Con el visto bueno de Alberto Fernández pero todavía sin una jefatura designada y en pleno debate sobre cómo se ordenará el espacio después del 10 de diciembre, la emergencia alimentaria marcará este jueves el debut de las acciones conjuntas de los diferentes espacios que forman parte del Frente de Todos en el Congreso tras el triunfo en las primarias de agosto y reabrirá el debate en la Cámara de Diputados, que no sesiona desde junio.
Impulsado por el Movimiento Evita, el proyecto que propone un incremento del 50% de las partidas presupuestarias destinadas a políticas públicas de alimentación consiguió la adhesión de todos los bloques peronistas de la Cámara, el Frente para la Victoria, el massismo, el Bloque Justicialista, Consenso Federal y Red por Argentina, de Felipe Solá, y logró poner al oficialismo en una encrucijada: pagar el costo político de rechazar el proyecto o avalarlo a regañadientes y admitir la situación de emergencia, que el Poder Ejecutivo quería evitar.
Según pudo saber Letra P, los diputados de Juntos por el Cambio ya tienen casi resuelto que el jueves bajarán al recinto para dar quórum y participar del debate. En la reunión de interbloque que tendrán este miércoles terminarán de definir si acompañan el proyecto del peronismo para evitar que la discusión se transforme en materia prima que Todos pueda aprovechar durante la campaña o si proponen modificaciones. Entre los diputados que quieren pedir cambios hay, incluso, un sector que quiere redoblar la apuesta y proponer que el aumento de partidas sea incluso mayor que los 8.000 millones que, se calcula, tiene la iniciativa promovida por el diputado Leonardo Grosso, del Movimiento Evita.
La jugada tiene un claro destinatario, Fernández, y la clara intención de hacerle pagar al peronismo el costo político de tener que rechazar el aumento para evitar arruinarle –aún más- las cuentas a quien podría ser el próximo presidente. “¿Por qué 8 mil millones y no 20 mil?”, chicanean en el oficialismo, desde donde encargaron cálculos a la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Más allá de la letra chica, si bien todos los espacios opositores que impulsan el proyecto vienen coordinando acciones conjuntas desde hace tiempo, el peronismo bajará al recinto por primera vez como ganador, después de las PASO de agosto, lo que marcará un cambio abrupto de clima frente a lo que sucedió en la última sesión, que se celebró el 26 de junio.
Así, el Frente de Todos saldrá por primera vez a la cancha como coalición ganadora pero sin tener un jefe en el recinto, donde todavía los bloques no conviven bajo la figura del interbloque que, se cree, tomará el espacio en el Congreso después del recambio del 10 de diciembre.
La falta de ordenamiento en el terreno legislativo generó algunos ruidos internos en el espacio en la discusión previa sobre la conveniencia de llevar el proyecto al recinto. Mientras el kirchnerismo, liderado por Agustín Rossi, se inclinaba más por la idea de evitar el debate en plena campaña, la iniciativa llegó empujada por el Movimiento Evita, que tiene línea directa con Fernández vía Fernando Navarro, y por Daniel Arroyo, miembro del bloque de Solá, uno de los dirigentes más cercanos al candidato presidencial.