Omar Perotti estacionó su auto, apagó el motor y, antes de bajar, echó un vistazo por la ventana al populoso Fonavi de El Pozo, en la ciudad Santa Fe, para ubicar el departamento. El aún gobernador electo tocó timbre en una de las humildes puertas y lo recibió Víctor José Sarnaglia, quien después de unas horas y una extensa charla terminó aceptando la propuesta de ser el jefe de Policía de Santa Fe.
Sarnaglia estaba retirado de la fuerza y llenaba horas libres con alguna que otra charla y consultoría sobre seguridad pública. Decirle “sí” a la propuesta del gobernador significaba volver con un desafío doble y espinoso: ser la cabeza policial de una provincia con una ciudad humeante en materia de seguridad, como Rosario, y el mandamás de un cuerpo policial contaminado. Perotti le confesó que Marcelo Sain iba a ser el ministro de Seguridad y eso le dio impulso. “Sain carga nafta de avión”, define.
Ya en funciones, sintió el rigor de golpe. En los primeros días de gestión se desplazaron jefes policiales y se purgó de un tirón lo sospechoso. Esto generó aversión con episodios violentos graves, según atribuye la cúpula ministerial. Los homicidios se apilaron como escombros en Rosario en las dos primeras semanas de 2020: 17 en 15 días. Algunos, brutales. Más algunas balaceras contra edificios judiciales. Todo un bautismo de fuego.
Se define como un “díscolo” de los que dicen las cosas en la cara y se coloca en el “ala izquierda de la fuerza”, si es que tiene una izquierda. Estos dos conceptos lo emparentan con Sain. El ministro de Seguridad conocía a Sarnaglia de la Policía Metropolitana, donde colaboró en el diseño de la fuerza del por entonces jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.
“A Sarnaglia lo decidimos con el gobernador. Yo tenía conocimiento de su desempeño no sólo como comisario sino, también, en el trabajo técnico en la Policía Metropolitana. Conozco en detalle la visión moderna que tiene de la policía y, además, no formaba parte de ningún grupo que haya tallado bandos”, sostuvo en LT8. “Nunca tuve una causa ni administrativa ni judicial”, completa el comisario general (R).
Sarnaglia es comisario general retirado (Crédito: Vanesa Fresno)
Esa parece ser la razón principal por la cual se lo puso al mando de la Policía. Alguien limpio y teóricamente infranqueable, lo que construye un peso simbólico hacia afuera y, sobre todo, un mensaje hacia adentro de la fuerza. Éste hizo rápidamente ruido y tuvo réplicas. Conserva detractores por haber denunciado varios hechos de corrupción de colegas, pero, también, respeto de la tropa por la trayectoria.
El juicio central con el que arrancó la gestión provincial es que la Policía fue cómplice del delito organizado y hasta el propio gobernador habló de la necesidad de “una fuerza distinta” en la presentación del jefe policial. Sarnaglia no profundiza en este concepto. Más bien, habla sobre las carencias de la fuerza y la necesidad de mejorar la capacitación y la remuneración. “Es un tipo que se preocupó siempre por enseñar a los policías”, comentó a Letra P un efectivo retirado que lo conoce desde hace décadas.
Hace 15 años quedó rengo y se maneja desde entonces con muletas. Conserva el bigote de joven y habla pausado y prolijo, con un tono algo campechano. No expone a la tropa en el diagnóstico, aunque entiende que hay elementos que pudren a la fuerza y deben ser quitados.
El que sí lo hace con vehemencia es Sain y lo convierte en la figura dura de Seguridad, más allá de sus pergaminos académicos. A días de asumir, el ministro le envió un mensaje al jefe de policía de Rosario que presuntamente había quitado la guardia de edificios judiciales adrede. “Le aconsejo que cumpla con su deber. De lo contrario, voy a ir para allá y la cosa se va a poner picante”, se escuchó en el audio de WhatsApp.
Sain es el que recibe los impactos y los cuestionamientos, sobre todo, los internos de la Policía. Sarnaglia es un fusible que busca el equilibrio entre mejorar la fuerza y ser complemento de la conducción política. Para explicar el estrepitoso arranque de 2020 en materia de homicidios, el jefe policial repite la línea discursiva del ministro de Seguridad, que habla de “un proceso criminal de desestabilización política en Santa Fe”.
“La mayoría de los casos fue buscada con la intención de generar pánico y terror en la ciudad”, dijo el jefe policial. Y agregó: “Perotti tomó la decisión de que no haya connivencia entre los entes del Estado y la delincuencia. El gobernador lo denunció expresamente y hay una decisión de no tener permisividad hacia las organizaciones criminales”.
En medio de la ola de crímenes, el jefe policial autorizó la polémica medida que autoriza “la posibilidad de poseer cartucho en recámara” en las armas reglamentarias de los efectivos, es decir, una bala lista para ser disparada sin perder tiempo. El ministro de Seguridad adhirió y adelantó la necesidad de crear un protocolo de actuación.
Sarnaglia le suma experiencia y conocimiento a su CV. Tiene formación en investigación criminal, ha hecho cursos en el exterior y mantiene contacto con las policías de Estados Unidos, Francia, Israel y el FBI. En 1990 se sumó a las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) cuando fueron creadas para ser el cuerpo de élite de la Policía santafesina en la investigación de delitos complejos. Llegó a conducirlas con sólo 31 años.
En 2001 fue designado subinterventor de la Unidad Regional II Rosario, lo que le ayudó a conocer el paño de primera mano. En 2002 asumió como director de la Escuela de Cadetes de la Policía, luego como director de la Guardia Rural Los Pumas. En 2005 llegó a jefe de la Unidad Regional IX departamento General Obligado, pero un año después lo relevaron por la fuga de un preso de la alcaldía. Dice que se la cobraron por haber denunciado previamente por corrupción una Jefatura.
Sarnaglia se capacitó en el FBI y experimentó las policías de Israel y Francia (Crédito: Vanesa Fresno)