MERCOSUR-UE | CONTRAPUNTO

Español: “El pacto pone al país en una situación de mucha debilidad a futuro”

La ex subsecretaria de Comercio Exterior aseguró que la industria será el sector más golpeado y que el empleo se resentirá. El mercado local y “la preferencia” de Brasil, también en juego.

“Son varios los sectores afectados. Sin dudas, uno de los que quedaría más expuesto es el industrial, no solo el de automotor y el de autopartes o el de bienes de capital y metalmecánica, sino, también, el químico y el farmacéutico y aquellos más intensivos en mano de obra y vinculados al diseño, como el del calzado, la marroquinería y la indumentaria”, dijo Paula Español en entrevista con Letra P al analizar los alcances del acuerdo Mercosur-Unión Europea. La ex subsecretaria de Comercio Exterior se enfocó especialmente en el impacto negativo que el convenio podría tener en el empleo, en el mercado interno y en el comercio con Brasil.

 

A continuación, el diálogo, realizado en base a un cuestionario que se repite en una entrevista que se publica en paralelo, realizada a un especialista con una mirada divergente sobre el proceso.

 

BIO. La ex presidenta Cristina Fernández la designó en Comercio, en el área que había quedado vacante tras el fallecimiento de Iván Heyn. Militó en TNT desde joven y luego participó en la agrupación de economistas AEDA. Licenciada en Economía de la UBA, es, además, doctora en Economía de la École des hautes études en sciences sociales (EHESS) de París.

 


-¿Cuál es su valoración del anuncio de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea? ¿Qué tiene para ganar o para perder la Argentina con el mismo?

 

-Este acuerdo Mercosur-UE, en los términos que lo impulsa y busca sellar el actual gobierno, pone a la Argentina en una situación de mucha debilidad a futuro, exponiendo a nuestro tejido industrial a una situación muy complicada y, al mismo tiempo, con fuertes limitaciones para implementar diversas políticas de desarrollo que van del uso de las retenciones a licencias de importación y el "compre nacional", por solo nombrar algunas. Todo esto, a cambio de muy pocas concesiones por parte de la UE, en particular, en el sector de agroalimentos, que debería ser a priori el beneficiado. Argentina pone en juego no solo su mercado doméstico, sino la preferencia que tenemos en el mercado brasileño, siendo el país vecino nuestro principal socio comercial, destino prioritario de nuestras ventas de productos industriales en el exterior. Esto nos lleva a pensar que, de la forma en que se aceleró la negociación en los últimos años por parte del gobierno argentino, en este acuerdo hay mucho más por perder que por ganar para nuestro país.

 

"En materia de compras públicas, se les da trato nacional a las empresas europeas. Por más que este mismo trato se les otorgue a las empresas del Mercosur en el caso de las compras por parte de estados europeos, la situación asimétrica de la que se parte hace muy difícil imaginar que se pueda realmente explotar esta posibilidad."

-¿Considera que las asimetrías entre las respectivas economías quedan contempladas por los períodos de salvaguarda negociados para diferentes sectores?

 

-El análisis aquí va más allá de los periodos de desgravación negociados. Para empezar, hay que tener presente que, al final del período de transición, el Mercosur desgrava el 90% de sus productos industriales, mientras que la Unión Europea liberalizará el 82% de los bienes agrícolas, mientras que el resto quedará sujeto a cuotas o preferencias fijas, como la carne vacuna, la aviar, el trigo, el azúcar, el arroz y la miel, entre otros. A eso se suma una reducida lista de exclusión. Al mismo tiempo, nuestros productos compiten con la producción de alimentos europea, fuertemente subsidiada por la PAC (política agrícola común), con un presupuesto de aproximadamente 60.000 millones de euros al año. Por otro lado, la producción y exportación de alimentos estará limitada por un restrictivo marco de medidas sanitarias y fitosanitarias que aplica la Unión Europea con elevados estándares de calidad, que muchas veces funcionan como medidas para arancelarias.

 

Por otro lado, la negociación va mucho más allá de la cuestión estrictamente comercial. El capítulo de bienes y la desgravación arancelaria es uno de los tantos que se negocian en paralelo. También se destacan los capítulos vinculados a reglas de origen, compras públicas, empresas estatales, medidas sanitarias y fito-sanitarias, servicios postales, financieros, navieros y telecomunicaciones, propiedad intelectual e indicaciones geográficas, entre otros. Este último en particular afectará a la producción de alimentos y bebidas, ya que se limita la utilización de determinados nombres de quesos, como mozzarela, roquefort y reggianito; de bebidas alcohólicas, como el champagne, y otros alimentos que hacen referencia a 355 indicaciones geográficas europeas incluidas en el acuerdo. Con relación a las reglas de origen, no tener marcos exigentes al respecto abre la posibilidad del ingreso de productos industriales cuya producción se haya realizado en otros países de menores salarios y el paso por la UE, con pequeñas transformaciones, les dé el beneficio de entrar al territorio del Mercosur sin arancel, dañando la producción local en sectores muy diversos, como calzado, indumentaria, químicos y bienes de capital. En materia de compras públicas, se les da trato nacional a las empresas europeas por el principio de la no discriminación entre oferentes nacionales y extranjeros. Y cabe destacar que, por más que este mismo trato se les otorgue a las empresas del Mercosur en el caso de las compras por parte de estados europeos, la situación asimétrica de la que se parte hace muy difícil imaginar que se pueda realmente explotar esta posibilidad. Tanto es así que, de hecho, tampoco logran hacerlo otras potencias mundiales en el mercado europeo, por más que tengan la posibilidad formal de participar. Por lo tanto, que la UE desgrave de manera acelerada aranceles en productos industriales que, de todos modos, hoy en promedio rondan el 5% no parece ser una gran ventaja. Y menos, aún, teniendo en cuenta las limitaciones adicionales a lo arancelario que están en juego.

