa se hizo una interna y, luego de ese proceso, se construyó una unidad total de ejecución. Nuestro desafío es consolidar esto en el tiempo.
-¿Tuvieron un proceso de madurez?
-Hablo de mi sector, de mi organización y de nuestro grupo en La Pampa. Es así, entendimos que, si nos quedábamos en una cuestión retórica, puramente idealista, no íbamos a conseguir torcerle el brazo al macrismo local y nacional. Eso es así, madurez política. Verna y Ziliotto nos abrieron las puertas. En ese sentido, Verna y Cristina fueron los que primero la vieron y llevaron adelante este proceso.
-¿Sigue demonizada La Cámpora?
-Estoy muy orgulloso de la organización a la que pertenezco. Le abrió las puertas a una generación de dirigentes con intenciones de hacer política. Seguro tuvimos un millón de errores, pero no nos movimos un ápice de quien consideramos nuestra conductora: Cristina. En las buenas, y en las malas, estuvimos a su lado por convicción pura. Quienes les tocó integrar cuerpos legislativos, la acompañaron todo el tiempo. A compañeros como el Cuervo (Andrés Larroque), como Wado, como Mayra (Mendoza), como Mariano Recalde o ni hablar de Máximo (Kirchner), uno los admira, los respeta porque siempre pusieron el proyecto por delante de cuestiones personales. Esa supuesta imagen negativa se dio vuelta con gestión. Y, hoy, hay varios compañeros en ejecutivos municipales. Es una nueva generación haciendo política.
-¿Le dan algún consejo especial? ¿Habla con Cristina o con Máximo?
-Sobre todo con Maxi. Siempre poner el interés de la gente primero, formarnos, ser humildes y prepararnos para gestionar con mucha responsabilidad. Podemos cometer un error, pero no podemos permitirnos que nuestras gestiones favorezcan a los grandes en detrimento de las mayorías populares.