El ingreso a la Cámara de Diputados del proyecto de ley de "Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa" tomó a buena parte de los miembros de Juntos por el Cambio de vacaciones. La iniciativa fue enviada por el Ejecutivo este martes y recién comenzó a ser estudiada este miércoles por los pocos miembros del PRO, la UCR y la Coalición Cívica que regresaron de su descanso. Aun así, la decisión inicial del principal bloque opositor fue unánime: frenar el apuro de la Casa Rosada y abrir instancias de negociación para evitar que el texto sea aprobado a libro cerrado por el Frente de Todos con la ayuda de legisladores aliados. Es todo un desafío para la alianza opositora, que se mueve entre reeditar su negativa por completo, como lo hizo en diciembre con el proyecto de ley de Emergencia Económica, o introducir cambios para no quedar pegada con los bonistas que ya pusieron el grito en el cielo desde Wall Street y se preparan para obstaculizar la renegociación de la deuda nacional.
UN PEDIDO CON TONO DE GESTO. Ante semejante dilema, el interbloque desempolvó en tiempo récord un pedido formal para poner en funcionamiento a la Comisión de Finanzas, nombrar a sus autoridades e “invitar” al ministro de Economía, Martín Guzmán, para que les explique el texto. La respuesta también propone otra visita a la Comisión de Hacienda y Presupuesto y, si prospera el proyecto, constituir la Comisión Bicameral de seguimiento de la deuda externa.
Mientras los socios de Cambiemos constituían sus equipos para analizar el texto, el presidente de la Cámara, Sergio Massa, definió el cronograma para la extraordinaria del 30 con incógnitas sobre el pedido opositor. Las dos comisiones tendrán plenario el próximo martes, pero el ministro estará en Nueva York para esa fecha, en una reunión con bonistas, prevista dentro del operativo del Gobierno para avanzar con la renegociación de la deuda. Esa ausencia podría endurecer las resistencias en la oposición. Para mitigarlas, Guzmán enviará a su equipo técnico este jueves a anticipar las explicaciones que le pide la oposición.
DE LA CRÍTICA A LA RESPONSABILIDAD. “Hasta ahora no escuché a nadie plantearse en contra del proyecto, pero eso no significa que vayamos a decir maravillas, porque somos oposición”, explicó una fuente de a UCR para explicar la cautela que tomaron los radicales con el proyecto. En el partido aseguran que el mayor temor in pectore gira en torno a “las sorpresas que el proyecto pueda traer ocultas y que habilite al Ejecutivo a hacer cosas imprevistas que no estén mencionadas en la ley”.
En el macrismo, los pocos que leyeron el texto completo fueron taxativos: se mostraron de acuerdo con el tope para las comisiones del 0,1%, con la renuncia con límites para oponer defensas de la inmunidad soberana y también con la “prórroga de jurisdicción a favor de tribunales extranjeros”. No así con la intervención de la Sindicatura General de la Nación para controlar la renegociación, porque burocratiza el proceso.
Pero el tema clave es otro. Recuerdan que las renegociaciones anteriores se hicieron por decreto y consideran a este proyecto de ley como la búsqueda de un paraguas jurídico que le permita al Gobierno obtener mayor legitimidad para renegociar la deuda en el exterior. Por esa razón, están dispuestos a aportar sus tropas para que la sesión tenga quórum, pero resta un largo camino para que puedan votar algo a favor.
“Hay muchas cosas que no están claras y que sería bueno escucharlas de parte de Guzmán. La renegociación de la deuda se puede resolver sin este texto, gracias al artículo 3 de la Ley de Emergencia y al 65 de la Ley de Administración Financiera. El problema es que el Ejecutivo habla de sustentabilidad y eso confirma que quiere una herramienta para la renegociación. Lo que tiene que explicar Guzmán es cómo lo hará. Por eso, no queremos que en ese hiato aparezca un conejo negro”, confió a Letra P el diputado Álvaro González para justificar la cautela.
NÚMEROS PARA LA ROSCA. Esos cuestionamientos son parte de los argumentos que prepara Juntos para el Cambio para jugar en el recinto. “Queremos ver si podemos meter algo, porque hasta ahora fue todo a libro cerrado. Ellos no alcanzan con el quorum propio, pero tienen dos minibloques que les funcionan como rueda de auxilio. Si buscan mayor legitimidad, sería bueno entonces que aceptasen cambios”, completó González en referencia a los 116 votos que tiene Juntos por el Cambio y los 7 diputados de Consenso Federal y Unidad Federal para el Desarrollo, dentro del pelotón de seis minibloques que podrían sumar sus 18 voluntades a los 120 que posee el Frente de Todos.