 

-¿Qué sectores salen ganando y cuáles salen perdiendo con el entendimiento? ¿Existe un horizonte industrial para la Argentina en un contexto de acuerdos de libre comercio con países y bloques altamente desarrollados?

 

-Como vimos, son varios los sectores afectados. Sin dudas, uno de los que quedaría más expuesto es el industrial, no solo el de automotor y el de autopartes o el de bienes de capital y metalmecánica, sino, también, el químico y el farmacéutico y aquellos más intensivos en mano de obra y vinculados al diseño, como el del calzado, la marroquinería y la indumentaria. Sin embargo, como lo hemos señalado, también una parte importante de la producción de alimentos estará en una situación complicada, sobre todo aquella con mayor valor agregado. Y se le hará más difícil explotar todos los beneficios de las reducciones arancelarias que se plantean en el acuerdo. De manera relativa, se ven más beneficiados sectores vinculados a la producción primaria como la pesca y el de las frutas y verduras frente a todo el resto del entramado productivo de nuestro país. Cabe preguntarnos, entonces, qué horizonte se les plantea a los empresarios en una coyuntura actual muy negativa y con la perspectiva de una fuerte apertura comercial en el mediano plazo. Hoy el industrial se encuentra en un contexto de caída del mercado interno dada en los últimos años, con elevada capacidad ociosa, costo financiero récord y ausencia de financiamiento productivo, inflación elevada y suba de costos y reducción del gasto en ciencia, tecnología e innovación. Luce poco atractivo como marco para la inversión productiva.

 

"Se espera un impacto importante en materia de empleo, sobre todo en desmedro de aquellos de mejor calidad y más estables, como el empleo industrial."

-¿Cuál sería el impacto del acuerdo en materia de empleo?

 

-Se espera un impacto importante en materia de empleo, sobre todo en desmedro de aquellos de mejor calidad y más estables, como es el empleo industrial. De manera cualitativa, observamos que los sectores más generadores de puestos de trabajo son los más negativamente afectados, mientras que el potencial efecto positivo recae en sectores primarios con menor nivel de encadenamientos y generación de empleo. De hecho, la actividad agropecuaria y la pesca representan alrededor del 5% del empleo registrado en Argentina, mientras que la industria manufacturera pesa entre tres y cuatro veces más. En un estudio que realizamos hace un tiempo en el Observatorio de Empleo, Producción y Comercio Exterior (CEPE) de la UMET para evaluar el impacto del acuerdo en empleo industrial, calculamos que 186.000 puestos de trabajo industriales estarían en riesgo, cerca de 50.000 en metalmecánica, un número similar en sectores mano de obra intensivos como calzado, indumentaria y muebles, entre otros, y alrededor de 40.000 en el sector automotor y autopartes.

 

-¿Es correcta la intención enunciada por el presidente Mauricio Macri de intentar replicar ese acuerdo con Estados Unidos?

 

-Replicar este acuerdo en las mismas condiciones que observamos hasta ahora es profundizar un perfil primario en nuestra estructura productiva, que difícilmente genere empleo para la población económicamente activa que tenemos y menos aún las condiciones para el desarrollo económico. Creo que en la actual gestión hay cierto “fetichismo del libre comercio”, con una idea de que para comerciar más y mejor alcanza con hacer acuerdos de libre comercio y que, automáticamente, el comercio genera beneficios. Este razonamiento desconoce la realidad en múltiples aspectos. Por un lado, la capacidad de comerciar la da tener una estructura productiva y una oferta exportadora acorde a las demandas y exigencias del mundo que un acuerdo en sí. Y, aún así, muchas veces las limitaciones al comercio no son arancelarias. Desconocer el nivel de proteccionismo que han tenido y tienen muchas potencias es, al menos, ingenuo. Para poner un ejemplo, las limitaciones que hemos tenido para vender carne o limones a Estados Unidos no han sido arancelarias y destrabarlas no está vinculado necesariamente a un acuerdo de libre comercio.

 

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