Los tres candidatos a la gobernación bonaerense que generan mayor expectativa de votos -la gobernadora María Eugenia Vidal, quien busca la reelección; Axel Kicillof, de Frente de Todos, y Eduardo “Bali” Bucca, de Consenso Federal- coinciden en un punto particular: todos poseen sus búnkeres de campaña en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es decir, ninguno de ellos tiene su oficina de reuniones electorales en alguno de los 135 distritos de la provincia de Buenos Aires, territorio que buscan gobernar o, como en el caso de la entrella PRO, que gobierna. “Dios está en todas partes pero atiende en la Capital”, señala el dicho, y los postulantes de la provincia siguen esa lógica.
Al igual que sus antecesores, Vidal heredó la costumbre de pasar más tiempo de gestión en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que en La Plata, aun cuando en la capital de la provincia tiene una manzana entera a su disposición, ubicada en el microcentro de la ciudad, frente de la Legislatura. La gobernadora suele quedarse en La Plata solo los miércoles, cuando realiza su reunión de gabinete semanal, y aprovecha el viaje para sumar actividades de agenda en el municipio. El resto de la semana, salvo alguna actividad eventual, lo destina a visitas a otras comunas, mientras que las reuniones de gestión y de política las amontona en las oficinas de avenida Libertador al 405 (Retiro), en la Casa de la Provincia (Callao 237) y -aunque cada vez con menos frecuencia- en el piso 19 de la sede porteña del Banco Provincia.
A esta serie de espacios, la gobernadora suma el búnker destinado especialmente para las campañas de Cambiemos y ahora de Juntos por el Cambio. Se trata de los varios pisos que ocupa el PRO en el edificio de avenida Belgrano al 301, en el barrio de Monserrat, a ocas cuadras de la Casa Rosada.
Allí, y al igual que sucede a nivel nacional y porteño, los respectivos jefes de campaña se encargan de recibir a los candidatos para las correspondientes firmas formales de postulación, se organizan las reuniones políticas, se discuten temas que no pueden trascender, se cierran alianzas o se concretan divisiones y se desarrolla toda la estrategia comunicacional y mediática del gobierno.
En el caso de Kicillof, el candidato del peronismo K que pelea voto a voto por la jefatura del gobierno bonaerense con Vidal, el búnker también se encuentra en la Ciudad. Se trata de dos oficinas que funcionan en un edificio de la calle Piedras y avenida de Mayo, donde el diputado nacional realiza reuniones, recibe visitas y gesta planes y estrategias, mientras su equipo realiza la tarea de redes y comunicación electoral.
Se trata de un de espacio de trabajo del sector de Kicillof, aunque no su lugar obligado, ya que el candidato enfatiza las bajadas en territorio y, al igual que sus contendientes, pasa mayor tiempo en la ruta y en otros distritos que en reuniones cerradas.
Bali Bucca,por su parte, también tiene su búnker en la Ciudad, aunque en su caso la decisión responde más a una cuestión financiera que estratégica. Sucede que el diputado nacional no posee ni prevé destinar recursos extra al alquiler de oficinas de campaña y entonces aprovecha las del candidato a la presidencia, Roberto Lavagna.
Bucca utiliza así las espaciosas oficinas de Cerrito y Paraguay, donde desde hace tiempo Lavagna montó su búnker, aunque lo hace como parada conveniente cuando tiene que realizar notas para medios nacionales o alguna reunión partidaria. La mayoría del tiempo lo dedica a recorrer la provincia y a mostrarse con vecinos, ya que su mayor debilidad es la falta de conocimiento que tiene en el electorado.